Hace 200 años que el rey intruso, José Bonaparte, renunció a
su puesto en España (1813). Apodado ‘Pepe Botella’, el hermano de Napoleón tuvo
un reinado efímero e intranquilo por ser un rey impuesto a los españoles.
Deseosos de independencia, los españoles le declararon la guerra sin cuartel
desde el principio.
Aunque de carácter amable y afectuoso y acompañado siempre
de ministros ‘afrancesados’, José I vivió en Madrid la soledad propia de quien
es visto como intruso, un usurpador del trono que por tradición correspondía a
Fernando VII, conocido entonces como ‘El deseado’.
En unas caricaturas aparece montado en un pepino sosteniendo
con las manos una bandeja con una botella y unas copas llenas de vino. En otros
dibujos, una mano le muestra un rey de copas de la baraja mientras un criado le
trae una enorme bota de vino condecorada con una cruz.
Retrato al óleo de José Bonaparte, vestido con ropa dorada
bordada en oro, medallón al pecho y capa roja, a su lado una corona real
Entre las coplas y cantes, una letra decía: “Cada cual tiene
su suerte, la tuya es de borracho hasta la muerte”. Y otra, “No es caballo, ni
yegua, ni pollino en el que va montado, que es pepino”. Sin embargo, según los
historiadores, el rey intruso no era bebedor. Lo que sí parece acertado es que
José Bonaparte, además de amante de la buena mesa, era muy aficionado a las
mujeres, aunque en estos asuntos la historia se mueve entre la realidad y la
leyenda.
Las amantes de Pepe Botella
José Bonaparte conoció a Teresa Montalvo, viuda del conde de
Jaruco y sobrina de uno de sus ministros, Gonzalo O’Farrill, ministro de la
guerra, en una de las fiestas que la mujer organizaba en su casa. Teresa era
una joven cubana muy atractiva y pronto se convirtió en su amante.
Enseguida se supo que ‘Pepe Botella’ había comprado un
palacete a la condesa de Jaruco en la calle del Clavel, y que la visitaba
disimuladamente por las noches, entrando por la puerta del jardín. Sin embargo,
Teresa Montalvo no disfrutaba de buena salud y, a pesar de las atenciones que
le procuró su amante, murió poco tiempo después.
Cuando José Bonaparte, al poco tiempo de estar en Madrid
(1812), huyó a Francia impresionado por la derrota en Bailén del general Dupont
frente al general Castaños, conoció en Vitoria a otra de sus amantes, María del
Pilar Acedo, marquesa de Montehermoso. Cuando el rey intruso volvió a Madrid
acompañado del propio Napoleón y su ejército imperial, para reinstalarse en el
trono, la marquesa de Montehermoso se trasladó a Madrid. En cuanto al marqués,
a los pocos meses fue nombrado gentilhombre de cámara, grande de España y Gran
Cordón de la Orden Real de España, un título creado por el José I.
Los madrileños en sus chascarrillos se referían a este
título como ‘la orden de la berenjena’, por su cinta color violeta. Ente burlas
y chanzas algunas cantes ingeniosos decían: “De Montehermoso la dama / tiene un
tintero / donde moja la pluma / José Primero”.
Caricatura en la que José Bonaparte, sobre un gran pepino,
sosteniendo una bandeja con una botella de vino, un mono enseña la carta del
rey de copas y un criado sostiene una gran bota de vino
Detestado y ridiculizado sin tregua por los madrileños, con
importantes bajas entre sus soldados por las batallas y la guerra de guerrillas
en el resto del país, José Bonaparte dimitió de su puesto en España el 28 de
mayo de 1813. Con él se fue la marquesa de Montehermoso, que después emigró a
Estados Unidos tras la batalla de Waterloo (1815) y falleció en Florencia en
1844.
Mejoras urbanísticas
A pesar de todo, durante el breve periodo que José Bonaparte
estuvo en Madrid se realizaron importantes reformas urbanísticas que pretendían
modernizar la ciudad y dotarla de mayor belleza y salubridad. Así, se
trasladaron cementerios y mataderos al exterior de Madrid, se demolieron
iglesias y conventos, dando lugar a las plazas de Oriente, San Miguel, Santa
Ana, Mostenses y San Martín, lo que permitió una mejor circulación del aire por
numerosas calles estrechas. También se proyectaron grandes avenidas.
Por estas actuaciones los madrileños, que nunca le
perdonaron la invasión, le apodaron también ‘rey plazuelas’ y ‘Pepe plazuelas’.
Durante la guerra de la Independencia, la legalidad española
residía en las Cortes de Cádiz, que en 1812 promulgaron la primera Constitución
Española.
F:cosasdelosmadriles
1 comentario:
Papi Gracias por presentarnos a un personaje tan majo jijijj....
Alma
Pd: No dudes en poner entradas tan interesantes.
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