martes, 24 de febrero de 2015

Corridas de toros en la Plaza Mayor (Madrid)



En la Plaza Mayor de Madrid hubo corridas de toros durante 300 años. En cuanto estuvo construida, en 1619, fue escenario de espectáculos taurinos, aunque anteriormente en el mismo lugar ya se celebraban corridas desde 1540, cuando era la plaza del Arrabal. La corrida de inauguración de la Plaza Mayor se celebró el miércoles 3 de julio de 1619 y en ella actuaron el hidalgo Gonzalo Bustos de Lara, a caballo, y el torero Juan Moreno, a pie. La última vez fue el domingo 18 de octubre de 1846.

 Los toros se traían desde la Casa de Campo hasta la ciudad a través de la Cuesta de la Vega, lugar del Madrid medieval, y por la calle Mayor hasta la plaza Mayor, vallando algunas calles para evitar problemas. Por lo general, el suelo de la plaza se regaba antes de empezar, mediante carros provistos de toneles de agua. Había corridas por la mañana, para el pueblo llano, y por la tarde, para el rey, los nobles y la alta sociedad. Los festejos de la mañana costaban la mitad que los de la tarde.

Fiestas principales y eventos reales
Panorámica de la plaza con formaciones jinetes, numeroso público en gradas alrededor y en los balcones.
Fiesta en la Plaza Mayor, 1623, en honor del Príncipe de Gales

Se solían celebrar corridas los días de San Juan y de Santa Ana, y el día de San Isidro desde que fue patrón de Madrid en 1620, aunque en 1622 el rey prohibió los toros ese día por considerarlo poco solemne y no los autorizó hasta 1630.

Al rey Felipe V no le gustaba estos festejos y sólo permitió tres corridas en la plaza, los años 1704, 1725 y 1726, esta última con ocasión del nacimiento de su hija, la infanta María Teresa, con toros llegados de Talavera de la Reina y Navarra. El torero de a pie que más cobró se embolsó 550 reales.

 A la muerte del rey, la reina Mariana de Austria prohibió las corridas de toros en la Plaza Mayor durante muchos años como señal de luto, de manera que en todo el siglo XVIII solo hubo una docena de festejos taurinos en esta plaza. No obstante, desde 1737 Madrid ya contaba con su primera plaza de toros, la de Casa Puerta, de madera y situada junto al río Manzanares.

 No hubo más toros en la Plaza Mayor hasta 1746, con Fernando VI. En 1759, con la llegada al trono de Carlos III, hubo otros dos festejos en la Plaza Mayor. También hubo corridas con motivo de la boda de Carlos IV y con su subida al trono.

 Durante el siglo XIX, también se celebraron corridas de toros en la Plaza Mayor. Fue con ocasión  de la primera boda de Fernando VII, en 1803, y ya no se volvió a ‘correr toros’ hasta junio de 1833 con motivo de la jura de Isabel II como princesa heredera. El Ayuntamiento de Madrid pidió al propio Fernando VII que cediese seis toros de la Vacada Real para ser lidiados en este festejo, cobrando el rey 19.800 reales por los seis astados.

La última vez que hubo toros en esta plaza de los Madriles fue en 1846 para celebrar la doble boda de la reina Isabel II y la de su hermana, María Luisa Fernanda. Poco después, la plaza fue adoquinada y ajardinada y se colocó en el centro la estatua ecuestre de Felipe III, que hasta entonces estaba en la Casa de Campo.
Fuente: Santiago Castaño.




lunes, 23 de febrero de 2015

El cofre del Cid. Catedral de Burgos



 El cofre del Cid, se encuentra en la Catedral de Burgos y se supone que en el se guardaban la recaudación obtenida durante la reconquista de España.
 Es uno de los objetos más emblemáticos de la catedral de Burgos sin ninguna duda y es otro de los muchos objetos que hay en Burgos relacionados con uno de sus mas ilustres ciudadanos el Cid Campeador.

viernes, 20 de febrero de 2015

Teatro Real, la Ópera de Madrid



 Hasta 320 reales por butaca se pagaron el día de la inauguración del Teatro Real, cuando su precio era de 24 reales. Fue el 19 de noviembre de 1850 y se representaba la ópera La favorita, de Gaetano Donizetti. Ese día era el santo de la reina Isabel II, quien inauguró el teatro por la noche, 32 años después de iniciarse su construcción.

Por su parte, El Teatro Real pagó a la compañía, en la que actuaba la célebre contralto Marietta Alboni, una cifra descomunal para la época, 10.000 reales por función. La favorita se había estrenado diez años antes en la Ópera de París.

La construcción del Teatro Real pasó por muchas vicisitudes. Se levantó muy cerca del lugar que había ocupado el viejo Teatro de los Caños del Peral, en la plaza del mismo nombre, hoy plaza de Isabel II (Ópera). En aquel viejo teatro se reunieron las Cortes Españolas a la vuelta de Cádiz, en 1814, tras la Guerra de la Independencia. Aquel edificio, inaugurado en 1738, fue derribado por su estado ruinoso en 1818, durante el reinado de Fernando VII.
Ese mismo año, por encargo del rey, el arquitecto Antonio López Aguado proyectó el Teatro Real y se iniciaron las obras, en parte para paliar la falta de teatros en Madrid en ese momento. Tras la muerte del arquitecto se hizo cargo de su construcción, en 1831, el arquitecto Custodio Moreno. Siete años después y durante trece años se suspendieron los trabajos por problemas económicos, agravados por encontrase las obras sobre varios cursos de aguas subterráneas.

Finalmente, tras una inversión de 42 millones de pesetas, el Teatro Real pudo inaugurarse en 1850. En aquellos momentos sólo estaba terminada la fachada frente al Palacio Real, en la plaza de Oriente, obra de Joaquín de la Concha, que la decoró con estatuas de dioses griegos y musas. Era, probablemente, el teatro más caro del mundo. Con capacidad para 2.000 personas y el mayor escenario de Europa, resultó un lujoso edificio, aunque siempre inacabado, y con unos cimientos cuya profundidad es de seis plantas.

En los años previos a la guerra civil el edificio estaba en mal estado y fue convertido en polvorín. Más tarde se realizaron obras de restauración, a cargo del arquitecto José Manuel González-Valcárcel, siendo reinaugurado en 1966.

