miércoles, 21 de noviembre de 2018

Pinares, la desconocida región de Burgos que parece Noruega




Esta inexplorada comarca burgalesa, en el sudeste de la provincia, transcurre entre descomunales bosques de pinos, lagunas glaciares, romerías, cantos gregorianos, necrópolis, rutas de senderismo y contundentes ajos carreteros para levantar a un muerto.

 La recorremos.

Apadrina tu tumba en el cementerio original de 'El bueno, el feo y el malo' de... Burgos

Lejos de la Ribera del Duero y no tanto de Atapuerca, dos de las regiones más conocidas de Burgos, surge que bien podría ser Noruega o Finlandia por la generosa naturaleza virgen que la tapiza. Hablamos de la comarca de Pinares (el nombre está completamente justificado: aquí se encuentra la superficie de bosque modelo de pinos más grande de España), bastante escondida para los turistas que visitan la provincia castellanoleonesa. Lo que sí les suena es el Monasterio de Santo Domingo de Silos. Y todo gracias a los cantos gregorianos con los que sus monjes benedictinos entraron en las listas de ventas de medio mundo en los años 90, «convirtiéndose en todo un fenómeno social, no sólo musical, en Estados Unidos», apostilla Roberto Rodríguez, uno de los religiosos, quien recuerda que el lugar también se menciona en obras como El mejor alcalde, el rey, de Lope de Vega e incluso de forma más velada en El nombre de la rosa, de Umberto Eco.
Los monjes de Silos
Hoy, los monjes han recuperado su vida lejos de los focos, aunque le cogieron el gusto a eso de mostrarse al público y ahora cuelgan cada semana un vídeo de 60 segundos en su canal de YouTube y en su cuenta de Instagram dando a conocer su día a día monacal. Éste incluye la elaboración de una ginebra artesanal, Silos, destilada 11 veces en alambiques de cobre del siglo XIX, en colaboración con el alcalde del pueblo, Emeterio (Eme) Martín. «En el siglo X recorrían estos valles sembrados de enebrales milenarios», dice el político mientras muestra los platos locales que no hay que perderse y que ofrecen en el restaurante del hotel Tres Coronas, en plena Plaza Mayor. A saber: morcilla de la tierra, picadillo en adobo, setas salteadas, lechazo... Y para acabar, claro, un digestivo gin tonic a golpe de Silos.

Eso sí, el guiso por excelencia de la zona es el ajo carretero. O una más que contundente caldereta a base de cordero, tomate, cebolla y ajo cocinada a fuego de leña en un caldero de barro y servida dentro de una gigantesca hogaza de pan. Uno de los mejores lugares para probarlo es el mesón El Molino, perteneciente a la localidad de Vilviestre del Pinar y bucólicamente perdido en medio del bosque. No hay nada más alrededor. «Este plato se mantiene en perfectas condiciones siete días, ya que era la comida de los carreteros [de ahí el nombre], que salían a trabajar durante semanas sin saber cuándo volverían», cuenta José Luis Sarmiento, uno de los camareros. Con el objetivo de rescatar estas profesiones, el restaurante ha montado un pequeño Museo Carretero, con fraguas y potros para herrar incluidos.

La mayoría de los 23 municipios que forman parte de la comarca de Pinares pertenecieron a la Cabaña Real de Carreteros, creada por los Reyes Católicos en 1497 y que aglutinaba a los trabajadores del sector que trasladaban la madera con sus carros de bueyes. «Que aquí estuviera el mayor bosque patrio de pinos tiene la culpa», relata Asier Pascual, arqueólogo y guía de Regumiel de la Sierra, una de las zonas por donde discurrían estos complicados caminos, «de los que incluso salió la madera de los barcos de la Armada Invencible», continúa.

Entre dinosaurios y cañones 
De hecho, se sigue practicando el «comunismo serrano», por el que los vecinos se reparten los beneficios obtenidos del negocio maderero. También cuenta Pascual que en la cercana cueva de Covarnantes se refugió el cura Merino, popular guerrillero que luchó contra Napoleón en la Guerra de la Independencia. Y que a dos pasos está El Frontal, el segundo mayor yacimiento de huellas de dinosaurios del mundo, con más de 5.000 registradas.

El paseo sigue en el Comunero de Revenga, un territorio cuya jurisdicción comparten tres ayuntamientos (Canicosa, Regumiel y Quintanar de la Sierra, con su característico frontón de la Plaza Mayor) famoso por su necrópolis con 133 tumbas antropomórficas del siglo X y por albergar una de las romerías con más tradición de Burgos. La homenajeada es la Virgen de Revenga, patrona, como no podía ser de otra manera, de los carreteros. Durante la fiesta, celebrada en mayo, no faltan puestos para hartarse de almendras garrapiñadas o comprar jabón de leche de burra, huchas de barro con forma de cerdito y cassettes de Manolo Escobar o Julio Iglesias. Que todavía existen, sí:tres cintas, cinco euros.

Es hora de calzarse unas deportivas y marcarse una ruta de senderismo (a pie o en bici: a gusto del consumidor) por las lagunas de origen glaciar de Neila (más fotogénicas imposible) y el Cañón del río Lobos, dos de los hits naturales de Pinares. Las primeras (y en concreto, la Negra)esconde el mayor circo y mejor formado del Sistema Ibérico. El segundo, sólo superado en tamaño en España por el del Duratón (Segovia), transcurre entre miradores, puentes romanos y hasta tipis indios donde pasar la noche.
fuente : el mundo


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