jueves, 23 de enero de 2020

Rio Arlanzón





 El Arlanzón
Nace cerca del pico de San Millán, el más alto de la provincia burgalesa. Desde el pequeño manantial denominado fuente de Tañuelos, dentro del término de Riocavado de la Sierra, inicia su vertiginoso curso inicial con el nombre de arroyo de la Sierpe, embarrancado entre cerrados brezales a unos 1700 metros de altitud. Es tierra del ciervo y del jabalí que nos evidencian su presencia, eso sí, de lejos. Hacen muy bien, en la distancia se oyen disparos de monterías cercanas. Otros cazadores mas modestos buscan pequeñas becadas con sus perros.

Al toparse con el Puerto del Manquillo,
el incipiente Arlanzón cambia de dirección hacia el noroeste formando un precioso valle que separa las sierras de la Demanda y Mencilla. Se le van uniendo arroyos que lo conforman como río ya al llegar a Pineda. El valle es frondoso: hayedos, rebollares y pinares se explayan por ambas laderas. Desde la vía verde del tren minero lo puedes observar bien de cerca, tocas el río y pisas la hojarasca. Arriba en el puerto, lo que nos parece un enorme buitre negro nos sorprende e impresiona levantando el vuelo justo sobre nuestras cabezas.
Bajamos desde el puerto, con la suave pendiente a nuestro favor, disfrutando de un avanzado otoño. Aun se pueden observar tenadas ruinosas y abandonadas. Imaginas como numerosos rebaños trashumantes, al paso cansino de las ovejas preñadas, van abandonando el valle cómo antaño lo hicieron durante siglos para volver en primavera.
Las minas
Apartándonos algo de la senda pudimos visitar las minas abandonadas Carmina, Cerracín y otras que no pudimos identificar. Sus huellas son inequívocas; viejos pozos, bocaminas y escombreras de un surtido pero escaso mineral que dio al traste ilusiones de riqueza y progreso hace ya más de un siglo. Gracias a ello ahora podemos de disfrutar de la senda minera que nos permite recorrer la sierra desde su intimidad y acercarnos tanto al río.
Nada mas cruzar la carretera que sube hacía el Valle del Sol ya vemos Pineda de la Sierra. Aquí el río conoce a las gentes y los pueblos dónde viven. Se le une el buen arroyo Malo y se engalana con puentes y azudes. Aun así conserva su belleza natural y sobrepasa con mucha dignidad la bonita población de la que partimos impresionados por sus serranas construcciones entre las que destaca su iglesia románica de San Esteban.
Ahora el valle se ensancha dando lugar a praderas más anchas donde abunda la ganadería.


martes, 21 de enero de 2020

La calle Carretas ( Madrid)




¿Por qué se la llama asi?
¿Quién no ha pasado por la calle Carretas? Estamos hablando de una de las vías más céntricas de todo Madrid ya que nace a poquísimos pasos del afamado Kilómetro Cero. Con sus franquicias, con sus establecimientos históricos como la Librería Nicolás Moya, con sus avatares. Eternamente contagiada por el espíritu agitado de Sol, rara vez se ofrece desierta, sus algo más de doscientos metros, ahora con una nueva piel peatonal, siempre laten con fuerza. Vivos, dinámicos.

He de reconocer que visualmente no es atractiva, ni posee (o al menos no se lo he encontrado) un punto de vista de estos que suman miles de “Likes” en instagram. Aún así, tienen encanto invisible, seguramente cosechado por el paso del tiempo, por sus méritos y logros, algunos de ellos invisibles ahora a nuestros ojos. Por ejemplo, en el año 1834 se convirtió en una de las dos primeras calles de Madrid en tener aceras (la otra fue su vecina la calle Montera). También en uno de sus bajos habitó durante décadas el Café del Pombo, uno de los más concurridos de Madrid, epicentro de humeantes tertulias, donde las mentes más prodigiosas del momento charlaban y debatían cara a cara, desconocedores de las redes sociales que décadas más tarde cambiarían nuestro modo de interactuar con el mundo.

Es cierto que en la actualidad, los establecimientos de esta calle cada vez más son franquicias del mundo de la moda y el textil y menos comercios tradicionales, pero ésta es la irremediable tendencia que empuja al mundo. Sin embargo, hay un guiño vetusto en ella que nunca cambiará y este es su propio nombre. La simple mención del término ‘carretas’ ya nos hace intuir que sus orígenes tienen ya un largo recorrido pero ¿Cuál es su explicación? Para encontrarla nos debemos trasladar unos cuantos siglos en el tiempo, concretamente al mes de junio de 1520.