Teatro de la ópera
La última gran reforma se realizó entre 1991 y 1997 bajo la dirección de Francisco Rodríguez Partearroyo y González-Valcárcel, que falleció en 1992 a causa de un infarto en el propio teatro durante una visita de periodistas. Su hijo y miembro de su equipo, Jaime González-Valcárcel, continuó su labor en la maquinaria escénica.
Con esta reforma, que costó 20.000 millones de pesetas, el Teatro Real, teatro de la ópera de Madrid, fue dotado de camerinos colectivos para 324 personas, once camerinos individuales, salas de conferencias, zona de exposiciones, salas de ensayo y casi 3.500 m2 de talleres y almacenes. Su aforo actual es de 1.750 espectadores, dispone de 28 palcos y palco real de doble altura. El estreno absoluto se realizó con la ópera Divinas palabras, de Antón García Abril, protagonizada por el tenor Plácido Domingo. Unos días después, la mezzosoprano Teresa Berganza abrió en el mismo escenario un ciclo de recitales líricos.

jueves, 19 de febrero de 2015

Plaza Mayor de Burgos



 La plaza del mercado menor, comúnmente conocida como la Plaza Mayor. Es una construcción en forma de polígono irregular, situada colindante al Paseo del Espolón, en pleno casco viejo. Primeramente llamada plaza de mercados semanales, concedida por los reyes Fernando el Católico y Carlos I, se convirtió en el mayor centro de actividad comercial de Burgos. En ella se abría la Puerta de las Carretas, por donde entraban los carros a los mercados que abastecían la ciudad y en su contorno se distribuían los puestos de venta, bajo los soportales que rodean la plaza.

 Con la reforma acaecida en 1791, se produjo la definitiva implantación como centro administrativo de la ciudad. Se derribó la puerta de las Carretas y la muralla contigua, dando luz verde para que se fueran construyendo nuevos edificios, alineados con el entorno de la plaza mediante fachadas porticadas. De esta manera, quedaba al sur, fuera de la muralla y junto al río y el paseo, la carretera que unía Francia con Madrid y al norte el espacio mercantil.

Numerosas han sido las denominaciones y reformas de esta plaza que hoy conocemos como Plaza Mayor. Su edificación más notable es la Casa Consistorial, obra neoclásica del siglo XVIII realizado por González de Lara.



martes, 17 de febrero de 2015

El Callejón del Gato - Madrid -


El callejón del Gato es uno de los lugares más conocidos de Madrid, y 'gatos' es el apodo por el que llaman a los nacidos en Madrid. Una de las tradiciones de Madrid afirma que el sobrenombre gatos data de los tiempos de la Reconquista por las tropas del rey castellano Alfonso VI. Según el relato, cuando los cristianos asaltaron la muralla árabe durante la toma de Madrid, a finales del siglo XI, uno de los soldados se subió a ella con gran ligereza "hincando la daga por las junturas de las piedras, que los del Real, maravillados de su agilidad, empezaron a decir: que parecía gato, trocando de allí adelante él y sus sucesores, en memoria de esta hazaña, su antiguo apellido por el de Gato".


Placa homenaje a Valle-Inclán
en el llamado Callejón del Gato.

Lo que no dudan los historiadores es que existió, en tiempos medievales, este linaje. A él perteneció Juan Álvarez Gato, poeta madrileño autor de un cancionero y mayordomo de la reina Isabel la Católica. Casado con Aldonza de Luzón, este personaje, que da nombre a la calle, no dejó descendencia, por lo que fundó en 1490 un mayorazgo, encabezado por su sobrino García Álvarez Gato. Las casas de dicho mayorazgo estaban contiguas a la torre de la iglesia de San Salvador y sus fachadas daban a la calle Mayor y a la calle de Santiago.

El Callejón del Gato (Valle-Inclán)

La calle de Álvarez Gato, más conocida como callejón del Gato, en los aledaños de la plaza de Santa Ana, es muy pequeña, pero se encuentra por derecho propio en la Historia de la Literatura Española. Fue a la puerta de uno de sus establecimientos, que como atracción tenía un espejo cóncavo y otro convexo, y por tanto deformaban la figura de quien en ellos se miraba, donde el dramaturgo y novelista Ramón María del Valle-Inclán ideó sus famosos esperpentos.

Así, en su obra Luces de Bohemia (1924), el personaje Max Estrella le dice a su amigo don Latino: “Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato. Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento. Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo, son absurdas”. El nombre de este callejón aparece varias veces más en la obra.

El callejón del Gato siempre ha estado cerrado al tráfico rodado. Prácticamente, todas las puertas de esta calle son de bares y restaurantes muy frecuentados por sus raciones y platos típicos. Esta calle comunica la de Núñez de Arce con la calle Cruz. Es un paso muy frecuentado para ir desde la Puerta del Sol hasta la plaza de Santa Ana y el Barrio de las Letras.

Esta calle figura en el plano de Texeira (1656) aunque sin nombre, pero ya en el plano de Espinosa (1769) aparece con su nombre. 


domingo, 15 de febrero de 2015

Burgos, sus ocho secretos mejor guardado




Más allá de su Catedral y su deliciosa gastronomía, existe en Burgos un paraíso perfilado por bosques, montañas, ríos y lagunas. Un lugar para reencontrarse con la naturaleza, para realizar actividades al aire libre o para el descanso absoluto. Bienvenidos a la Sierra de Pinares.
Enclavada al sureste de la provincia de Burgos, esta comarca presume de ser el bosque de pino más grande de toda Europa. Un total de 63 municipios repartidos entre Burgos y Soria que comparten un paisaje tan bello como singular, y donde el pino es el verdadero protagonista. Nada hace pensar a priori todo lo que este territorio guarda en su interior.

Un homenaje a la madera


El hogar de la madera.
Los espesos bosques de pino dejan paso a un espectacular territorio conocido como elComunero de Revenga. Este espacio, que comparten las localidades de Quintanar, Canicosa y Regumiel de la Sierra, alberga una zona recreativa espectacular, con pinos de hasta 20 metros de altura flanqueando el claro y un edificio que bien merece una visita. Hablamos de la Casa de la Madera, una construcción perfectamente integrada en el entorno, que nace como homenaje a sus bosques y a la utilización que de ellos se hace. En su interior acoge una completa exposiciónpara todas las edades. Aunque su encanto radica en su espectacular mirador, donde podrá deleitar la vista y sentirse inmerso en plena naturaleza.

