Los burros formaban parte del paisaje de San Adrián de
Juarros (Burgos).
En el bar de la peña, muy próximas a una foto firmada de Mar Flores y entre los
múltiples recortes de prensa con alusiones al pueblo enmarcados, hay varias
fotografías de vecinos de San Adrián junto a uno o dos burros engalanados con
guirnaldas de colores y otros adornos. Y una vez que se deja el pueblo atrás,
siguiendo el trayecto del sendero minero, a muy pocos metros se divisa la
cabaña en la que en los últimos tiempos se resguardaba a los animales y a la
que ellos acudían cuando tenían sed. A partir de ahí, y en función del día,
podía ser que los burros aparecieran a la vuelta del camino o que hubiera que
buscarlos en otras fincas. Siempre estaban sueltos y, según explican los
lugareños, siempre iban juntos. Ahora tenían 17 (de los cuales, tres están
preñadas), así que si uno entraba en un campo de trigo, los otros 16 iban
detrás. Y eso solía molestar a los propietarios de las fincas en cuestión, así
que se plantearon dos alternativas: o invertir en reforzar el vallado de los
terrenos municipales o venderlos.
Y se impuso la
segunda. «Ayuntamiento de San Adrián de Juarros. Se venden burros por no poder
atender. Precio simbólico. Teléfono: 664 341 760», decía, clara y concisamente,
el anuncio que puso el municipio el pasado miércoles para ver si solucionaban
el problema. Y vaya si lo han hecho. Al día siguiente ya tenían comprador y
ayer por la tarde el alcalde había recibido más de cuarenta ofertas.
En San Adrián tenían a los animales como mero atractivo para
quienes van a hacer el sendero minero y, especialmente, para los niños. No se
montaban; los visitantes se limitaban a verlos y a tocarlos, algo que a los
animales parece encantarles porque en cuanto llega alguien y se para unos
minutos junto a ellos, se acercan enseguida para que les acaricien.
Menos de 24 horas después de poner el anuncio, un vecino de
Quintanar de la Sierra llamó para quedárselos. «Él tiene una manada de 37
burros y, al parecer, quería ampliarla», contaba ayer Florencio Martínez.
De no haberlo hecho, el problema se hubiera multiplicado en
unos meses porque pasarían de tener 17 burros a 20. A pesar de que su gestación
dura trece meses, Eugenio García comentó que siempre había alguna embarazada
porque los machos, que eran mayoría, «no dejan de darles la lata». Así que si
al final deciden quedarse una pareja, puede que las fincas de San Adrián
enseguida vuelvan a tener burros.
Fuente: Diario de Burgos.
2 comentarios:
JIJIJ que entrada mas molonga nooo, si es que hay que valorar más a los burros, ya os lo tengo dicho jiij
besos
ALMA
Como se enteren en las barranquillas van a por uno, ya veras
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