martes, 28 de marzo de 2017

Escapadas urbanas


Con tantas ciudades maravillosas por visitar y un tiempo de vacaciones limitado, ¿Cómo elegir las mejores escapadas urbanas?

Las escapadas urbanas son excitantes, puedes viajar a un destino que no conoces, empaparte de su cultura y atracciones turísticas, y captar la esencia de la ciudad en solo unos días. Por supuesto, puedes alargar tu estancia si lo prefieres, pero mucha gente opta por escapadas cortas para disfrutar de unas merecidas vacaciones sin tener que cogerse muchos días libres en su trabajo. Para estilos de vida ocupados, las escapadas urbanas son la solución ideal.

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Encontrar la mejor oferta puede ser un desafío con tantas webs ofreciendo distintos paquetes. ¿Es mejor reservar vuelos por separado? ¿Estará el desayuno incluido en el hotel? ¿Cómo de cerca estará el hotel de las zonas turísticas? ¿Deberías alquilar un coche? Es difícil saber si tienes la mejor oferta cuando tienes todas que considerar todo esto.

Estos 5 consejos te ayudarán a encontrar las mejores ofertas online de escapadas urbanas…

1. Escoge una ciudad
Si ya tienes pensado un destino, todo el proceso será más fácil. Si aún no sabes a qué ciudad te gustaría ir, ¿Por qué no preguntar a tus amigos y familiares por recomendaciones, o echar un vistazo a algún que otro blog de viajes? Estos últimos generalmente tienen sugerencias geniales o artículos sobre sobre diferentes países y ciudades. También puedes actualizar el estado de tu Facebook, preguntando a tus contactos por cuáles serían sus destinos preferidos.

2. Tours guiados o libertar para explorar
Ahora que ya has elegido un destino, párate a pensar sobre cómo te gustaría pasar el tiempo en esa ciudad. ¿Te gustaría un tour instructivo y guiado que cubra los principales puntos turísticos para poder olvidarte de planificar? ¿O tal vez prefieras la libertad de explorar y empaparte de la cultura de la ciudad a tu propio ritmo, parando por bares por el camino? Si te vas a quedar varios días, puedes probar ambos. Te podría interesar alquilar una bici, alquilar un paseo en barco, o subirte a un tren y cruzar la ciudad. Es una buena idea investigar todas estas posibilidades y organizarlo todo antes de reservar tus vacaciones. Solo vas unos días, así que trata de usar tu tiempo cuidadosamente y sacarás el máximo partido una vez ahí.

3. Elige las fechas
Lo siguiente a tener en cuenta son las fechas. Los precios de los hoteles variarán dependiendo de cuándo quieras ir. Si eres flexible en las fechas, tendrás más opciones para elegir y podrás conseguir mejores precios.

4. Busca ofertas
Elige una web que compare precios por ti. Las webs que te garantizan los mejores precios online tienen procedimientos estrictos de comprobación que aseguran que sus clientes tienen los mejores precios. Las webs no usarán frases tipo “mejor precio” a no ser que lo hayan comprobado meticulosamente. Estas webs tienen equipos que se dedican a hacer estas comprobaciones así que no has de preocuparte. Usa estos buscadores con la ciudad de tu elección y se te mostrarán una lista de opciones que son justo lo que andas buscando. En caso de no haber ofertas en los días elegidos, es posible que te muestren alternativas.

5. Lee opiniones
Una vez elegido el destino de tu escapada, ve a una web de opiniones y pégales un vistazo a algunas de ellas. Si la mayoría de las opiniones son positivas, puedes estar seguro de que has encontrado una buena oferta.

Y ahora una recomendación extra… con la que además puedes ahorrarte hasta un 70%!

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Así que si quieres una manera sin complicaciones de encontrar una escapada urbana de ensueño, Secret Escapes es tu mejor opción

viernes, 17 de marzo de 2017

Cascada Cola de Caballo, Ordesa.



Si tienes pensado visitar el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido en los Pirineos aragoneses no puedes perderte su ruta a pie más espectacular: la cascada Cola de Caballo. Apto para todos los públicos, este sendero te transportará por una sucesión de maravillas naturales en el corazón del valle de Ordesa.

