viernes, 1 de marzo de 2013

Desde enero, se acabó vivir (y sufrir) como un cerdo




 Comer como un cerdo. Vestir, oler, sudar, gritar, comportarse como un cerdo, marrano, guarro, puerco, gocho, cochino. No salen bien parados estos pobres animales a pesar de su importancia para nuestra alimentación desde su temprana domesticación en tiempos neolíticos. Y eso que de ellos “nos gustan hasta los andares”. Pero no vivir como ellos. Mucho menos como los teníamos hasta ahora en las grandes fábricas de carne que algunos llaman granjas de producción industrial, de donde procede la mayor parte de los 42 millones de cerdos que cada año se sacrifican en España.

 Nada que ver con ese animal casi familiar cuidado con mimo en el pueblo, gigantesco y atemorizador desde una mirada infantil, pero siempre inmejorablemente alimentado. Cuando le llegaba su San Martín, la matanza, aunque salvaje a los ojos, era toda una fiesta popular. Comida abundante, canciones, mil anécdotas, enseñanzas y trabajo para todos; pura universidad de la supervivencia.

Por suerte, desde enero pasado esa tortura injustificada de cerdos, al igual que se ha hecho con el resto de los animales de granja, se ha terminado gracias a la aplicación de las nuevas exigencias europeas sobre bienestar animal. Obligación, por ejemplo, a que los suelos no sean resbaladizos, a disponer de al menos 8 horas diarias de luz, poder salir al aire libre en espacios con cobertizos protectores de las inclemencias del tiempo y, lo más importante, tener espacio suficiente para moverse y tumbarse sin agobios, algo hasta ahora imposible.


1 comentario:

ALMA dijo...

Me parece necesario y justo un buen trato para todos lo animales, que estén limpios, las suelos no resbaladizos y sobre todo que son seres vivos los cuales también sufren y padecen dolor...rotundamente NOOOO al maltrato animal..

besos

ALMA

PD DESDE AQUÍ PIDO QUE SE HAGA UN FIEL SEGUIMIENTO A LA LEY EUROPEA...