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domingo, 1 de noviembre de 2020

Calle de la Cabeza (Madrid)

 




Un crimen y la Inquisición marcan esta pintoresca calle del barrio de Lavapiés

Al lado de la plaza de Tirso de Molina, la calle Cabeza es una de las más bonitas, y hoy codiciadas, de Lavapiés. A quien se haya fijado, en la placa de azulejo que anuncia el nombre de la vía sorprende una imagen espeluznante, la de una cabeza decapitada encima de un plato, una espada y un carnero degollado que sangra visiblemente.


 Detrás hay una historia macabra a más no poder. Pero no es la única. Justo en frente también se alza lo que fue una temible cárcel de la Inquisición. Vayamos por partes.

 Cuenta la leyenda que en el siglo XVI un criado asesinó a su amo, un rico sacerdote para después huir con el botín a Portugal. El crimen quedó impune, pero no mucho tiempo. Convertido en un caballero, el asesino regresó años después a Madrid.

En el Rastro compró un carnero para comérselo y cuando iba para su casa un alguacil le hizo detenerse porque iba dejando un reguero de gotas de sangre. Al ser interrogado por ello, el antiguo sirviente contestó tan tranquilo que era su almuerzo. Pero al descubrirse, apareció la cabeza del cura al que había dado muerte años atrás, incriminándolo.

Es difícil saber cómo puede ser que se apareciera la cabeza decapitada del antiguo amo del sirviente pero cuenta la leyenda que el criminal se quedó tan asustado por el suceso que confesó su antigua fechoría allí mismo. Poco después fue ejecutado en la Plaza Mayor y al parecer Felipe III hizo que se instalara un busto con la cabeza decapitada del cura en esa misma calle como recuerdo del crimen.

Pero la calle Cabeza es pródiga en memorias tristes y tiene otra historia macabra detrás, aunque esta no contiene ni un ápice de fantasía. Tal como cuenta Mesonero Romanos, el gran cronista madrileño, en el número 16 estuvo desde el siglo XVIII la cárcel de la Inquisición, conocida como la de la Corona. Una cárcel en la que se torturaba a los desdichados herejes de la Iglesia y donde decenas de hombres padecieron infinidad de calamidades.

 

miércoles, 30 de enero de 2019

Lavapiés recupera la sonrisa





Es un secreto a voces que una de las zonas que mejor salud disfrutan ahora mismo de todo Madrid es todo ese entorno cuyas raíces nacen en la plaza de Lavapiés. Tendencias culturales, gastronomía, ocio. Son decenas las propuestas que, semana tras semana, fluyen en lo que se ha convertido en un hervidero de ideas y buen rollo.

Estigmatizado durante décadas, ahora Lavapiés fusiona esos esquinazos del Madrid más castizo y tradicional con la vanguardia más alternativa. Ejemplo de estas segundas oportunidades es por ejemplo La Tabacalera (Calle Embajadores 53), antigua fábrica de tabacos en la que siglos atrás las cigarreras emprendían largas jornadas de trabajo y cuyas enormes estancias se han convertido hoy en sala de exposiciones. Otro centro cultural que ha influido, y mucho, en la nueva vida de este entorno es la Casa Encendida (Ronda de Valencia 2) cuyo activo programa está especializado en llamar la atención de las mentes más inquietas de la capital. Otra cita interesante de las artes escénicas de Madrid es el Teatro Pavón Kamikaze (Calle Embajadores 9) cuya rompedora fachada es toda una declaración de intenciones. Esta infografía realizada por los hoteles de la familia Ibis resume a la perfección lo que os digo.

Paseando por las calles de Lavapiés uno se puede cruzar con personas de hasta 88 nacionalidades diferentes mientras camina a los pies de todo un Monumento Nacional y es que aquí se ubica la corrala más famosa y fotografiada de toda la capital, ubicada en la Calle Tribulete 12. Sus colores y sus infinitas barandillas nos recuerdan aquel éxodo rural que décadas atrás acogió en este barrio a infinidad de familias de provincias que llevaban a Madrid con la intención de labrarse un provenir. A escasos metros de esta fabulosa corrala nos encontramos otro ejemplo de lo bien que ha sabido siempre reciclarse el barrio. La biblioteca de la UNED, sin lugar a dudas la más espectacular de toda la ciudad, se ubica en las ruinas de las desaparecidas Escuelas Pías de San Fernando, testimonio silencioso de la Guerra Civil y entre cuyo esqueleto de piedra hoy se dan cita decenas de estudiantes.

Además de lo evidente del barrio y de las bondades que saltan a la vista, Lavapiés encierra varios secretos que hay que estar muy atentos para no perdérselos. Por ejemplo, ¿Sabías que hasta el mismísimo Pablo Picasso fue vecino del barrio? Así es, en la Calle de San Pedro Mártir nº 5, muy cerquita de la Plaza de Tirso de Molina vivió el autor del Guernica. Fue entre los años 1897 y 1898. En la fachada de la pared, varias pinturas y murales de aire cubista nos lo recuerdan.

Y si después de perderse por las inclinadas y bonitas calles del barrio te ha entrado hambre, has venido al lugar adecuado ya que aquí encontrarás sabores y propuestas culinarias de cualquier rincón del mundo. Calles como las de Argumosa o la de Santa Isabel aglutinan en sus aceras terrazas y un ambiente fabuloso. Otra opción son los renovados mercados de San Fernando y el de Antón Martín, en cuyos pasillos, puestos de toda la vida conviven a la perfección con pequeños restaurantes, como por ejemplo el delicioso Yoka Loka, toda una ikazaya (taberna) japonesa que vive entre pollerías y puestos de fruta.

Lavapiés tiene muchísimos motivos para invitarte a quedarte y para enamorar al visitante. Su ambiente de vanguardia, sus sabores y su historia lo hacen, a día de hoy, el latido más cool de todo Madrid. En cuanto pongas un pie en él te darás cuenta de ello.
F. secretos de Madrid