La ruta comienza en la pradera de Ordesa. Si viajas fuera de la temporada alta podrás acceder al aparcamiento de la pradera con tu propio coche pero en épocas de temporada alta sólo se puede llegar a través de un autobús que sale desde la pequeña localidad de Torla. No te preocupes porque aunque es un ruta muy popular no te quedarás sin plaza, cada 15 o 20 minutos aproximadamente tendrás un autobús para subir. El precio del billete es de 4,5 euros ida y vuelta.

Una vez en el punto de partida tienes dos opciones. Puedes elegir la opción más popular: realizar el ascenso y el descenso de vuelta por el sendero GR-11 que discurre entre bosques por el fondo del valle de Ordesa. Se trata de un camino de unos 17 kilómetros ida y vuelta, muy cómodo, perfectamente señalizado y sencillo para todas las edades. Eso sí, en época estival está súper transitado así que mucha paciencia.

Pero lo que yo te propongo es una ruta circular. Se trata de realizar el ascenso a la cascada Cola de Caballo por la Senda de los Cazadores, un vertiginoso camino que os llevará muy alto para disfrutar de las mejores vistas sobre el valle. El regreso se hace por la pista que corresponde al GR-11. Observarás el valle de Ordesa desde todas las perspectivas. Sin miedo, es un sendero técnicamente sencillo pero extenso. Para llegar al paraíso hay que sufrir un poquito por lo que yo te recomiendo que no lo dudes y que escojas este precioso camino.



sábado, 11 de marzo de 2017

¿Cuántos árboles hacen falta para proveernos de oxígeno?





En función de la especie y edad del árbol, una persona necesitaría varios ejemplares para poder respirar con el oxígeno que producen.

Los árboles, al igual que el resto de las plantas, se valen de la fotosíntesis para transformar la energía de la luz solar, el agua y el dióxido de carbono –uno de los principales gases de efecto invernadero implicados en el cambio climático– en azúcares y almidones para su uso como alimento. La clorofila, por su parte, un pigmento de color verde presente en las hojas, es la encargada de absorber la luz.

Mientras tiene lugar este proceso, los árboles liberan oxígeno, si bien no todos los ejemplares emiten la misma cantidad de este gas. Esto depende de varios factores, como la especie a la que pertenecen, su edad, el lugar donde se encuentran o la altura a la que crecen. Pero para hacernos una idea, podemos tomar como referencia el sicomoro –su denominación científica es Ficus sycomorus–, una morácea de unos doce metros de altura que produce en torno a 100 kilos de oxígeno al año. En ese tiempo, un ser humano respira aproximadamente 9,5 toneladas de aire. Eso sí, el oxígeno solo representa alrdedor del 23% y, además, únicamente se puede extraer poco más de un tercio del mismo de cada respiración. Esto equivale a unos 730 kilos de oxígeno por año. Por tanto, harían falta siete u ocho árboles, al menos en el caso de los sicomoros, para saciar nuestra ración de gas vital.

En 2015, un equipo de investigadores de distintas instituciones coordinado por Thomas Crowther, un experto en silvicultura y estudios medioambientales de la Universidad de Yale, publicó un estudio en Nature donde aseguraban que el planeta alberga tres billones de árboles, más de 400 por persona. En el mismo advertían que el 43% se encuentran en zonas tropicales y que cada año se pierden unos 15.000 millones de ellos.
Muy interesante.





viernes, 10 de marzo de 2017

El vino tinto protege las neuronas



Un nuevo beneficio del resveratrol. Otra excusa para tomar una copita de vino tinto al día.

Una investigación sugiere otro efecto benefactor de tomar una copa de vino tinto al día, pues un compuesto muy conocido del vino tinto y de algunas frutas como los arándanos, las frambuesas y las moras, el resveratrol, puede proteger nuestras neuronas contra los efectos no deseados del envejecimiento. De hecho, el estudio sugiere que los beneficios pueden ser equivalentes a los de hacer dieta y practicar ejercicio. El trabajo ha sido publicado en la revista The Journals of Gerontology, Series A: Biological Sciences and Medical Sciences.

