Este secreto es uno de los nombres con más trampa de todo el
callejero de Madrid. Hablo de los Jardines de Sabatini, los cuales, por su
belleza y situación, a la vera y custodia del Palacio Real, son un espacio
verde con un alto cupo de visitas, día tras día. Seguramente a muchos de sus
visitantes les sorprendería saber, en contra de lo que parece indicar su
nombre, que el arquitecto Francesco Sabatini no tuvo nada que ver con su
diseño. Dicho esto, nos surgen de modo inmediato dos dudas ¿Entonces, por qué
figura su nombre en la nomenclatura? Y es más ¿Entonces, quién los diseñó?
Para ello, hay que recordar que en este terreno, al lado de
la inmensa residencia regia, se ubicaron las caballerizas reales. Éstas estaban
compuestas por una serie de construcciones en las que se guardaban a buen
recaudo animales, carrozas e incluso coches de la realeza. Era, salvando las
distancias, un pueblito a pequeña escala donde vivía buena parte del servicio
del Palacio Real y que a su vez servía de enorme almacén. Así como hoy muchas
viviendas de nueva obra vienen con trastero, el Palacio Real contaba con este
gigante anexo que, éste sí, fue diseñado por el padre de la Puerta de Alcalá,
Sabatini.
Lo que ocurrió es que al proclamarse la Segunda República,
en 1931, el Gobierno se incauta de estas propiedades de la Corona para
cedérselas al Ayuntamiento de Madrid y así destinarlas a parque público. Algo
más de 2,5 hectáreas que pasarían a ser parte del patrimonio de toda la
ciudadanía. El encargado de dar forma y su aspecto actual a este nuevo parque
fue el arquitecto zaragozano Francisco García Mercadal aunque su nombre apenas
es conocido y mencionado. Él dispuso estos jardines a varias alturas, en los
que destacada su gran fuente y los parterres y arbustos haciendo formas
geométricas. A pesar de su destacado trabajo, el pueblo madrileño continuó
llamando a este espacio verde Jardines de Sabatini, en recuerdo de aquellas
desaparecidas caballerizas y así se ha quedado hasta nuestros días. Algo que
parece que ya no tendrá marcha atrás. Curioso este secreto de Madrid, ¿Verdad?
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