Ya es hora de acabar con el mito de los huevos y el
colesterol. Los huevos son los amigos del corazón, siempre que se eviten las
grasas saturadas
El colesterol LDL, conocido como “colesterol malo”, ha sido
históricamente vinculado al consumo de huevos, pero la ciencia apunta en otra
dirección: la grasa saturada. El colesterol dietético, que es el que contienen
ciertos alimentos como los huevos, no tiene un impacto negativo en los niveles
de colesterol en sangre.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Australia
del Sur ha dado una nueva oportunidad a los huevos en el desayuno. A través de
un estudio pionero, demostraron que comer hasta dos huevos diarios, siempre
dentro de una dieta baja en grasa saturada, no sólo no eleva el colesterol LDL
ese que se ha ganado la mala fama de “malo”, sino que incluso podría
ayudar a reducirlo.
Durante años, los huevos fueron los malos de la película en
lo que respecta a enfermedades del corazón. Su alto contenido de colesterol los
convirtió en un alimento a evitar, al menos según las recomendaciones
dietéticas tradicionales. Sin embargo, este nuevo estudio muestra que la
verdadera amenaza no está en el colesterol de los alimentos, sino en la grasa
saturada que los acompaña.
El profesor Jon Buckley, investigador principal del estudio,
afirma que es momento de revaluar el lugar del huevo en nuestra dieta. “Los
huevos han sido injustamente demonizados por consejos nutricionales que ya han
quedado obsoletos”, declara. “Son únicos: sí, tienen colesterol, pero también
son bajos en grasa saturada. Aun así, es ese colesterol lo que ha hecho que la
gente dude si son buenos o malos para la salud”.
El equipo de UniSA quiso separar claramente el efecto del
colesterol dietético y de las grasas saturadas, para entender qué componente
tiene realmente impacto en el colesterol LDL. Y los resultados fueron claros:
una dieta alta en colesterol (procedente de los huevos), pero baja en grasa
saturada, no solo no eleva el LDL, sino que puede contribuir a bajarlo.
En otras palabras, el problema no son los huevos, sino lo
que ponemos al lado. “Cuando hablamos de un desayuno cocinado, no hay que
culpar a los huevos”, insiste el profesor Buckley. “Lo que realmente puede
perjudicar tu salud cardiovascular es esa porción extra de bacon o la salchicha
que acompaña”.
Este hallazgo resulta especialmente importante en un
contexto en el que las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la causa
número uno de muerte en el mundo, con casi 18 millones de víctimas al año. En
Australia, una persona muere por esta causa cada 12 minutos. Si algo tan
sencillo como dejar de temerle al huevo —y centrarse en reducir grasas
saturadas— puede contribuir a revertir esta tendencia, es una noticia digna de
celebrarse con una tortilla.
Además, este estudio también ayuda a corregir malentendidos
persistentes sobre el colesterol dietético. Aunque muchos alimentos contienen
colesterol, el cuerpo humano también lo produce de forma natural, y la mayoría
de las veces, el colesterol en sangre no está directamente relacionado con el
que comemos. De hecho, las últimas guías nutricionales en varios países ya han
dejado de recomendar límites estrictos al colesterol dietético, apuntando más
bien a reducir el consumo de grasas saturadas y trans.
En definitiva, el estudio de la Universidad de Australia del
Sur nos invita a reconsiderar nuestra relación con los huevos. Podemos
disfrutarlos, siempre y cuando vigilemos el resto del plato. Así que la próxima
vez que prepares un desayuno, tal vez la clave no esté en quitar el huevo… sino
en dejar el bacon en la nevera.