El estudio, encabezado por investigadores del Instituto de Investigación Virginia Tech Carilion en Roanoke (EE. UU.), se llevó a cabo con ratones con 2 años de edad (lo que en el mundo de los ratones es considerado un 'ratón viejo' pues su vida media es de aproximadamente 2 años) con objeto de descubrir el efecto de este compuesto en las  neuronas.
Muy interesante. 


jueves, 2 de marzo de 2017

COSAS QUE HAY QUE HACER EN MADRID UNA VEZ EN LA VIDA



Que sí, que del Madrid al cielo y tal, pero en ese entretenido camino entre aceras y firmamento hay muchas cosas que hacer. Empezando por estas 53.

1. Aparecer bajo el arco iris de la T4. Perder medio kilo caminando por sus relucientes pasillos hasta la salida.
2. Tentar al esguince cervical observando los gigantes resplandecientes que son las Cuatro Torres. Lamentar que ninguna de ellas tenga un mirador para estar más cerquita de las nubes.

3. Comprobar que los rascacielos ganan en belleza con la distancia y que, desde lejos, dan hasta sensación de soledad, de gigantismo aislado y de melancolía.

4. Preguntarse cómo es que las torres Kio no se caen.

5. Dudar si el Juan Carlos I es un parque con estatuas o unas estatuas con parque. Pasar del asunto con un picnic súper yankee sobre su hierba.
6. Coquetear con quien toque entre las ruinas romántica, ermitas, parterres y laguitos que pueblan el Parque del Capricho. Constatar que sea cual sea el día, la época del año y la hora siempre está precioso.
7. Honrar, caminando por la Castellana, a aquellos edificios que pretendieron ser modernos y que hoy descansan desordenados en ese cementerio de robots que es AZCA.

8. Discutir con un taxista.

9. Tratar de comprender cómo es que el Tour del Bernabéu es uno de los museos más visitados de España subiendo por sus ascensores, bajando a sus vestuarios y rememorando viejas gestas merengonas en sus pantallas.

10. Aprender sobre la vanguardia y la extravagancia en la mesa de DiverXo.

11. Excavar en la noche y encontrar los principales mitos y leyendas de esta ciudad dando tumbos por Malasaña. Añorar la Movida aunque no se haya vivido en las propias carnes y pupilas
12. Saludar a la niña de la Plaza de San Ildefonso. Apoyarse junto a la estudiante de la Calle Pez. Entremedias, tratar de probar todo los gin tonics que asomen por las puertas y no morir en el intento.

13. Brindar con unos ‘yayos’ o vermut en cualquiera de las tabernas míticas de este barrio, sacralizadas y ocupadas por la modernidad.

14. Desterrar cualquier prejuicio tras una noche loca por Chueca.

15. Descansar de todo al alzar la vista y descubrir el azulérrimo cielo sobre los edificios.

16. Bajar zigzagueando por calles como Conde Duque, Corredera Baja de San Pablo o Fuencarral, aceras con más solera y estímulo que cualquier avenida presuntuosa.

17. Reencontrarse con el cine de verdad por Martín de los Heros.

18. Asomarse ante lo que parece el fin del mundo pero encontrarse con otra media ciudad. O lo que es lo mismo, dejar el templo de Debod a las espaldas para agarrarse a la barandilla y fantasear con que todo eso, algún día, “será mío”.
19. Abrir las puertas de San Antonio de la Florida para encontrarse con todo un cielo pintado con frescos de Goya.

20. Practicar turismo viejuno (y con vistazas) montando en el teleférico mientras uno se pregunta ¿qué pasó con el faro de Moncloa?.

21. Pasear por las carreteras postapocalípticas y abandonadas de la Casa de Campo. Circunvalar el lago rememorando los buenos años domingueros mientras se sortean a los ciclistas del anillo verde.

