Siempre me ha fascinado de los monumentos, no su verdadero motivo de existencia o razón de ser, si no todos esos pequeños detalles que, habitualmente pasan desapercibidos ante los ojos de los caminantes. Son pistas que nos dejaron en muchas ocasiones sus creadores para poder interpretarlos mejor. En este secreto vamos con uno que atañe al posiblemente, monumento más famoso de Madrid, la Puerta de Alcalá.
Fotografiada, y tarareada, hasta la saciedad, de esta
descomunal puerta, levantada en el año 1778, ya descubrimos hace bastante
tiempo el porqué de sus dos caras distintas. Ahora nos toca fijarnos en otro
aspecto que habitualmente pasamos por inadvertido, en un detalle, o mejor dicho
cuatro, que coronan este antaño acceso de la Villa desde una de sus fachadas,
pero antes de ello, citemos levemente al verdadero promotor de esta obra,
Carlos III.
El monarca llegó a la Villa procedente de Italia en octubre
de 1759. Cuando lo hizo le sorprendió el estado de Madrid, y lo hizo para mal.
Así que lo primero que le vino a la cabeza fue el intenso lavado de cara que
necesitaba aquella ciudad, su nueva ciudad. Por eso a este señor se le conoce
como ‘el mejor alcalde de Madrid’ porque aplicó muchas y muy buenas reformas
urbanas que le dieron a la capital de España un nuevo brío y nivel. Una de
aquellas medidas fue clara: que el acceso por el que el llegó a Madrid, la
citada Puerta de Alcalá, fuese mejorado y tuviese un aspecto mucho más solemne
y espectacular. Dicho y hecho.
Pero la orden de Carlos III no quedó ahí ya que, el rey
quiso plasmar en el diseño de aquella gran puerta un mensaje para todos los madrileños
y las generaciones venideras. Es ahí cuando entran en juego los detalles de los
que os quiero hablar en este secreto. Situados sobre el friso de la Puerta de
Alcalá podemos distinguir las figuras de cuatro niños, son unos querubines o
puttos que, no están ahí de manera casual. Como os decía anteriormente, en los
monumentos, cada detalle tiene su razón de ser, y aquí estos jovenzuelos
también la tienen.
Cada uno de ellos representa a una virtud diferente, son la
fortaleza, la prudencia, la templanza y la justicia. Por ejemplo, el que
representa a la fortaleza aparece con una lanza y el de la prudencia mantiene
un espejo. La pregunta es ¿Y por qué estas virtudes y no otras? La respuesta
está en Carlos III y es que el rey quiso dejar este mensaje al pueblo de Madrid sobre cómo debía de actuar y reaccionar cuando llegasen mal dadas. Con fortaleza y prudencia, con justicia y templanza. Un consejo casi paternal que, a día de hoy, sigue luciendo con
elegancia, y casi inadvertido, ante los miles de ojos que observan a todas
horas a la Puerta de Alcalá.
En estas dos fotos vemos a dos de las virtudes representadas
en la parte superior de la Puerta de Alcalá. Otro secreto de los muchos que
esconde Madrid.
Fuente: Secretos de Madrid.
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