Consumimos hasta un 10% más de calorías al final de la tarde
que a primera hora de la mañana.
Existen múltiples factores que pueden influir en la cantidad
de calorías que quemamos a lo largo de una jornada: desde la actividad física
que realizamos a la dieta que consumimos, pasando por nuestras horas de sueño,
que también son muy importantes. Pero, según un nuevo estudio estadounidense,
tu ritmo circadiano –los procesos que controlan el reloj biológico para que
todo funcione a la perfección– también influye. De esta manera, apuntan, hay
horas del día durante las que tu organismo quema muchas más calorías que a
otras, y eso sin que hagamos nada especial para ello
Hallan unas células clave para regular los ritmos
circadianos
Según esta investigación reciente, llevada a cabo por
expertos del Hospital de Brigham y de Mujeres de Boston y publicada por la
revista Current Biology, cuando estamos en reposo –y la energía que precisamos
está destinada a funciones como la respiración y la circulación sanguínea–, los
seres humanos quemamos en torno a un 10% más de calorías durante la tarde y a
última hora de la tarde que ya por la noche y de madrugada, lo que equivale a
130 calorías adicionales quemadas sin tener que hacer nada para conseguirlo.
La doctora Jeanne Duffy, coautora de este estudio, reconoce
que no resulta del todo evidente si las personas deberíamos reorganizar nuestra
agenda para realizar el ejercicio físico y tomar alimentos en torno a esas
horas de la tarde; pero sí destaca que se tendría que evitar el consumo de
calorías tarde en la noche y a primera hora de la mañana. Así, que la próxima
vez que sientas la tentación de levantarte a altas horas de la madrugada para
picar algo del frigorífico, ten todo esto en cuenta.
“Por ejemplo”, explica Duffy en declaraciones que recoge
Time, “si nos levantamos una o dos horas antes y desayunamos en ese momento,
podríamos estar tomando esos alimentos no solo en un momento en el que nuestro
organismo no está preparado para lidiar con ellos, sino en un instante en el
que necesitamos menos energía para mantener nuestras funciones vitales. Por esa
razón, el mismo desayuno puede dar como resultado una cantidad de calorías
extra almacenadas.
En un recinto sin reloj ni ventanas
En este experimento de laboratorio, que se desarrolló
durante un total de 37 días, participaron siete individuos de entre 38 y 69
años que se sometieron a un control estricto por parte de los investigadores:
desde las dietas que ingerían hasta su exposición a la luz, con el objetivo de
observar el impacto natural de los ritmos circadianos en sus organismos. Para
ello, las personas vivieron en un recinto cerrado, sin ventanas, sin poder
consultar el reloj ni acceso a ningún tipo de comunicación (teléfonos o
internet). Asimismo, se regularon sus horas de sueño: atrasaban sus horarios
cuatro horas cada noche para manipular la relación entre el sueño y el reloj biológico,
de manera que su ciclo circadiano funcionaba solo en base a factores internos.
Los sujetos estaban equipados con sensores para medir su
temperatura corporal y los investigadores constataron que dicha temperatura era
más baja –y quemaban menos calorías– cuando los ritmos circadianos se
correspondían con la noche y la madrugada; mientras que era más alta –y se
quemaban más calorías– unas doce horas más tarde. Es decir, al final de la
tarde.
Según los resultados de este estudio, las interrupciones del
ritmo circadiano que sufren los empleados con horarios poco usuales, con
trabajos a turnos –aquellos que deben ir rotando para desempeñar sus fuciones
de mañana, tarde o noche en un periodo determinado de días o de semanas– y
nocturnos, podrían estar asociadas con una serie de problemas de salud, como la
obesidad, la diabetes tipo 2 o el deterioro cognitivo, entre otros.
Duffy subraya que nuestros relojes biológicos están
“programados para estar listos de cara a hacer las cosas a horas regulares del
día y para que funcionen de forma óptima. Cuando nos quedamos despiertos toda
la noche para trabajar, estamos trabajando contra esos relojes biológicos
internos”. “No estará programado de manera óptima para lidiar con el hecho de
que está comiendo a las tres de la mañana cuando lo normal es que no ingiramos
alimentos durante la noche”, añade.
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