22. Recuperar años de vida y recuerdos de la infancia en el encantador Parque de Atracciones de Madrid. Vencer al vértigo desde lo más alto de la Lanzadera, disfrutar de las vistas únicas de Madrid y acabar fardando con que se ha sobrevivido a la mítica Casa del Terror.

23. Echar de menos a Chu-Lin (el famoso oso panda) mientras se recorren los caminos serpenteantes del zoo.

24. Constatar que Madrid es una ciudad de reyes y presuntuosa recorriendo, estatua a estatua, toda la Plaza de Oriente y los Jardines de Sabatini.
25. Visitar el Palacio Real con la expectativa de encontrarse a Letizia (o a Leonor) tras una puerta. Darse de bruces con la realidad mientras se disfruta de los impresionantes salones donde no faltan la colección de Stradivarius ni los cuadros de Velázquez, Ribera o Caravaggio.

26. Lamentarse de la oportunidad perdida ante la catedral de la Almudena.

27. Bajar hasta las primitivas murallas de la ciudad mientras se escucha la famosa leyenda de por qué a los madrileños se les conoce como ‘gatos’.

28. Emperifollarse para disfrutar de una ópera en el Teatro Real.

29. Comparar Callao con Times Square y que no parezca una locura. El neón de Schweppes es el más bonito del mundo. Y punto.

30. Tragar con el maravilloso eclecticismo de comercios, edificios y viandantes de la maravillosa Gran Vía. Aún así, añorar espacios míticos como el Madrid Rock o el Palacio de la Música.

31. Encontrar un huequito en el Centro para ojear un libro y tomar unos churros en una misma calle: San Ginés.
32. Quedar con alguien bajo el oso y el madroño.

33. Fantasear con una Nochevieja en la abarrotada Puerta del Sol pero sin Ramón García y su capa.

34. Sumarse a la fauna guiri por la Cava Baja, el Arco de Cuchilleros y los soportales de la Plaza Mayor.

35. Engullir un ‘relaxing’ bocata de calamares.

36. Tertuliar, con postureo y posturitas, en el Círculo de Bellas Artes, en el Café Gijón o en los sillones reservados del Cock.

37. Desvelar la existencia de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, uno de los museos más completos y con menos prensa de la ciudad.
38. Concluir que la esquina más alucinante del mundo es Gran Vía con Alcalá. O lo que es lo mismo, el edificio Metrópolis.

39. Perder a un familiar durante las Navidades en el centro. O durante las Rebajas.

40. Sacar la mítica foto de la Cibeles con la Puerta de Alcalá de fondo.

41. Buscar al fantasma de la Casa de América y descubrir que el Ayuntamiento es un sitio entretenido, con exposiciones diversas y hasta un mirador en su tejado.

42. Santificar las terrazas, haga el tiempo que haga.


43. Cumplir con el guión y posar ante la Puerta de Alcalá.

44. Dominguear en el Retiro, entre los pequeños teatros de títeres y los músicos callejeros.

45. Alquilar una barca en el estanque y echar una cabezadita ante la atenta mirada de la estatua de Alfonso XII, la particular tartaleta de la capital.
46. Morir de amor ante el palacio de Cristal donde todo está hecho por y para el romanticismo: patos, estanque y cascadita.

47. Esquivar runners mientras se disfruta de otros rincones del parque como la estatua al ángel caído, el bosque del recuerdo o el paseo de carruajes.

48. Acercarse a la Plaza de toros de las Ventas y tratar de separar su bello continente neomozárabe de su polémico uso.

49. Madurar con un Brunch como excusa.

50. Apoyarse en los kilométricos chaflanes del barrio de Salamanca. Caminar la Milla de oro mientras se babea ante los escaparates.

51. Darle una segunda oportunidad al Museo Arqueológico Nacional, una de las rehabilitaciones museísticas más interesantes de los últimos lustros.

52. Convertir las eses antes de las ces en jotas mientras se baja con orgullo por el eje Castellana-Recoletos-Prado. ¡Y que viva el eJque y el wiJki!

53. Sobrevivir a un verano en su asfalto, con el “Aquí no hay playa” y el manual de buen Rodríguez como acompañantes

 De Traveler.