Necrópolis altomedievales


Tumbas del siglo X.
A tan solo unos metros de la Casa de la Madera, un viaje en el tiempo nos acerca a laNecrópolis de Revenga. Más de 130 tumbas antropomórficas excavadas sobre grandes rocas de arenisca que datan del siglo X y que, sorprendentemente, aún se conservan en buen estado. Todas ellas se suceden en torno a una primitiva iglesia que presidía la zona, de la que únicamente se conserva una pila de embalsamiento. La entrada al conjunto es gratuita. Además la región ofrece otros yacimientos cobijados entre frondosos pinares como la necrópolis de Cuyacabras, en Quintanar de la Sierra, o la ciudad romana de Clunia, de principios de nuestra era.

De pino a pino


Desafíos para los más aventureros.
Sin salir del Comunero de Revenga, el parque de aventuras en los árboles más grande de España aparece en escena. Con más de 10 hectáreas de circuitos, De Pino a pino ofrece emociones fuertes y grandes dosis de adrenalina. Un total de cuatro desafíos que pondrán a prueba su habilidad y valentía a través de puentes, lianas, saltos al vacío o balancines volantes con juegos desde los tres hasta los 19 metros de altura. Todo para pasar de pino a pino. O volar por el bosque. Porque además incluye un circuito de nueve gigantescas tirolinas de más de 180 metros, y 14 de altura, de hasta una hora de duración. No apto para cobardes.

Lagunas glaciares


Áreas de recreo para pasar el día.
Ascendiendo por una carretera de mil curvas por la sierra de la Demanda nos topamos con un escenario natural sublime. Un paraíso para excursionistas y amantes de la montaña y, hasta hace poco, la pesca. Hablamos de las Lagunas de Neila, un conjunto de lagos formados por círculos glaciares y rodeados por dos cumbres que superan los 2.000 metros. Un auténtico espectáculo para los sentidos en cualquier época del año. En invierno podrá disfrutar de un precioso manto de nieve sobre las montañas y, en verano, de un paseo a través de pinares y lagos cristalinos. Antes de llegar puede aprovechar y hacer un alto en el camino, comiendo en una de sus barbacoas –permitida en cualquier época del año- o pasando la noche en uno de los refugios de la zona. Y sin coste alguno. Además, la localidad de Neila dispone de un Centro de Interpretación muy completo e integrado en una iglesia románica. Más que recomendable antes de comenzar la ruta.

Sus primeros habitantes

Recreación en Costalomo.

No es de extrañar que hace 130 millones de años vinieran a parar a esta tierra varias especies de dinosaurios. Hoy, la comarca presume de albergar restos óseos y huellas más que peculiares. El yacimiento de Costalomo aún conserva en perfecto estado ignitas que, en lugar de estar hundidas en la roca, sobresalen de la tierra reproduciendo con exactitud los dedos de los pies de los dinosaurios. No existe en el mundo nada parecido. Normal que en la localidad de Salas de Los Infantes fundaran en 2001 el Museo de los Dinosaurios, un salón que repasa la presencia humana en la zona, con piezas de todas las épocas, además de una amplia colección de huesos de dinosaurio. Vértebras, restos de sus enormes extremidades, dientes e, incluso, huevos fosilizados tienen cabida en este museo.

Árboles milenarios


Árbol fósil en Hacinas.
De la época de los dinosaurios son también los próximos protagonistas. Con más de 120 millones de años, los árboles fósiles de Hacinas se han convertido en testigos eternos del paso del tiempo. Un total de tres ejemplares que se hallaron en la localidad a mediados del siglo XX, así como otros que están en manos de particulares y que también pueden verse en diferentes partes del pueblo. Dispone además de un Centro de Interpretación de lo más didáctico para conocer de cerca la historia de los tatarabuelos de nuestra fauna. Pero el encanto de Hacinas no se queda ahí. Esta villa milenaria, de tan solo 200 habitantes, conserva una típica arquitectura popular custodiada por una iglesia barroca. Además, su situación privilegiada la convierte en un verdadero mirador a la Sierra y al Valle de Arlanza. Necesitará más de un día para conocerla en profundidad.

Pinos más que singulares


Pino-roble en Canicosa.
Pero si hay un árbol que llama la atención entre el extenso paraje boscoso de la zona es el curioso caso del pino-roble. Único en el mundo. Se trata de dos árboles en uno, un pino que ha crecido dentro de un roble y que se ha abierto camino hasta poder crecer. ¿La culpable? Se cree que fue una ardilla al dejar una semilla de pino en el tronco del roble, desarrollándose así hasta alcanzar los cuatro metros de altura. Sea como fuere, la estampa es insólita. Como también lo es el pino-roca, a escasos metros, otro ejemplo del inusial modelo de convivencia de nuestra fauna. Lamentablemente, un hongo amenaza la vida del pino-roble, por lo que si quiere disfrutar de la presencia en vivo de este capricho de la naturaleza, le aconsejamos visitarlo cuanto antes.

El paraíso de los coches antiguos


¿Miami? No, Burgos.
Otros conservados, aunque menos tiempo, son los cásicos que guarda José Vicente Díez. Hace 15 años, decidió dejar su puesto de trabajo en una multinacional para entregarse a su gran pasión: larestauración de coches antiguos. Hoy, su taller es el protagonista del programa House of Cars de Discovery Max, donde guarda más de 90 modelos de auténticos mitos del automóvil. José Vicente se encarga de comprarlos y repararlos, para posteriormente venderlos. Y así se ha convertido en unreferente nacional. No es de extrañar que los vecinos de Quintanar están acostumbrados a verle al volante de auténticas reliquias como el Cadillac Eldorado del 54, el favorito de Elvis, el Lincoln Continental Cabriolet V12 del 47, como el que el presidente Eisenhower utilizaba en sus desfiles, y, sobre todo, conduciendo su preciado Buick del 72, una joya que, más que rodar, parece deslizarse sobre el asfalto.
F: El Mundo 10/2/15

viernes, 13 de febrero de 2015

Pepe Botella, el rey intruso


Hace 200 años que el rey intruso, José Bonaparte, renunció a su puesto en España (1813). Apodado ‘Pepe Botella’, el hermano de Napoleón tuvo un reinado efímero e intranquilo por ser un rey impuesto a los españoles. Deseosos de independencia, los españoles le declararon la guerra sin cuartel desde el principio.

