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viernes, 30 de noviembre de 2018

Esto es lo que pasa cuando te aguantas la orina




Puede que no lo parezca, pero la vejiga adulta puede contener hasta medio litro de orina antes de que sintamos la necesidad de ir al baño.
Nuestro cuerpo sabe cuánto se acumula porque la pared de la vejiga está llena de pequeños receptores que envían un mensaje a nuestro cerebro cuando la vejiga alcanza su máxima capacidad.

Afortunadamente, la mayoría de nosotros tiene control total sobre la función de la vejiga, de modo que cuando recibimos este mensaje, podemos optar por aliviarnos de inmediato o mantenerlo un poco, sea por la circunstancia que sea (no hay un baño cerca, vamos en el coche...).
Pero, ¿qué estamos haciendo exactamente con nuestro cuerpo cuando retenemos toda esa orina?

Es normal intentar aguantar la necesidad de orinar de vez en cuando.

La capacidad normal de la vejiga es de unas 2 tazas de líquido e incluso menos para un niño. La vejiga puede estirarse para contener más que esto, pero hacerlo con demasiada frecuencia puede ser peligroso.

Consecuencias de aguantar el pipí demasiado tiempo
 En un adulto sano, mantener ocasionalmente la orina no causará problemas, pero puede haber algunos efectos no deseados si se convierte en un hábito. Cuando la vejiga se llena a la mitad con líquido, envía una señal al cerebro de que es hora de orinar. El cerebro crea la necesidad de orinar mientras le dice a la vejiga que se aguante. No hay reglas estrictas sobre cómo y cuándo es seguro contener el pipí. Y algunas personas pueden ser más propensas a los efectos secundarios que otras.

1. Dolor
 Las personas que regularmente ignoran la necesidad de orinar pueden sentir dolor en la vejiga o los riñones. Incluso hacer pis puede doler. Los músculos también pueden permanecer parcialmente apretados después de que se libera la orina, lo que puede provocar calambres pélvicos.


2. Infección del tracto urinario
En algunos casos, mantener la orina durante demasiado tiempo puede hacer que las bacterias se multipliquen. Esto puede conducir a una infección del tracto urinario. El consejo de no aguantar el pis demasiado tiempo es especialmente válido si el individuo tiene un historial de infecciones urinarias frecuentes.
Las personas que no beben suficientes líquidos pueden tener más probabilidades de desarrollar una infección del tracto urinario, ya que la vejiga no le dice al cuerpo que orine con la suficiente frecuencia. Esto puede causar que las bacterias se propaguen a través del tracto urinario, lo que lleva a una infección. Entre los síntomas se encuentran: sensación de ardor o escozor durante la micción, orina fuerte o fétida u orina sangrienta/muy oscura.

3. Estiramiento de la vejiga
A largo plazo, mantener la orina regularmente puede hacer que la vejiga se estire. Esto puede dificultar o imposibilitar que la vejiga se contraiga y libere la orina normalmente. Si esto sucede, pueden ser necesarias medidas adicionales, como un catéter.

4. Daño a los músculos del suelo pélvico
Retener frecuentemente la orina puede dañar los músculos del suelo pélvico. Uno de estos músculos es el esfínter uretral, que mantiene la uretra cerrada, para evitar que la orina se escape. Dañar este músculo podría provocar incontinencia urinaria. Hacer ejercicios del suelo pélvico, como los de Kegel, puede ayudar a fortalecer estos músculos y prevenir fugas o reparar la pérdida muscular.

La vejiga puede estallar?
Un mito común es que la vejiga estallará si una persona retiene el pipí demasiado tiempo. Aunque esto es extremadamente raro, sí que es posible. Es mucho más probable que la vejiga simplemente anule los músculos que retienen la orina, causando que la persona haga pis accidentalmente.

