Una cosa que disfruto muchísimo desde que inicié esta pasión virtual es escudriñar en antiguos planos de Madrid y analizar los cambios que han ido surgiendo en la capital. Además de las modificaciones de espacios urbanos, como creación de nuevas plazas o calles, me llama poderosamente la atención los cambios que hubo en la nomenclatura de algunas vías, y es así como, casi de manera involuntaria, nació este secreto.
Desde hace un tiempo la Calle Toledo es una de mis
predilectas de Madrid, no me ha costado nada acostumbrarme a su historia, a sus
comercios, a sus lunas. Algún día haré un artículo paseándola y hablando de sus
muchos puntos de interés, la colegiata de San Isidro, el desaparecido hospital
de La Latina, Caramelos Paco o Alpargatería Hernanz. Estos son solo alguno de
sus interesantes valores pero hoy nos toca hablar de una realidad que dejó de
ser visible hace ya mucho tiempo.
Analizando por un plano de 1898 descubrí que en un principio
la denominación de ‘Calle Toledo’ sólo iba desde su nacimiento en la Plaza
Mayor hasta la imponente Puerta de Toledo. A partir de este enorme acceso, el
tramo que llegaba hasta el famoso puente y el entorno de Pirámides respondía al
nombre de ‘Paseo de los Ocho Hilos’. Un nombre realmente romántico y evocador
que, al instante supe, escondería un motivo para el porqué de su existencia.
Resulta que este tramo estaba adornado por ocho filas de
árboles, cuatro a cada lado de la calzada. Por aquella presencia verde se le
bautizó como ‘Paseo de los Ocho Hilos’. Lo bueno de estos secretos es que, en
contadas ocasiones, contamos con algún documento gráfico que refuerza su
versión así que aquí os dejo una imagen en la que podéis observar aquella
Calle de Toledo, tan verde y esbelta que fue conocida como el ‘Paseo de los
Ocho Hilos.’
Si os fijáis entre Pirámides y el horizonte, donde se divisa
la Puerta de Toledo, vemos aquellos árboles que bautizaron este lugar como el
‘Paseo de los Ocho Hilos’.
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