Aunque de carácter amable y afectuoso y acompañado siempre de ministros ‘afrancesados’, José I vivió en Madrid la soledad propia de quien es visto como intruso, un usurpador del trono que por tradición correspondía a Fernando VII, conocido entonces como ‘El deseado’.
En unas caricaturas aparece montado en un pepino sosteniendo con las manos una bandeja con una botella y unas copas llenas de vino. En otros dibujos, una mano le muestra un rey de copas de la baraja mientras un criado le trae una enorme bota de vino condecorada con una cruz. 
Retrato al óleo de José Bonaparte, vestido con ropa dorada bordada en oro, medallón al pecho y capa roja, a su lado una corona real
José Bonaparte
Entre las coplas y cantes, una letra decía: “Cada cual tiene su suerte, la tuya es de borracho hasta la muerte”. Y otra, “No es caballo, ni yegua, ni pollino en el que va montado, que es pepino”. Sin embargo, según los historiadores, el rey intruso no era bebedor. Lo que sí parece acertado es que José Bonaparte, además de amante de la buena mesa, era muy aficionado a las mujeres, aunque en estos asuntos la historia se mueve entre la realidad y la leyenda.

Las amantes de Pepe Botella
José Bonaparte conoció a Teresa Montalvo, viuda del conde de Jaruco y sobrina de uno de sus ministros, Gonzalo O’Farrill, ministro de la guerra, en una de las fiestas que la mujer organizaba en su casa. Teresa era una joven cubana muy atractiva y pronto se convirtió en su amante.
Enseguida se supo que ‘Pepe Botella’ había comprado un palacete a la condesa de Jaruco en la calle del Clavel, y que la visitaba disimuladamente por las noches, entrando por la puerta del jardín. Sin embargo, Teresa Montalvo no disfrutaba de buena salud y, a pesar de las atenciones que le procuró su amante, murió poco tiempo después.
Cuando José Bonaparte, al poco tiempo de estar en Madrid (1812), huyó a Francia impresionado por la derrota en Bailén del general Dupont frente al general Castaños, conoció en Vitoria a otra de sus amantes, María del Pilar Acedo, marquesa de Montehermoso. Cuando el rey intruso volvió a Madrid acompañado del propio Napoleón y su ejército imperial, para reinstalarse en el trono, la marquesa de Montehermoso se trasladó a Madrid. En cuanto al marqués, a los pocos meses fue nombrado gentilhombre de cámara, grande de España y Gran Cordón de la Orden Real de España, un título creado por el José I.

Los madrileños en sus chascarrillos se referían a este título como ‘la orden de la berenjena’, por su cinta color violeta. Ente burlas y chanzas algunas cantes ingeniosos decían: “De Montehermoso la dama / tiene un tintero / donde moja la pluma / José Primero”. 
Caricatura en la que José Bonaparte, sobre un gran pepino, sosteniendo una bandeja con una botella de vino, un mono enseña la carta del rey de copas y un criado sostiene una gran bota de vino
Caricatura de 'Pepe Botella'  o 'rey pepino'
Detestado y ridiculizado sin tregua por los madrileños, con importantes bajas entre sus soldados por las batallas y la guerra de guerrillas en el resto del país, José Bonaparte dimitió de su puesto en España el 28 de mayo de 1813. Con él se fue la marquesa de Montehermoso, que después emigró a Estados Unidos tras la batalla de Waterloo (1815) y falleció en Florencia en 1844.

Mejoras urbanísticas
A pesar de todo, durante el breve periodo que José Bonaparte estuvo en Madrid se realizaron importantes reformas urbanísticas que pretendían modernizar la ciudad y dotarla de mayor belleza y salubridad. Así, se trasladaron cementerios y mataderos al exterior de Madrid, se demolieron iglesias y conventos, dando lugar a las plazas de Oriente, San Miguel, Santa Ana, Mostenses y San Martín, lo que permitió una mejor circulación del aire por numerosas calles estrechas. También se proyectaron grandes avenidas.
Por estas actuaciones los madrileños, que nunca le perdonaron la invasión, le apodaron también ‘rey plazuelas’ y ‘Pepe plazuelas’.
Durante la guerra de la Independencia, la legalidad española residía en las Cortes de Cádiz, que en 1812 promulgaron la primera Constitución Española.
F:cosasdelosmadriles 




jueves, 12 de febrero de 2015

Iglesia de San Nicolás, Burgos




Este magnífico templo del siglo XVI es uno de los más importantes y característicos de la ciudad de Burgos, Situado en la Calle Fernán González, casi sobre la catedral, destaca sobre todo por la increíble belleza de su retablo de piedra, obra de Simón de Colonia, con la colaboración de su hijo Francisco de Colonia.
 La Iglesia de San Nicolás, al lado de la catedral, existía en el año 1163 (s. XII), pero el edificio actual es obra del s. XV. Es un buen exponente del gótico tardío de ese siglo, aunque destaca por su sobriedad. San Nicolás es un templo de tres naves, con bóvedas de crucería sobre pilares baquetonados. Su portada renacentista nos muestra escenas de la vida de San Nicolás; su imagen está tallada en el tímpano, y a sus lados las de San Sebastián y San Vitores. La puerta, de roble, es obra de Francisco de Colonia. Destaca el retablo mayor, que data del año 1505 (s. XVI) y es obra también de Francisco de Colonia. Es de alabastro policromado, y en él se pueden contar hasta 150 figuras distribuidas en distintas escenas bíblicas. Son también interesantes las sepulturas góticas de Fernando de Mena y María Sáez de Oña.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Los Gigantillos (Burgos)


