viernes, 17 de noviembre de 2017

Cuántas veces al día se debe hacer caca?



Los hábitos intestinales dicen mucho sobre nuestra salud y cómo de bien está funcionando nuestro cuerpo. ¿Qué es lo normal y qué no?

Aunque puede ser vergonzoso hablar sobre evacuaciones intestinales, pueden ofrecernos pistas valiosas sobre lo que está sucediendo en el organismo. Hoy os mostramos las respuestas a algunas preguntas relacionadas con hacer caca que probablemente te resulten demasiado embarazosas hacerlas tú mismo.

¿Cuántas veces al día es lo normal?
 En este caso, lo que es normal para una persona puede no serlo para otra. Un estudio de 2010 publicado en la Revista Escandinava de Gastroenterología encontró que el 98% de sus participantes iba al baño entre 3 veces a la semana o incluso 3 veces al día (después de cada comida prácticamente). No hay una cifra correcta para todos, pues la mayoría de las personas tiene su propia rutina para ir al baño la misma cantidad de veces al día y durante el mismo tiempo. Desviarse significativamente del patrón regular puede considerarse saludable, pero también puede indicar el desarrollo de un problema estomacal o intestinal.

¿Qué factores afectan a la frecuencia con la que hacemos caca?
La frecuencia con la que una persona va al baño puede variar mucho y depende de una variedad de factores que incluyen:

Ingesta de líquidos

Debido a que el intestino grueso absorbe el exceso de agua, no beber suficientes líquidos puede endurecer la caca y hacer que sea más difícil de eliminar.
 La fibra es una sustancia esencial para tener evacuaciones sanas

Edad

El estreñimiento a menudo se asocia con el envejecimiento, pues hace que el intestino disminuya su velocidad, por lo que la caca no pasa tan rápido. Además, es más probable que una persona mayor tome medicamentos que puedan interferir con sus hábitos habituales de defecar.

Actividad física

Mantenerse activo ayuda a que el colon funcione mejor y mueve las heces a través de los intestinos de manera más eficiente. Cuando alguien experimenta estreñimiento o unadigestión lenta, salir a caminar o correr puede ayudar a que todo se mueva con más regularidad

Dieta

 Una dieta alta en fibra nos ayudará a tener deposiciones más regulares. Una dieta que carece de fibra puede provocar estreñimiento u otros problemas digestivos. Y es que lo que come una persona juega un papel importante en la frecuencia con la que va al baño.

Historial médico

Algunas afecciones médicas y medicamentos pueden afectar la salud intestinal y hacer que una persona vaya al baño más o menos a menudo de lo normal. Las enfermedades inflamatorias del intestino, como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa, e incluso un virus básico de la gripe estomacal, pueden cambiar la frecuencia con la que una persona hace caca.

Hormonas

Algunas hormonas, como la progesterona y el estrógeno, pueden afectar la frecuencia conque una mujer va al baño. Por ejemplo, algunas mujeres experimentan una mayor frecuencia de defecación en los días previos y al comienzo de su período.

¿Qué es lo normal?

Los hábitos saludables del intestino significan que alguien está defecando regularmente y que la caca es suave y se expulsa fácilmente. Los movimientos intestinales regulares permiten que el colon se vacíe sin dolor o incomodidad.

¿Qué NO es normal?

 Las heces acuosas (diarrea) indican que se están moviendo a través del colon muy rápidamente, generalmente como resultado de irritación, como una infección u otra fuente de inflamación.

Tener diarrea crónica puede provocar deshidratación o desequilibrios electrolíticos.También puede conducir a falta de nutrientes en el organismo porque el intestino no puede absorberlos cuando la caca se mueve tan rápido.
Muy interesante.


lunes, 6 de noviembre de 2017

¿Cuántos pasos es recomendable caminar al día?




Existe la idea común de que llegar a 10.000 es lo óptimo, pero un estudio reciente realizado con carteros escoceses lo amplía a 15.000 diarios.

Hace más de medio siglo, en 1965, el médico japonés Yoshiro Hatano calculó que, para gozar de una salud de hierro, había que caminar 10.000 pasos al día, entre siete y ocho kilómetros según la longitud de la zancada. El facultativo nipón apuntaba a que, además de prevenir dolencias cardiovasculares, así se quemaban el 20% de las calorías que ingeríamos diariamente. Una recomendación que incluso la Organización Mundial de la Salud, el Centro estadounidense para el Control de Enfermedades (CDC) o la American Heart Foundation hicieron suya y que incluyen como objetivo por defecto muchas apps y medidores electrónicos actuales de actividad física.