Así que, a modo de resumen, retener el pis ocasionalmente no tiene por qué causar daño. Sin embargo, hacerlo regularmente puede aumentar el riesgo de infección u otras complicaciones.


lunes, 6 de noviembre de 2017

¿Cuántos pasos es recomendable caminar al día?




Existe la idea común de que llegar a 10.000 es lo óptimo, pero un estudio reciente realizado con carteros escoceses lo amplía a 15.000 diarios.

Hace más de medio siglo, en 1965, el médico japonés Yoshiro Hatano calculó que, para gozar de una salud de hierro, había que caminar 10.000 pasos al día, entre siete y ocho kilómetros según la longitud de la zancada. El facultativo nipón apuntaba a que, además de prevenir dolencias cardiovasculares, así se quemaban el 20% de las calorías que ingeríamos diariamente. Una recomendación que incluso la Organización Mundial de la Salud, el Centro estadounidense para el Control de Enfermedades (CDC) o la American Heart Foundation hicieron suya y que incluyen como objetivo por defecto muchas apps y medidores electrónicos actuales de actividad física.

Veinte años antes de Hatano, un famoso estudio británico llamó por primera vez la atención sobre la necesidad de moverse, de dedicar una parte del día, por lo menos, al paseo: los investigadores de la época descubrieron que los cobradores de los autobuses londinenses, que debían desplazarse por los pasillos, sufrían menos dolencias cardiacas que los conductores, “ amarrados” permanentemente a sus asientos. De ahí se pasó al citado paradigma de los 10.000 pasos y a la moda actual del power walking, que defiende las virtudes del paseo a buen ritmo como al alternativa al running. Según sus adeptos, practicarlo mejora el sistema musculoesquelético, retrasa la aparición de la artrosis, facilita la digestión e incluso reduce el riesgo de sufrir cáncer de colon.

Pero ¿son suficientes 10.000? ¿Tiene fundamento este número redondo? Pues un riguroso estudio científico, uno de los primeros que se han llevado a cabo para confirmar o desterrar al mito, acaba de corregirles al alza: en realidad, hay que llegar... ¡a los 15.000!

A quien amedrente ese objetivo de 15.000 pasos, Tigbe da algunas recomendaciones. Una opción es “hacer los deberes” de una sola vez: a un ritmo rápido, de unos seis kilómetros y medio por hora, el reto se supera en apenas dos horas. La otra alternativa es hacerlo por partes: media hora antes de ir a trabajar, pequeños descansos de diez minutos sin estarnos quietos, otra caminata para volver a casa, etcétera.



viernes, 3 de noviembre de 2017

¿Cuáles son los pescados más sanos?



Por paradójico que resulte, cuanta más grasa contiene un pescado, más beneficios le reporta a la salud. Después de todo, no hay que olvidar que dicha grasa está formada principalmente por omega-3, un ácido graso que es incapaz de producir nuestro cuerpo por sí mismo. Este compuesto hoy tan prestigioso reduce los niveles de colesterol en sangre, mantiene nuestras arterias sanas y libres de trombos y previene los problemas cardiacos. Además, reduce de forma natural los niveles de tensión arterial. Pero, ¿cuáles son las mejores fuentes de este nutriente?

El llamado pescado blanco –bacalao, lenguado, rape, merluza, rodaballo...– es sedentario, no necesita hacer acopio de grandes reservas de energía y solo posee un 1-2 % de grasa en su cuerpo. Eso sí, es una fuente de proteínas muy saludable y poco calórica, además de aportar vitaminas del complejo B. Por su lado, pescados azules como las sardinas, los salmones y los atunes son trotamundos, realizan larguísimos desplazamientos a lo largo de su vida y eso los lleva a acumular entre un 5 % y un 10 % de grasa entre sus músculos. Teniendo en cuenta que también aportan proteínas en cantidad y calidad similares al huevo y la carne, su caché gastronómico y nutricional a estas alturas está por las nubes.