Gigantillos
Son dos simpáticos personajes populares de cartón piedra que desfilan durante las fiestas de la ciudad. Creados en 1899, un incendio les destruye en el año 1973 siendo recuperados más tarde por iniciativa del Ayuntamiento.
Representan una pareja serrana de 2,40 metros de altura y 60 Kg. de peso. El gigantillo viste amplia capa parda, ancho sombrero velludo, camisa blanca y lleva en la mano una vara de fresno. La gigantilla viste jubón abierto, con cuello y manga de terciopelo, Chambra blanca con falda de vuelo de colores pardos, delantal largo, mantón serrano y enjoyada con pendientes de bolas a juego con el collar del que pende una cruz. El contoneo de la gigantilla al andar y su gracioso baile junto al gigantillo animan los pasacalles del Corpus, Curpillos y fiestas de San Pedro convirtiéndoles en unos de los personajes más entrañables de Burgos.


martes, 10 de febrero de 2015

El Arco de Santa María (Burgos)


El Arco de Santa María es uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad de Burgos (España). Una de las antiguas doce puertas de acceso a la ciudad en la Edad Media, comunica el puente de Santa María, sobre el río Arlanzón, con la plaza de San Fernando, donde se yergue la catedral.

Construido inicialmente en el siglo XIV-XV, en el siglo siguiente, concretamente entre 1536 y 1553, fue remodelado totalmente por Juan de Vallejo y Francisco de Colonia, dando lugar a la entrada realizada con la típica piedra caliza blanca burgalesa,en esta ocasión proveniente de las canteras de Hontoria de la Cantera que puede contemplarse en la actualidad. Una puerta más simple debió de existir con anterioridad, ya que el Poema del Mio Cid la cita como el punto de entrada y salida de la ciudad empleado por el Cid cuando le reclamaban sus correrías guerreras. El Arco estuvo ocupado por el Consistorio burgalés hasta la construcción de la nueva Casa Consistorial (obra de Fernando González de Lara) en el siglo XVIII. Entre los años 1878 y 1955 fue sede del Museo Arqueológico Provincial de Burgos y en 1943 fue declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional.


En la actualidad está abierto al público en calidad de Centro Cultural Histórico Artístico, con espacios museístico y para exposiciones temporales.

lunes, 9 de febrero de 2015

Fuente de la Cibeles, Madrid


La historia de la Fuente de Cibeles está llena de anécdotas. La Cibeles es la escultura más famosa de Madrid y, como símbolo de la ciudad, fue el primer monumento en ser protegido durante la guerra civil. Forma parte de un conjunto artístico y monumental impulsado por Carlos III para urbanizar el paseo del Prado.

Del proyecto de la Fuente de la Cibeles se encargó el arquitecto y maestro mayor de la Villa, Ventura Rodríguez, desde 1776. En 1779 se anunciaron las condiciones para el traslado de la piedra desde la cantera de Montesclaros (Toledo), de donde también salió el mármol para  las fuentes de Apolo y Neptuno. Se estimó en 66 piezas de mármol a un precio de nueve reales y medio la arroba, unos 11,5 kilos.

Para el traslado de la piedra se eligió al madrileño Pedro de la Paliza quien en varias ocasiones solicitó al Ayuntamiento de Madrid que le compensase por las pérdidas que le habían ocasionado los tres meses de viaje de la enorme piedra en que se esculpió La Cibeles, desde la cantera hasta el madrileño Corralón del Prado de San Jerónimo, donde se talló. Argumentaba el hombre el gasto en peones, canteras y maderas para arreglar los caminos por donde tuvo que pasar la carreta y cruzar los ríos Guadyerbas y Guadarrama. Compró maderas en Velada (Toledo) y viguetas y cuartones en Talavera (Toledo) y Ramacastañas (Ávila). Además del gasto en mulas, ya que se emplearon hasta 38 pares.

La obra comenzó en 1780 bajo la dirección de Ventura Rodríguez y en ella trabajaron varios artistas, principalmente los escultores Roberto Michel, que esculpió los leones, y Francisco Gutiérrez que se ocupó de la diosa Cibeles y su carro, labor por la que cobró 60.00 reales de vellón. La obra finalizó en 1782 y ese año se proyectó el empedrado que rodea la fuente.

Símbolo de Madrid

La escultura de la Cibeles es el símbolo de Madrid, junto con la Puerta de Alcalá y el Oso el Madroño. Representa a la diosa de la Tierra sentada en su trono sobre un carro tirado por dos leones.  La diosa viste una larga túnica con muchos pliegues. Tiene en la mano derecha el cetro de reina y en la izquierda una llave que simboliza el poder. Su rostro es de una belleza clásica, con largos cabellos y corona. Bajo la túnica asoman sus pies, calzados con sandalias, y delante de ellos hay una gran máscara de cuya boca sale un chorro de agua.

El trono está adornado con relieves de guirnaldas de flores y frutos que cuelgan de cuernos de cabezas de carneros. El carro está decorado con volutas, piñas, ramas de piño y minuciosos relieves tallados por el escultor Miguel Jiménez. Las dos ruedas delanteras del carro, tienen diez radios y son más pequeñas que las traseras, de 12 radios. Es una obra maestra del escultor abulense Francisco Gutiérrez, y su última creación.
Las figuras de dos niños tras el carro de la diosa. Uno se apoya en el cántaro del que sale agua y el otro alza una caracola.
Figuras de dos niños tras el carro de la diosa.

Los dos leones los talló el francés afincado en Madrid Roberto Michel. Miran uno a cada lado y tienen levantada la pata izquierda. El grupo escultórico se eleva sobre un suelo de rocas que contiene hojas, serpientes y lagartos.

En 1791, Ventura Rodríguez diseñó las figuras de un oso y un grifo o dragón de cuyas bocas salía un chorro de agua, para que los 50 aguadores de la Villa pudieran recogerla mejor. La fuente también tiene un caño en la parte trasera, de manera que podía surtir de agua a personas y caballerías. El oso y el dragón los esculpió Alfonso Giraldo y se añadieron al conjunto, pero fueron retirados a finales del siglo XIX.

