En 1945 la ciudad de Burgos tributaba un público homenaje a
uno de los héroes de Cascorro, el soldado burgalés Ruperto Martín Sanz, al
tiempo que un decreto de la Jefatura del Estado le concedía de forma honorífica
el grado de teniente.
Ruperto había nacido en la localidad burgalesa de Barbadillo
del Mercado el año 1876 y al cumplir los veinte años se apuntó voluntario para
luchar contra los insurgentes cubanos, que amenazaban acabar con nuestras
colonias en el Caribe.
Embarcó en el puerto de Santander a bordo del vapor
“Montevideo”, junto con otros 5.000 voluntarios. Al llegar a La Habana fue
destinado a la provincia de Camagüey, pasando después a Puerto Príncipe, de
donde en el mes de mayo, salió con un pequeño destacamento del Regimiento de
Infantería María Cristina nº 63, al mando del capitán Neila, hacia la cercana
población de Cascorro, donde quedó de guarnición..
El 22 de setiembre de 1896 la pequeña población de Cascorro
fue rodeada por una partida de más de tres mil guerrilleros mambises, al mando
de los generales insurrectos Máximo Gómez y Calixto García.
Los insurgentes se habían apoderado de un cercano bohío
desde donde, durante varios días con sus noches, no dejaron de bombardear la
posición que ocupaban los españoles, que empezaron a sufrir numerosas bajas,
pero que resistieron a pie firme todas las embestidas que lanzaron los mambises
para ocupar su posición, llegando el capitán Neila a rechazar a unos
parlamentarios que se acercaron con bandera blanca ofreciéndoles una honrosa
rendición.
Finalmente, el 27 de septiembre, con el destacamento español
diezmado, agotado por la falta de comida y sin apenas dormir, el capitán Neila
pidió voluntarios para una peligrosa misión, que consistía en pegar fuego a
aquel cercano bohío desde donde les estaban acribillando. Muchos fueron los
voluntarios, entre ellos el burgalés Ruperto, pero, finalmente, el encargado de
llevar cabo la hazaña que les iba a salvar fue el madrileño Eloy Gonzalo García
, quien en la madrugada del 29 al 30, llevando un gran bidón de petróleo, se
deslizó hacia la posición enemiga logrando prenderla fuego por varios sitios y
obligando a sus ocupantes a abandonarla, consiguiendo regresar con los suyos
sano y salvo. Al parecer, el soldado madrileño había pedido que le atasen una
cuerda a su pierna para que pudieran recuperar su cuerpo en caso de que
resultara abatido por los mambises. El destacamento de Cascorro fue recuperado
pocos días después por una columna española al mando del general Adolfo Jiménez
Castellanos.
Los supervivientes de esta heroica acción fueron
condecorados con una medalla al Mérito Militar, y el Casino español de Puerto
Príncipe les hizo entrega de un Diploma conmemorativo.
Concluida la guerra, Ruperto Martín regresó a España en el
vapor alemán “Fulda”, volviéndose a Burgos, donde reanudó su vida de modesto
campesino. Se casó con una joven burgalesa de Quintanilla del Agua, con la que
tuvo ocho hijos, de los que tan solo les vivieron tres. Después de trabajar en
diferentes faenas, acabó como guarda de campo hasta su jubilación. Murió en el
mes de mayo de 1954.
Eloy Gonzalo García falleció de enfermedad el año 1897 en el
Hospital Militar de Matanzas, sus restos fueron repatriados a España junto con
los del general burgalés D. Fidel Alonso de Santocildes y reposan en el mausoleo
del Cementerio de la Almudena de Madrid, levantado en honor de los muertos
españoles de Cuba y Filipinas.
El Ayuntamiento de Madrid le dedicó una plaza, que
actualmente se llama Plaza de Cascorro, y le levantó una estatua en el Rastro,
que fue inaugurada por D. Alfonso XIII.
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