Según las últimas investigaciones, el consumo de omega-3 no solo mejora nuestra salud cardiovascular, sino que  también beneficia al funcionamiento del cerebro. Un estudio de la Universidad de Alberta (Canadá) demostró que las neuronas encargadas de almacenar información en el hipocampo, la sede de la memoria, se comunican mejor unas con otras cuando los niveles de omega-3 son elevados. Asimismo, que por nuestras venas fluya este nutriente en abundancia previene la depresión y mejora el estado de ánimo. Por si fuera poco, otra reciente investigación de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, ha sacado a relucir que su consumo mejora la calidad del sueño, pues reduce los problemas para conciliarlo y las interrupciones nocturnas.

El pez grande se come el mercurio


Pero, ¡atención ictiófagos! Comer pescado en grandes cantidades también tiene sus contraindicaciones, sobre todo si tenemos en cuenta que algunos de ellos son más propensos a acumular mercurio. Concretamente, esta sustancia nociva estaría más presente en los peces grandes, los predadores que se encuentran al final de la cadena alimenticia. Por ejemplo, los tiburones se comen muchos peces pequeños, los cuales a su vez ingieren el mercurio depositado en el plancton… Aparte de este escualo, otras especies disponibles en las pescaderías, como el pez espada, la caballa y los blanquillos (de la familia Malacanthidae), también pueden contener dosis elevadas del elemento químico.
El mercurio debe ser evitado, sobre todo, por las mujeres embarazadas y los niños de corta edad –hasta 30 meses–, ya que puede afectar al desarrollo neurológico tanto de los fetos como del individuo durante su primera infancia. De todos modos, los expertos no aconsejan eliminar totalmente los pescados citados de la dieta, sino limitar su consumo a dos veces por semana.

Opciones óptimas si combinamos el alto contenido en omega 3 con los bajos niveles de mercurio serían el salmón, la trucha, el arenque, la sardina y, entre los mariscos, la ostra.
Fuente: muy interesante.

martes, 19 de enero de 2016

Tener un nivel alto de ácido úrico protege contra el párkinson



En los hombres, tener un alto nivel de ácido úrico en la sangre puede ser señal de una menor probabilidad de desarrollar la enfermedad de Parkinson, según un nuevo estudio llevado a cabo por la Universidad Estatal de Pensilvania (EE.UU.) y publicado en la revista Neurology.

La enfermedad de Parkinson uele apsarecer en las personas mayores de 60 años y sus síntomas principales son temblores, rigidez, lentitud de movimientos y problemas de equilibrio y coordinación. Estas señales o manifestaciones físicas van empeorando con el tiempo, dificultando la realización de las labores más habituales del día a día.

Ahora, una nueva investigación ha determinado que el urato o ácido úrico, que estudios anteriores ya lo habían sugerido como escudo protector de las neuronas, puede prever las posibilidades de desarrollar párkinson.

Para ello, los expertos examinaron a 90.214 participantes en tres grandes estudios en curso, llevando a cabo análisis de sangre con objeto de medir los niveles de ácido úrico de cada uno de los voluntarios. Hasta 388 personas desarrollaron la enfermedad de Parkinson en el transcurso del estudio.

Combinando sus resultados con otros estudios previos y tras ajustar otros factores como la edad, el tabaquismo o el consumo de cafeína, hallaron que los hombres con los niveles más altos de ácido úrico (6,3-9,0 mg/dL) tenían casi un 40% menos de probabilidades de desarrollar la enfermedad en comparación con los que tenían niveles bajos (menos de 4,9 mg/dL).

“Estos resultados sugieren que el urato podría proteger contra el párkinson o retardar la progresión de la enfermedad en sus primeras etapas antes de que se observen síntomas. Los resultados apoyan la investigación sobre si elevar el nivel de ácido úrico en personas con principio de párkinson puede retrasar los efectos de la enfermedad”, explica Xiang Gao, líder del estudio.
muy interesante.