Creo que no son muchas las personas conocedoras de este
dato, que a orillas de la calle Serrano late bajo el suelo una hermana gemela
de este museo rupestre situado a escasos kilómetros de la localidad cántabra de
Santillana del Mar y que fueron descubiertas de manera accidental en el año
1868. Precisamente un año antes, en 1867, la reina Isabel II dictaba por real
decreto la creación de este Museo Arqueológico. ¿No es genial? Parece que las
vidas de estas cavidades naturales y de esta institución caminasen de una
manera casi paralela.
Apodada la capilla sixtina del arte rupestre, en los techos
y paredes de estas cuevas nuestros lejanos antecesores dejaron inmortalizados
su estilo de vida así como fauna y flora con la que convivían. Unos dibujos
correspondientes al Paleolítico y que expertos han datado con una antigüedad de
entre 17 000 y 15 000 años.
Fue en el año 1964 cuando el director del Museo Arqueológico
había quedado fascinado por el trabajo llevado a cabo por E. Piechs para el
Deutches Museum de Múnich. Gracias a él habían conseguido hacer una réplica de
44 metros cuadrados del techo de las famosas cuevas de Altamira. Algo que gustó
y mucho por nuestra tierra así que se le pidió que hiciese lo mismo con estas
pinturas prehistóricas en Madrid, repitiendo resultado y contando además con el
apoyo de la Universidad Complutense.
Bajar estas escaleras que dan al jardín del Museo
Arqueológico supone un delirante salto en el tiempo. Un viaje explicado a
través de varios vídeos y pantallas y que, os aseguro, disfrutarán muchísimo
los más pequeños, así que es un plan muy a tener en cuenta para realizar con
ellos. Si tenéis curiosidad por saber cómo son las famosas cuevas de Altamira
no le deis más vueltas. La solución os espera a escasos 200 metros de la Puerta
de Alcalá.
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