viernes, 20 de febrero de 2009

Hércules


Hércules nació el 3 de marzo de 1999. Un día cuando mi mujer regresaba del trabajo me dijo: "traigo una cosa en el bolso que te va a sorprender". Bueno, pues enséñamelo, le dije. Abrió el bolso, y sacó un perrito que no abultaba más que un conejito. Tenia solo 10 ó 15 días. Me quedé sorprendido. Por supuesto yo no esperaba tal cosa, y más teniendo ya otro perro, Coco, un pequinés.

¿Y ahora que hacemos?, le pregunté. Pues primero criarle, me dijo. Y ahí nos veis dándole el biberón de leche. Le pusimos su cunita metida en una caja de cartón para que no se saliese, porque no veas como pataleaba para salir de la caja. Y a todo esto Coco se preguntaría que ibamos a hacer con él. Pues nada, que le ibamos a hacer. Tenía ya 12 años, era un solete de perro. Pero con 14 años se puso muy enfermo, no aguanto y se murió.

Hércules creció, y mientras estaba Coco jugaban y le consentía todo. Después él sigue jugando con sus muñecos. Es muy simpático, mimoso y astuto. Le encanta salir al campo. Cuando le decimos que vamos al coche, para ir a algún sitio, empieza a saltar de alegría. Le encanta ir en coche. Y cuando se queda en casa solo, al volver algunos de nosotros, sale a la puerta a recibirte, dando saltos y vueltas. Se vuelve loco de alegría. Se las sabe todas, cuando quiere algo nos lo pide, pero sino le entendemos, se cabrea mucho, y una de las cosas que nos hace (y tiene sus sitios preferidos) es mearse, solo unas gotas, pero deja la marca.

Para bajarle a la calle a que haga sus necesidades y darle un paseo, solo lo hace conmigo, ni con mi mujer ni con mis hijos quiere hacer nada. Bueno, esto me pasa a mí, porque mis hijos siempre querían tener un perro (pero para jugar) sobre todo Emilio, no para bajarle a la calle a dar un paseo, de aquí viene que Hércules solo se encuentre plenamente satisfecho cuando está conmigo. Somos inseparables.

Hay que reconocer que hace una compañía estupenda. Aunque cuando nos vamos de vacaciones, es una odisea. Siempre lo llevamos, lo que pasa es que en muchos hoteles no te admiten perros. De ahí que tengamos que buscar uno que si los admita, admitiéndolo sin ningún problema. Le dejamos en la habitación del hotel. Le decimos: "no tienes que moverte, no tienes que ladrar.,tienes que comportarte muy bien" y lo entiende todo. Se queda fijamente mirándote y lo asimila . Ya te puedes ir donde quieras que se portará inmejorablemente. Como si no hubiera perrito.

5 comentarios:

Beatriz Montero dijo...

Si ya se nota que se te cae la babilla con Hércules.

Por cierto, Coco era un perrito muy mono y le quería mucho pero tenía un carácter de mil demonios.

Y Hércules también es muy rico y cariñoso, pero cuando se enfada no suelta solo dos gotitas de orina. No, no, suelta alguna más, al menos en mi maleta.

Emilio Montero dijo...

SERA POSIBLE!!!

Oye chaval que yo era el que bajaba a Coco cuando viviamos en Moratalaz y lo bajaba horas, HORAS!!!

No te acuerdas, que dormiamos juntos y todo. Todos en parejas... Alma y Bea tú y la Luisi y yo con el perro, que de eso no cuentas nada... jejejejjje.

Te doy la razon de que sois inseparables, eso si señor, y la madre que lo pario cuando me lo traje a mi casa y dejo el rastro en todas las esquinas.

Pero tendrias que contar los trastazos que hacia COCO cuando se enfadaba, cuenta cuenta lo que hizo en Burgos en la boda de tu sobrino...

Tu hijo

Beatriz Montero dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Beatriz Montero dijo...

Vamos, vamos, lo que hay que leer. Yo sí que bajaba a Coco por las mañanas. A ver que va a pasar aquí ;)

Emilio Montero dijo...

Bea que tu bajabas a quien?
pero que me estas contando, si no sabias ni tan siquiera que el perro era negrooooooooooo

cuerpo!!!