En función de la especie y edad del árbol, una persona
necesitaría varios ejemplares para poder respirar con el oxígeno que producen.
Los árboles, al igual que el resto de las plantas, se valen
de la fotosíntesis para transformar la energía de la luz solar, el agua y el
dióxido de carbono –uno de los principales gases de efecto invernadero
implicados en el cambio climático– en azúcares y almidones para su uso como
alimento. La clorofila, por su parte, un pigmento de color verde presente en
las hojas, es la encargada de absorber la luz.
Mientras tiene lugar este proceso, los árboles liberan
oxígeno, si bien no todos los ejemplares emiten la misma cantidad de este gas.
Esto depende de varios factores, como la especie a la que pertenecen, su edad,
el lugar donde se encuentran o la altura a la que crecen. Pero para hacernos
una idea, podemos tomar como referencia el sicomoro –su denominación científica
es Ficus sycomorus–, una morácea de unos doce metros de altura que produce en
torno a 100 kilos de oxígeno al año. En ese tiempo, un ser humano respira aproximadamente 9,5 toneladas de aire. Eso sí, el oxígeno solo representa alrdedor del 23% y, además, únicamente se puede extraer poco más de un tercio
del mismo de cada respiración. Esto equivale a unos 730 kilos de oxígeno por
año. Por tanto, harían falta siete u ocho árboles, al menos en el caso de los
sicomoros, para saciar nuestra ración de gas vital.
En 2015, un equipo de investigadores de distintas
instituciones coordinado por Thomas Crowther, un experto en silvicultura y
estudios medioambientales de la Universidad de Yale, publicó un estudio en
Nature donde aseguraban que el planeta alberga tres billones de árboles, más de
400 por persona. En el mismo advertían que el 43% se encuentran en zonas
tropicales y que cada año se pierden unos 15.000 millones de ellos.
Muy interesante.
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