Es en aquellos tiempos cuando se despierta en muchas de las principales ciudades de Castilla un movimiento de alzamiento contra las medidas tomadas por el rey Carlos I. Según he leído en un artículo, «el monarca llegó a Valladolid sin hablar castellano y trayendo consigo a un gran número de nobles y clérigos flamencos que causaron inquietud en la ciudad castellanoleonesa, cuyos nobles temieron perder poder y estatus social». Esto es solo uno de los motivos por el que se desató esta revuelta que es conocida como la Guerra de la Comunidades. Toledo, Guadalajara, Valladolid, Zamora… el espíritu rebelde se fue contagiando como la pólvora y aquel alzamiento terminó por arribar a Madrid.

Y aquí llega al punto al que queríamos llegar. Según comentan las crónicas en la mismísima Puerta del Sol los madrileños ubicaron una pequeña fortaleza con una atalaya para defender la ciudad de los soldados del Rey. Igualmente, en las calles cercanas levantaron improvisadas barricadas para dificultar e impedir la entrada de las tropas monárquicas. En el caso de esta calle, usaron numerosas carretas para dar forma a estas barricadas y, por ello, se le empezó a denominar como la “calle de las carretas”. Nombre que se continuó usando hasta nuestro días.
Secretos de madrid.
La calle Carretas, ¿Por qué se llama así?


viernes, 17 de enero de 2020

Pasta de dientes en pastillas




Dos inventores canadienses encuentran una alternativa a la pasta de dientes en tubo queproduce la misma sensación que la opción tradicional, pero sin desechos de plástico

El plástico y los envases desechables están por todos lados en nuestra vida cotidiana, y reducir su uso se ha convertido en una prioridad. En muchos casos ni siquiera somos conscientes.

Nos cepillamos los dientes todos los días varias veces (si lo hacemos) y eso supone un consumo de un tubo al mes por persona o más. Los tubos de pasta de dientes actuales son de plástico recubiertos de aluminio en el interior. Además suelen tener capas de varios tipos de plásticos, lo que los convierte en una pesadilla para reciclar que tardan más de 500 años en descomponerse.

Aunque algunas multinacionales están desarrollando tubos reciclables de un solo tipo de plástico, existen pocas opciones para los consumidores que quieran eliminar por completo este tipo de envases.

Conscientes del problema, dos inventores canadienses han desarrollado un dentífrico en forma de pastilla que, como novedad, ofrece la misma sensación en la boca que la pasta de dientes tradicional. Es esta diferencia la principal razón que impide que otros dentífricos en polvo tengan éxito.

La pastilla está compuesta de bicarbonato de sodio, dióxido de silicio, habitual en la pasta de dientes, xilitol (azúcar de arce), mentol y otros extractos e ingredientes.  Están libres de gluten, soja y cualquier otro alérgeno.

La pastilla se mastica como si fuera un caramelo, comienza a hacer espuma, y a partir de ese momento se puede usar para cepillar los dientes de forma normal. Se distribuye en una bolsa de cartón con 65 pastillas, suficiente para un mes.

Si se acompaña de un cepillo de dientes fabricado con bambú, se puede eliminar por completo el plástico de esta actividad cotidiana.
Fuente: Quo 

sábado, 11 de enero de 2020

Que visitar en Covarrubias (Burgos)





Fundada en el año 978 por el conde García Fernández, la villa prospera bajo el cuidado de sus señoras abadesas: doña Urraca, la hija del conde fundador, cuya muerte trágica se envuelve en la leyenda del torreón medieval; otra Urraca, hija de Fernando I, y doña Sancha, quien, en el año 1148 la otorga fueros. El recinto urbano, con restos de la antigua muralla, tiene un singular interés y es uno de los mejores exponentes de la arquitectura popular en España.

Iniciamos nuestra ruta visitando la Excolegiata de San Cosme y San Damián, construida sobre otra anterior románica, la iglesia actual, gótica, fue comenzada en 1474. De elegantes proporciones y planta de cruz latina, con tres naves y crucero, acoge entre sus muros los panteones de numerosas familias ilustres de la villa. Ante el altar mayor descansan tres infantas abadesas, y en el presbiterio el conde Fernán González y su esposa doña Sancha, esta última en un bello sepulcro hispanorromano del siglo IV. El retablo principal es barroco y el órgano, de magníficas sonoridades, es del siglo XVII.

En el claustro, construido en los primeros años del siglo XVI, está el sepulcro gótico de la infanta Kristina de Noruega, primera esposa del infante Felipe, hermano de Alfonso X el Sabio. El Museo ofrece una riquísima y completa variedad de piezas de arte sacro: capiteles románicos, tablas de Berruguete, Van Eyck; orfebrería del célebre maestro Calahorra, ropas litúrgicas de los siglos XVI al XVIII y el extraordinario tríptico de la Adoración de los Reyes Magos, magnífica talla de finales del siglo XV o comienzos del XVI, de autor desconocido.

