El gaitero Elías Izquierdo.
No me preguntéis, queridos amigos de este Cajón de Sastre,
cómo y de qué manera atravesaban la imponente sierra del Mencilla los músicos
de Tinieblas para tocar en las fiestas de los pueblos del otro lado, ni tampoco
cómo lo hacían los de Villamiel, o los de Jaramillo de la Fuente. Es una
asignatura de epopeya que aún tengo pendiente de aprobar. No sé vosotros, pero
sólo de imaginarlos con sus dulzainas y sus cajas ascendiendo por las laderas
nevadas del célebre pico me entran sudores, aun en Navidad, que es cuando Tripa
Negra con su dulzaina y cualquiera de sus dos hijos redoblantes, con sus cajas,
amenizaban las fiestas de San Esteban, de Villorobe, el pueblo que ya no
existe, el caserío que el pantano del Arlanzón se tragó. Imaginar la ascensión
con nieve hasta la cintura es ya escalofriante, pero debía ser aún peor
mantenerse en pie durante las fiestas patronales al hacer los pasacalles
patinando sobre la nieve y el hielo. Permitidme aquí que me pregunte, amigos de
lo imposible, de quién fue la feliz idea de celebrar la fiesta patronal de
algunos pueblos burgaleses en diciembre, cuando el clima es tan riguroso.
Frecuentes fueron los casos de músicos retenidos en pueblos en fiesta, durante
muchos días, por copiosas e intempestivas nevadas.
Ahora corre agosto, mes de las mil y una fiesta en la
provincia, dejadme por ello que os amenice la función con un relato que me fue
contado en Villamiel, hace ya una docena de años, por Bernardino Echebarría,
otro de los músicos serranos que escribieron con sus dulzainas y redobles las
fiestas de muchos de nuestros pueblos.
TRIPA NEGRA Y RABO ESQUILAO, MÚSICOS DE LA SIERRA
“[El dulzainero] Tripa Negra hace muchos años que murió,
tendría ahora más de cien años. Se llamaba Pablo y era de Tinieblas. Era muy
negro y estaba gordo. Tenía tres hijos,
él era dulzainero, y los hijos tocaban la caja. Y yo también fui dulzainero. Yo
estuve de gaitero desde los 21 años hasta los 31 y he ido hasta San Juan de
Ortega andando, a Galarde, a Villorobe... A Villorobe dije que no iba más,
porque la fiesta era en Navidad y había una nevada que no podía ir tocando la
gaita por las calles porque había un hielo que no era posible, ¡no se me
olvidará! Me acompañaba de redoblante otro de Villamiel. Yo he estao tocando
por carnavales en Arlanzón, en Villasur en Urrez, en San Adrián, en Modúbar de
la Cuesta... Cuando empecé yo, al principio me pagaban treinta pesetas.
Dormíamos en las casas de los mozos; ellos
decían dónde te tocaba cenar,
y allí mismo te tenían que dar cama.
A los chicos de Tripa Negra le salieron buenos redoblantes.
Como no tenían más que la caja y la gaita, pues iban un hijo y él con la
dulzaina. Y ya cuando los hijos se fueron separando de él, que se fue cada uno
por..., el uno se casaba, el otro también, pues ya tocó con un redoblante de
San Millán de Lara, no sé como se llamaba. Pablo iba mucho a Pineda por la
sierra, porque habían venido unos americanos [indianos] y le mandaban ir a
tocar. Iban andando, claro, entonces todo era andar.
En Tinieblas había otro gaitero, que se llamaba Marcelo.Y
había otro gaitero que se llamaba Elías [Izquierdo], que le llamaban Rabo
Esquilao, que era de Jaramillo la Fuente, que le llamaban el cencerrero, que vendía cencerros y tocaba la
gaita, hacía de todo, Y ese sí que, con un hijo que tuvo, ya a lo último se
echó batería; pero no quería que le llamaran Rabo Esquilao.
En Castrillo la Reina había otro gaitero, en Hortigüela
había otro, en Covarrubias había tres o cuatro...”
Fuente: Memorias de Burgos
Yo también quiero dejar constancia que en Pineda de la
Sierra hay otro gaitero que toca muy bien la dulzaina, se le llama
cariñosamente “Manolin”, hoy ya retirado.
1 comentario:
Que bonita me ha parecido la entrada, pero no creo q los gaiteros fueran andando de pueblo a pueblo....por cierto yo también conozco a Manolin ,....
Besos
Alma
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