En 1897, siendo alcalde de Madrid el conde de Romanones, se colocaron detrás del carro las figuras de dos niños jugando con una caracola y un cántaro del que se sale un chorro de agua, talladas en mármol de Montesclaros por Ángel Trilles y Antonio Parera. Además, el conjunto se elevó sobre una plataforma circular. Por estos añadidos a la fuente, los madrileños tenían un chiste que decía: “Romanones le ha puesto piso a Cibeles… y han tenido descendencia”.

El primer lugar donde se colocó la Fuente de la Cibeles fue en el lateral de la plaza de Cibeles que da al paseo de Recoletos, cerca del Palacio de Buenavista, actual Capitanía General del Ejército de Tierra. Su pilón era más pequeño y estaba rodeado de árboles. El conjunto estaba a ras del suelo y miraba hacía el paseo del Prado. En 1891 se colocó en su ubicación actual, mirando hacia la Puerta del Sol, y se retiraron las figuras del oso y el dragón.

Anécdotas de La Cibeles

En algunas ocasiones la diosa apareció arropada con una capa. Dicen que el primero en hacerlo fue el empresario y diputado Felipe Ducazcal, en el siglo XIX,  por una apuesta con sus amigos. En 1929, el dueño de la tienda Capas Seseña fue acusado de colocar una capa sobre los hombros de la diosa como estrategia publicitaria, aunque él lo negó.

Durante la guerra civil, en junio de 1937, La Cibeles fue el primer monumento que los madrileños protegieron de los bombardeos, cubriendo el conjunto con sacos terreros. En 1966, siendo alcalde Carlos Arias Navarro, la fuente se cubrió de gorras de los taxistas, que las arrojaban allí como protesta por la orden municipal que les obligaba a llevar gorra azul de plato.
Vista parcial del entorno de la Fuente, con plantas alrededor y de fondo el Ayuntamiento de Madrid.
Entorno del monumento.

En 2002 la escultura sufrió la rotura de un brazo cuando un grupo de jóvenes se bañaba en la fuente y uno decidió subirse a lo alto, hecho por el que fue condenado a pagar el coste de su reparación, además de una multa.

Desde las últimas décadas, los seguidores del Real Madrid se concentran alrededor de la Fuente de Cibeles para celebrar los nuevos títulos de su equipo. Ya antiguamente era punto de reunión al final de las fiestas de Carnaval, y a ella se arrojaba a los borrachos que encontraban a su paso los juerguistas que asistían al baile de disfraces del Teatro de la Zarzuela.

En Ciudad de México se instaló en 1980 una réplica de la Fuente de la Cibeles, donada por la comunidad de residentes españoles en el país hermano.
f:cosasdelosmadriles

viernes, 6 de febrero de 2015

Pineda de la Sierra ( Burgos )


PINEDA DE LA SIERRA es una Villa milenaria, cuya fundación se atribuye al conde don Sancho, el de los Buenos Fueros, porque, en efecto, don Sancho también concedió a PINEDA una carta foral. Pero esta carta, es precisamente la prueba de que ya preexistía la Villa, y con experiencia de ganaderías, toda vez que no parece congruente conceder libre tránsito por el Condado a 15.000 cabezas de ganado de una Villa nueva cuya capacidad y circunstancias de asentamiento y de explotación se desconocen. Parece más razonable aceptar el poblamiento de PINEDA durante la primera ola foramontada que subió desde la Bureba por el Valle de Oca, saltó al Arlanzón, fijándose en la Alta Sierra en poblados como Alarcia, Villorobe, Uzquiza, Herramel, Villasur de Herreros y otros. Y esto sucedió a finales del siglo IX. Por eso, PINEDA fue incluida en el alfoz de Oca, cuya cabeza era Villafranca y luego en la Merindad de Montes de Oca.
La Villa destacó pronto por su ganadería y de ahí se derivó el privilegio del conde don Sancho, que ratificarán los reyes de Castilla, en virtud del cual, los vecinos de PINEDA podrán poner en trashumancia una cabaña de 15.000 cabezas de ganado ovino, sin que nadie pudiera impedirlo o que exigieran gabela o tributo por ello. Estamos ante un principio o anuncio del famosos Honrado Concejo de la Mesta en la Castilla condal. A la entrada del invierno, los vecinos de PINEDA trasladan sus rebaños a la Ribera del Duero y aún más lejos, para volver e sus recuestos al acabar la primavera. Más adelante, volveremos sobre el tema, definitorio de la Villa.

Que PINEDA no fue fundación de don Sancho lo prueba el documento del Archivo de Cardeña, de 23 de mayo del año 932, cuando comenzaba a gobernar el conde Fernán González, abuelo de don Sancho.
En ese pergamino leemos por vez primera el nombre de PINEDA, con ocasión de donar el magnate Asur González al monasterio de Cardeña la Iglesia de San Miguel, señalando que la propiedad de dicha iglesia "lindaba con el camino que viene de PINEDA".
Cuando el rey Sancho II determina restaurar la diócesis de Oca en la ciudad de Burgos, comienza a delinear los fundamentos económicos de la misma. Así, en 18 de marzo de 1068, concede al obispo don Simeón determinados derechos de pasto en los montes de Oca y de PINEDA. Concede, incluso, la autorización para construir algunas tenadas para guardar los rebaños del obispado.
En 1136, el emperador Alfonso VII confirma el fuero concedido por el conde don Sancho
y el nombre de la Villa sigue apareciendo constantemente en la documentación medieval.