La Iglesia de Santo Tomás construida en el siglo XV sobre otra anterior, conserva la pila bautismal románica, un retablo del siglo XVI y otro barroco con varias tablas de pintura hispano-flamencas, atribuidas al pintor Diego de la Cruz. Escalera plateresca.
El Torreón de Fernán González también llamado de doña Urraca por la tradición de situar en él, el encierro y muerte de la Infanta, constituyó en su momento un elemento defensivo de la villa. De base rectangular, y torre piramidal truncada, con gruesos muros sustentados por recios bloques provenientes de construcciones anteriores. Obra mozárabe fechada en el siglo X.
Arco del Adelantamiento de Castilla Elegante puerta de muralla, el edificio fue construido en 1575 para sede del Archivo del Adelantamiento de Castilla por orden de Felipe II, cuyo escudo corona la fachada. La traza y proyecto se deben a Juan de Herrera y la ejecución a Juan de Vallejo
De todas las casas, sobresale especialmente la Casa de Doña Sancha, cuyo solar data del siglo XII aunque fue reconstruida posteriormente. Cuenta la tradición que en ella vivió la Infanta doña Sancha de Castilla (1116-1157), hija de Doña Urraca y Don Raimundo de Borgoña, conde de Galicia.

Construcción medieval típica de Covarrubias con soportal, fachadas de adobe revocado, entramado de madera al aire y amplia solana en la planta alta. La Casa está considerada como uno de los máximos exponente de la arquitectura tradicional castellana. Su ubicación privilegiada, tanto en la población, como en la comarca del Arlanza, favoreció su conservación y fue residencia en siglos posteriores de notables, ricos comerciantes y familias de buena posición.
Dos bellos cruceros encontramos en la villa: uno situado frente al Archivo del Adelantamiento de Castilla y el otro frente al Torreón de Fernán González. Ambos del siglo XVI.

Muy cerca de Covarrubias, en un bello paraje junto al río Arlanza, se asientan las ruinas 
del Monasterio de San Pedro de Arlanza, uno de los monasterios benedictinos más importantes de Castilla. Fue construido por Gonzalo Fernández, padre del conde Fernán González, el año 912. Quedan restos de la gran iglesia románica comenzada el año 1080, así como la torre, también románica, del siglo XII, claustros y algunas dependencias monacales. Fue abandonado tras la Desamortización del siglo XIX. Aquí estuvieron enterrados el conde Fernán González y su esposa doña Sancha hasta su traslado a la Colegiata de Covarrubias en 1841.


lunes, 6 de enero de 2020

La Calle de las Tres Cruces


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Una cosa que me llama mucho la atención es como hay calles que, a pesar de dar a la Gran Vía, gracias a su corto trazado y a los numerosos focos de atención que hay en la enorme arteria madrileña, pasan totalmente inadvertidas para el 90 por ciento de los peatones. Es lo que sucede por ejemplo con la invitada de hoy al blog, la Calle de las Tres Cruces. Es posible que algunos es la primera vez que escuchan su nombres a pesar de que la hayan transitado unas cuantas veces.

La Calle de las Tres Cruces es una pequeña vía que da a Gran Vía en su tramo central, para que os hagáis a la idea queda a la altura de los famosos gemelos Alcázar, ‘los heavies’. y va desde la comercial Gran Vía hasta la Plaza del Carmen. A penas una enorme manzana de vida, nada que ver con siglos atrás cuando su trazado era mucho mayor pero ésta fue una de las grandes afectadas por el nacimiento de la Gran Vía.

En su trazado hay una drogueria / perfumería de corte clásico, una pequeña sala de fiestas, varias tiendas de alimentación y algún negocio que otro. Seguramente, lo más llamativo de una de sus aceras sea la puerta que nos invita a viajar en el tiempo, atravesando el Pasaje del Comercio, uno de los escasos ejemplos de galerías comerciales del Siglo XIX que todavía sobreviven en Madrid y que comunica con la calle Montera. Como os comentaba, a parte de eso, es una vía sencilla que claudica ante el bullicio y estruendo de Gran Vía.

Aún así, tiene un argumento para hacernos reparar en ella y ese es su nombre. Calle de las Tres Cruces, ¿No os parece curioso? Dice la tradición oral que es debido a que en ella hubo colocadas tres cruces en recuerdo a tres herejes (dos hombres y una mujer) que tuvieron la mala idea de profanar una imagen de la Virgen que había en una iglesia muy cercana, en la próxima Calle de la Salud. El castigo por esta temeridad fue muy duro y de hecho, fue la Inquisición la que tomó cartas en el asunto, juzgándoles y condenándoles a morir quemados en aquel lugar. Por eso, en recuerdo a estos tres reos condenados se pusieron estas tres cruces que, mucho tiempo después de aquello, siguen bautizando esta céntrica y discreta calle de Madrid.
fuente: secretos de madrid