Analizando el impacto del ruido sobre la flora y la fauna en
el estado de Nuevo México, un área con cobertura boscosa pero también con pozos
de explotación de gas natural, los investigadores llegaron a la conclusión de
que en zonas con ruido había más actividad entre los colibríes de barba negra
(Archilochus Alexandri), que preferían libar en lugares ruidosos debido a que
otras aves como los arrendajos azules, que atacan sus nidos, los evitan.
En una segunda parte del estudio, los expertos dispersaron
semillas de pino en áreas con contaminación acústica y otras sin ese problema,
y colocaron en ambas cámaras para filmar los animales que las buscan. De esa
forma descubrieron que ni los arrendajos azules ni las urracas azules se
acercaban donde había demasiado ruido. El número de semillas germinadas resultó
menor en áreas donde abunda la contaminación acústica, un problema que podría
estar sucediendo desde hace años y que afecta no solo a las plantas sino a
cientos de especies que dependen de los árboles para sobrevivir, según
advierten los autores.
2 comentarios:
Toma ya impresionante, si es que lo tengo ya superasumido, no al ruido, no, no, no,estropeamos la naturaleza y nuestro oido...
ALMA
Y si le pones musica no veas como se ponen...
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