La actividad repobladora o colonizadora no se limitó al casco urbano de Pineda y a su magnífica iglesia románica, obra del siglo XII. Su pórtico es una de las expresiones más acertadas de la función de los mismos, no solamente defendía las cuidadas portadas, eran, además, el lugar preferido para celebrar los concejos abiertos, tras los actos litúrgicos, en los que democráticamente, se trataban los asuntos atañentes a la comunidad vecinal. Se dice que dentro del actual término municipal hubo otro poblado llamado de SAN MAMÉS. Estaba a 4 kilómetros, al N. NO, sobre el cerro que llaman de San Mamés. Lo cierto es que si hubo, no por mucho tiempo, un convento de frailes franciscanos, de la reforma del célebre fray Lope de Salinas. Las crónicas de la Orden dicen que duró poco "por estar en tierra sumamente fría,áspera y montañosa". La ermita que recordaba el monasterio también ha desaparecido.
PINEDA DE LA SIERRA salió airosa de la crisis napoleónica. Por aquí actuó el famoso Cura Merino y los mozos de la Villa supieron acompañarle en su glorioso empeño. Sin embargo, el siglo XIX traería grandes cambios a la Sierra. Al comenzar la década de los Cuarenta de este siglo, PINEDA mantenía su población en 228 habitantes. Ya se explotaban dos minas de carbón de piedra y la minería era una ilusión de futuro; al tradicional cultivo del centeno y del lino se había unido la patata. Aunque algo disminuidos se mantenían los rebaños de vacuno, de caballar, de ovejas merinas y de churras, así como el esquileo y el lavado de lanas. Se cuidaban los montes de roble y de hayas; dos molinos cantaban sus canciones de molinería; se practicaba la pesca y la caza mayor, incluido el lobo.
 La iglesia románica de San Esteban adornada con altares barrocos, se cuidaba como la joya de la Villa y la escuela funcionaba con 60 niños, cuyo maestro recibía 1.500 reales. Se contribuía al Estado con 4.383 reales y el presupuesto municipal ascendía a 6.000.

La minería fue la gran ilusión serrana del siglo XIX y parte del XX. Quienes hurgaban en las entrañas de la Sierra descubrían venas de hierro, de cobre, de plomo, de carbón y de otros minerales. PINEDA resultaba una población muy favorecida. Se descubrieron hierro, plomo y galena; en 1863 se explotaban 7 minas de carbón y era famosa la mina de plomo llamada "Carmina". Cuando se construyó el llamado Ferrocarril Minero, se le hizo pasar por PINEDA en su trayecto entre Villafría y Monterrubio de la Demanda. La ilusión se redujo a competencia entre los capitalistas, a dificultades en la explotación y transportes y a calidades de los productos. Prácticamente, a mediados del siglo XX se había abandonado las minas y el Ferrocarril Minero, tras una fraudulenta quiebra, pasó a ser una raya en los mapas de la época.
Al doblar el siglo XIX, PINEDA registraba la mayor población de su Historia, 472 habitantes que en 1950 eran ya 338. Pero entonces a la Villa le correspondió otra suerte, la del Turismo y el Deporte de la nieve y del Montañismo.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Calle de la Cabeza, un nombre de leyenda



La calle de la Cabeza de Madrid, debe su nombre a un crimen ocurrido en este lugar a finales del siglo XVI. En esta calle del barrio de Lavapiés vivía un clérigo adinerado que llevaba una vida tranquila y poco social en una casa algo apartada. Tenía un antiguo y único criado que no podía evitar envidiar las riquezas de su señor, de las que aquel apenas se beneficiaba. La codicia del criado fue creciendo hasta llevarle a urdir un plan para matar al sacerdote y apoderarse de su dinero y objetos valiosos. Una noche se decidió a llevarlo a cabo y esperó a que el sacerdote estuviera dormido para ir a su dormitorio, donde le degolló de un tajo, separándose la cabeza del cuerpo. Luego robó todo lo que pudo cargar y salió de la casa, huyendo al día siguiente a Portugal, donde pasó varios años disfrutando del producto de su robo.

Los vecinos, que dejaron de ver a ambos hombres, comenzaron a pensar que algo les había ocurrido, pero no se atrevía a entrar en la casa, hasta que llegó un sacristán de la parroquia de San Sebastián, en la cercana calle de Atocha, que traía recado para que el sacerdote asistiese a un entierro. El sacristán encontró la puerta entreabierta, pero al ver que en su interior nadie contestaba salió a la calle y preguntó a un vecino, que sólo pudo decirle que aquella mañana no había visto al clérigo salir hacia la ermita, adonde acudía cuando no tenía que ir a la parroquia. Decidieron avisar a los alguaciles, que acudieron a la casa y hallaron el cadáver en la cama con la cabeza en el suelo. Buscaron al criado y no le encontraron, se iniciaron pesquisas sin llegar a averiguar su paradero. Al sacerdote le enterraron en la iglesia de San Sebastián y se habló durante mucho tiempo de este crimen.

Al cabo de varios años, el antiguo criado tuvo que viajar a Madrid para resolver unos asuntos, contando con que, al igual que sus temores, el suceso ya estaría olvidado. Con ropas de caballero llegó a la Villa, donde nadie le reconoció. Una mañana, paseando por el Rastro, se le antojó una cabeza de carnero para comer. La compró, la guardó en su saco de tela y se dirigió a la fonda donde se hospedaba, sin advertir que la cabeza iba dejando un rastro de sangre por la calle. Sucedió que había por allí un alguacil que se fijó en ello y, extrañado, le paró y le preguntó qué llevaba en el saco o talego. “¡Qué voy a llevar! La cabeza de un carnero que acabo de comprar”, respondió mientras abría la bolsa. Pero su sorpresa fue horrorosa porque lo que salió del saco fue la cabeza del clérigo asesinado. Ante la evidencia, fue detenido por el alguacil y después reveló su crimen, siendo conducido a la cárcel de Villa, en la calle Platerías, hoy calle Mayor, a la espera de que se cumpliera su condena a morir en la horca.

Fue ejecutado en la Plaza Mayor, ante numerosos vecinos, y enterrado en la cercana iglesia de San Miguel de los Octoes, que estaba donde hoy el mercado de San Miguel. Según la leyenda, cuando se cumplió la sentencia la cabeza volvió a ser de carnero.

Para recordar este caso, el rey Felipe III ordenó que se hiciese una cabeza de piedra como la del sacerdote y que se colocara en la fachada de su casa, lo que acabó por dar a este lugar el nombre de calle de la Cabeza. Sin embargo, al poco tiempo los vecinos solicitaron que se quitara de allí la escultura porque les daba miedo, y se comprometieron a construir una capilla en honor de la Virgen del Carmen y a poner un cuadro que recordara el crimen. Y así lo hicieron.

