Esta inexplorada comarca burgalesa, en el sudeste de la
provincia, transcurre entre descomunales bosques de pinos, lagunas glaciares,
romerías, cantos gregorianos, necrópolis, rutas de senderismo y contundentes
ajos carreteros para levantar a un muerto.
La recorremos.
Apadrina tu tumba en el cementerio original de 'El bueno, el
feo y el malo' de... Burgos
Lejos de la Ribera del Duero y no tanto de Atapuerca, dos de
las regiones más conocidas de Burgos, surge que bien podría ser Noruega o
Finlandia por la generosa naturaleza virgen que la tapiza. Hablamos de la
comarca de Pinares (el nombre está completamente justificado: aquí se encuentra
la superficie de bosque modelo de pinos más grande de España), bastante
escondida para los turistas que visitan la provincia castellanoleonesa. Lo que
sí les suena es el Monasterio de Santo Domingo de Silos. Y todo gracias a los
cantos gregorianos con los que sus monjes benedictinos entraron en las listas
de ventas de medio mundo en los años 90, «convirtiéndose en todo un fenómeno
social, no sólo musical, en Estados Unidos», apostilla Roberto Rodríguez, uno
de los religiosos, quien recuerda que el lugar también se menciona en obras
como El mejor alcalde, el rey, de Lope de Vega e incluso de forma más velada en
El nombre de la rosa, de Umberto Eco.
Los monjes de Silos
Hoy, los monjes han recuperado su vida lejos de los focos,
aunque le cogieron el gusto a eso de mostrarse al público y ahora cuelgan cada
semana un vídeo de 60 segundos en su canal de YouTube y en su cuenta de
Instagram dando a conocer su día a día monacal. Éste incluye la elaboración de
una ginebra artesanal, Silos, destilada 11 veces en alambiques de cobre del
siglo XIX, en colaboración con el alcalde del pueblo, Emeterio (Eme) Martín.
«En el siglo X recorrían estos valles sembrados de enebrales milenarios», dice
el político mientras muestra los platos locales que no hay que perderse y que
ofrecen en el restaurante del hotel Tres Coronas, en plena Plaza Mayor. A
saber: morcilla de la tierra, picadillo en adobo, setas salteadas, lechazo... Y
para acabar, claro, un digestivo gin tonic a golpe de Silos.
Eso sí, el guiso por excelencia de la zona es el ajo
carretero. O una más que contundente caldereta a base de cordero, tomate,
cebolla y ajo cocinada a fuego de leña en un caldero de barro y servida dentro
de una gigantesca hogaza de pan. Uno de los mejores lugares para probarlo es el
mesón El Molino, perteneciente a la localidad de Vilviestre del Pinar y
bucólicamente perdido en medio del bosque. No hay nada más alrededor. «Este
plato se mantiene en perfectas condiciones siete días, ya que era la comida de
los carreteros [de ahí el nombre], que salían a trabajar durante semanas sin
saber cuándo volverían», cuenta José Luis Sarmiento, uno de los camareros. Con
el objetivo de rescatar estas profesiones, el restaurante ha montado un pequeño
Museo Carretero, con fraguas y potros para herrar incluidos.
La mayoría de los 23 municipios que forman parte de la
comarca de Pinares pertenecieron a la Cabaña Real de Carreteros, creada por los
Reyes Católicos en 1497 y que aglutinaba a los trabajadores del sector que
trasladaban la madera con sus carros de bueyes. «Que aquí estuviera el mayor
bosque patrio de pinos tiene la culpa», relata Asier Pascual, arqueólogo y guía
de Regumiel de la Sierra, una de las zonas por donde discurrían estos
complicados caminos, «de los que incluso salió la madera de los barcos de la
Armada Invencible», continúa.
Entre dinosaurios y cañones
De hecho, se sigue
practicando el «comunismo serrano», por el que los vecinos se reparten los
beneficios obtenidos del negocio maderero. También cuenta Pascual que en la
cercana cueva de Covarnantes se refugió el cura Merino, popular guerrillero que
luchó contra Napoleón en la Guerra de la Independencia. Y que a dos pasos está
El Frontal, el segundo mayor yacimiento de huellas de dinosaurios del mundo,
con más de 5.000 registradas.
El paseo sigue en el Comunero de Revenga, un territorio cuya
jurisdicción comparten tres ayuntamientos (Canicosa, Regumiel y Quintanar de la
Sierra, con su característico frontón de la Plaza Mayor) famoso por su
necrópolis con 133 tumbas antropomórficas del siglo X y por albergar una de las
romerías con más tradición de Burgos. La homenajeada es la Virgen de Revenga,
patrona, como no podía ser de otra manera, de los carreteros. Durante la
fiesta, celebrada en mayo, no faltan puestos para hartarse de almendras
garrapiñadas o comprar jabón de leche de burra, huchas de barro con forma de
cerdito y cassettes de Manolo Escobar o Julio Iglesias. Que todavía existen,
sí:tres cintas, cinco euros.
Es hora de calzarse unas deportivas y marcarse una
ruta de senderismo (a pie o en bici: a gusto del consumidor) por las lagunas de
origen glaciar de Neila (más fotogénicas imposible) y el Cañón del río Lobos,
dos de los hits naturales de Pinares. Las primeras (y en concreto, la
Negra)esconde el mayor circo y mejor formado del Sistema Ibérico. El segundo,
sólo superado en tamaño en España por el del Duratón (Segovia), transcurre
entre miradores, puentes romanos y hasta tipis indios donde pasar la noche.
fuente : el mundo
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