Veinte años antes de Hatano, un famoso estudio británico llamó por primera vez la atención sobre la necesidad de moverse, de dedicar una parte del día, por lo menos, al paseo: los investigadores de la época descubrieron que los cobradores de los autobuses londinenses, que debían desplazarse por los pasillos, sufrían menos dolencias cardiacas que los conductores, “ amarrados” permanentemente a sus asientos. De ahí se pasó al citado paradigma de los 10.000 pasos y a la moda actual del power walking, que defiende las virtudes del paseo a buen ritmo como al alternativa al running. Según sus adeptos, practicarlo mejora el sistema musculoesquelético, retrasa la aparición de la artrosis, facilita la digestión e incluso reduce el riesgo de sufrir cáncer de colon.

Pero ¿son suficientes 10.000? ¿Tiene fundamento este número redondo? Pues un riguroso estudio científico, uno de los primeros que se han llevado a cabo para confirmar o desterrar al mito, acaba de corregirles al alza: en realidad, hay que llegar... ¡a los 15.000!

A quien amedrente ese objetivo de 15.000 pasos, Tigbe da algunas recomendaciones. Una opción es “hacer los deberes” de una sola vez: a un ritmo rápido, de unos seis kilómetros y medio por hora, el reto se supera en apenas dos horas. La otra alternativa es hacerlo por partes: media hora antes de ir a trabajar, pequeños descansos de diez minutos sin estarnos quietos, otra caminata para volver a casa, etcétera.



viernes, 3 de noviembre de 2017

¿Cuáles son los pescados más sanos?



Por paradójico que resulte, cuanta más grasa contiene un pescado, más beneficios le reporta a la salud. Después de todo, no hay que olvidar que dicha grasa está formada principalmente por omega-3, un ácido graso que es incapaz de producir nuestro cuerpo por sí mismo. Este compuesto hoy tan prestigioso reduce los niveles de colesterol en sangre, mantiene nuestras arterias sanas y libres de trombos y previene los problemas cardiacos. Además, reduce de forma natural los niveles de tensión arterial. Pero, ¿cuáles son las mejores fuentes de este nutriente?

El llamado pescado blanco –bacalao, lenguado, rape, merluza, rodaballo...– es sedentario, no necesita hacer acopio de grandes reservas de energía y solo posee un 1-2 % de grasa en su cuerpo. Eso sí, es una fuente de proteínas muy saludable y poco calórica, además de aportar vitaminas del complejo B. Por su lado, pescados azules como las sardinas, los salmones y los atunes son trotamundos, realizan larguísimos desplazamientos a lo largo de su vida y eso los lleva a acumular entre un 5 % y un 10 % de grasa entre sus músculos. Teniendo en cuenta que también aportan proteínas en cantidad y calidad similares al huevo y la carne, su caché gastronómico y nutricional a estas alturas está por las nubes.

Según las últimas investigaciones, el consumo de omega-3 no solo mejora nuestra salud cardiovascular, sino que  también beneficia al funcionamiento del cerebro. Un estudio de la Universidad de Alberta (Canadá) demostró que las neuronas encargadas de almacenar información en el hipocampo, la sede de la memoria, se comunican mejor unas con otras cuando los niveles de omega-3 son elevados. Asimismo, que por nuestras venas fluya este nutriente en abundancia previene la depresión y mejora el estado de ánimo. Por si fuera poco, otra reciente investigación de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, ha sacado a relucir que su consumo mejora la calidad del sueño, pues reduce los problemas para conciliarlo y las interrupciones nocturnas.

El pez grande se come el mercurio


Pero, ¡atención ictiófagos! Comer pescado en grandes cantidades también tiene sus contraindicaciones, sobre todo si tenemos en cuenta que algunos de ellos son más propensos a acumular mercurio. Concretamente, esta sustancia nociva estaría más presente en los peces grandes, los predadores que se encuentran al final de la cadena alimenticia. Por ejemplo, los tiburones se comen muchos peces pequeños, los cuales a su vez ingieren el mercurio depositado en el plancton… Aparte de este escualo, otras especies disponibles en las pescaderías, como el pez espada, la caballa y los blanquillos (de la familia Malacanthidae), también pueden contener dosis elevadas del elemento químico.
El mercurio debe ser evitado, sobre todo, por las mujeres embarazadas y los niños de corta edad –hasta 30 meses–, ya que puede afectar al desarrollo neurológico tanto de los fetos como del individuo durante su primera infancia. De todos modos, los expertos no aconsejan eliminar totalmente los pescados citados de la dieta, sino limitar su consumo a dos veces por semana.

Opciones óptimas si combinamos el alto contenido en omega 3 con los bajos niveles de mercurio serían el salmón, la trucha, el arenque, la sardina y, entre los mariscos, la ostra.
Fuente: muy interesante.