Calle del Carnero

La calle de la Cabeza está relacionada con la calle del Carnero, en el Rastro, entre la calle Ribera de Curtidores y la calle Arganzuela. Los vecinos de esta zona estaban espantados por haberse vendido allí la cabeza de carnero que se transformó en la del clérigo. Nadie quería comprar carne de carnero, ni siquiera los criados, porque a cada paso se les representaba la historia del criado asesino. A tal punto llegó la cosa que los señores prohibieron a sus criados comprar carne en el Rastro, así que los carniceros solicitaron permiso para trasladar sus puestos a otro lugar de la ciudad. Se les concedió y con el tiempo la gente fue venciendo sus reparos, así que poco a poco los carniceros volvieron a instalarse en el mismo lugar, donde sólo habían quedado los puestos de embutidos. Por todo lo ocurrido, se llamó a ésta la calle del Carnero, el lugar donde se vendía al público.
f-cosasdelosmadriles.




martes, 3 de febrero de 2015

Monasterio Santa María la Real de Las Huelgas


El monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas es un monasterio de la congregación de monasterios de monjas cistercienses de San Bernardo. Fue fundado en 1189 por el rey Alfonso VIII de Castilla.

 Está situado al occidente de la ciudad de Burgos (España), algo retirado del río Arlanzón, en un terreno llano que antiguamente estaba ocupado por prados y que era conocido como "Las Huelgas", que era la forma en que se denominaba al terreno que no se podía utilizar. Forma parte del Patrimonio Nacional.

Existía un pequeño palacio en estos terrenos donde está ubicado el monasterio, del cual se conservan algunos pequeños vestigios. El lugar fue elegido por el rey Alfonso VIII y su esposa Leonor de Plantagenet para levantar un monasterio cisterciense femenino que se fundó en Junio de 1187.
Fue la reina Leonor quien puso mayor empeño en conseguir esta fundación con el fin de que las mujeres pudieran alcanzar los mismos niveles de mando y responsabilidad que los hombres, al menos dentro de la vida monástica. Elevaron al papa Clemente III la petición para fundar y consagrar el nuevo monasterio, petición que fue concedida de inmediato. Los reyes donaron cerca de cincuenta lugares cuyas tierras constituyeron desde el principio un importante patrimonio que se multiplicaría con el tiempo. Se conserva la carta fundacional del rey que empieza diciendo:
Yo, Alfonso, por la gracia de Dios, rey de Castilla y Toledo, y mi mujer, la reina doña Leonor…
Cîteaux otorgó a este monasterio el derecho a instituirse como matrem ecclesiam equiparándose así al gran monasterio francés de Fontevrault. En 1199 se convirtió definitivamente en casa madre de los monasterios femeninos de Castilla y de León.

La vida del monasterio dio comienzo con un grupo de monjas que llegaron desde el Monasterio de Santa María de la Caridad de Tulebras (en Navarra), donde existía desde 1157 el primer monasterio cisterciense femenino de la península. Las dos primeras abadesas fueron la infanta de sangre real Misol (o Mariasol) y la infanta Constanza, hija de los reyes fundadores.
La abadesa de Las Huelgas llegó a disfrutar de una autonomía y poder tan elevados que sólo dependía del papa y estaba por encima de la curia episcopal. La abadesa, como mujer, no podía confesar, decir misa ni predicar, pero era ella quien daba las licencias para que los sacerdotes hicieran estos trabajos. La concesión era dada en nombre de Dios y de la Sede Apostólica. Era dueña de un señorío material y un señorío jurídico. El señorío material estaba compuesto por:
 - 54 villas
 - tierras
 - molinos
 - exenciones fiscales de pontazgo, portazgo y montazgo.

El señorío jurídico tenía su propio fuero, cuyas leyes en el tema civil y criminal dirigía y vigilaba la abadesa. Podían nombrar alcaldes y ejercían su jurisdicción sobre un buen número de monasterios cuyas abadesas eran nombradas por la abadesa de Las Huelgas.
Todos los privilegios se mantuvieron intactos a través de los siglos hasta el siglo XIX, en que fueron suprimidos por el papa Pío IX.


domingo, 1 de febrero de 2015

Catedral de Burgos


La Catedral de Santa Maria de Burgos es una catedral dedicada a la Virgen María. Su construcción comenzó en 1221, siguiendo patrones góticos franceses. Tuvo importantísimas modificaciones en los siglos XV y XVI (agujas de la fachada principal, capilla del Condestable, cimborrio del crucero: estos elementos del gótico avanzado dotan al templo de su perfil inconfundible). Las últimas obras de importancia (la sacristía o la capilla de Santa Tecla) pertenecen al siglo XVIII, siglo en el que también se desmanteló por completo la estatuaria gótica de las puertas de la fachada principal. A principios del XX se eliminaron algunas construcciones adosadas al templo, como el Palacio Arzobispal y el piso superior del claustro. Aunque el estilo predominante es el gótico, posee importantes obras renacentistas y barrocas.

En la catedral se conservan obras de artistas extraordinarios, como los arquitectos y escultores de la familia Colonia (Juan, Simón y Francisco), los escultores Gil de Siloé, Felipe Vigarny o Juan de Ancheta, el escultor y arquitecto Diego de Siloé, el rejero Cristóbal de Andino o el pintor Sebastiano del Piombo, entre otros muchos.

La catedral fue declarada "Patrimonio de la Humanidad" por la UNESCO el 31 de octubre de 1984. Es la única catedral española que tiene esta distinción de forma independiente, sin estar unida al centro histórico de una ciudad (como en Salamanca, Santiago de Compostela, Ávila, Córdoba, Toledo o Cuenca) o en compañía de otros edificios, como en Sevilla.

La fachada principal está inspirada en el más puro estilo gótico francés de las catedrales de París y de Reims. Consta de tres cuerpos rematados por dos torres laterales de planta cuadrada. Las agujas caladas se añadieron en el siglo XV y son obra de Juan de Colonia.

Algunos elementos de gran interés de dentro de la catedral son el Papamoscas, muñeco articulado que abre la boca al dar las campanadas de las horas, el sepulcro románico de Mudarra el hermanastro vengador de la muerte de los siete infantes de Lara (trasladado a la catedral desde su emplazamiento original en el monasterio de San Pedro de Arlanza tras su abandono por la desamortización), las sillas labradas del coro, el sepulcro del Obispo Mauricio, la tumba de el Cid y su esposa Doña Jimena, la carta de arras del Cid y su cofre.