sábado, 15 de febrero de 2025

La bruja de Burgos

 



María Mola es uno de los personajes del misterio burgalés menos conocida. Una mujer que tuvo que exiliarse de su tierra natal porque su gente la señaló como bruja y mala mujer. Se marchó a Madrid para ocultarse del pueblo que la desterró. A partir de su llegada a los extrarradios de la actual capital de España, su fama se extendió y sus artes brujeriles llegaron a incontables rincones de la península. Incluso su presencia se sentía en la calle en la que vivió en Madrid después de morir en la horca.

La vida de María Mola en Burgos acabó de muy mala manera, pero lo hizo en Madrid. La ciudad hasta le dedicó una calle, la de la Agorera, hoy Núñez de Arce. La historia de España con las condenas a las brujas fue una de las más oscuras. Muchas mujeres murieron en la hoguera por ser diferentes. Y María Mola se salía de la norma.

La vida de esta mujer en Burgos no fue muy larga. Aun así, sus sortilegios, sus cartas y su incomprensible, para la época, clarividencia la condenaron en vida. Se desconoce donde vivía, pero por su oficio sería frecuente su presencia en las tabernuchas de los barrios altos de la ciudad medieval. Existen discrepancias entre quienes escriben sobre María Mola acerca la época histórica en la que vivió; para unos el siglo XV y para otros el XVI o XVII.

Es más probable que fuera en estos últimos siglos que es cuando más se recrudeció la persecución a las brujas hasta que otro burgalés, el inquisidor Alonso Salazar y Frías, reformó tanto el contenido de las leyes del Santo Oficio, como las formas de juzgar a estas mujeres, que en la práctica perdonó a centenares de ellas. El referente es el tribunal de la Inquisición de Logroño que juzgó el caso de las brujas de Zugarramurdi en 1610.

La vida de María Mola en Burgos era un misterio. Nunca se ha sabido de qué familia procedía, quién era y ni siquiera donde vivía. Lo único que nos ha llegado es que esta mujer se ganaba el pan como adivinadora, que conocía las artes de las brujas y que en su estancia en Burgos vaticinó males enormes a sus clientes.

Quizá por ello la denunciaron y acabó juzgada por el Santo Oficio y encarcelada por sus prácticas diabólicas. Sobre María Mola recayó el escarnio, la befa y mofa de sus paisanos. Cuentan los relatos sobre Mola que la desnudaron en la plaza pública y la llenaron de plumas y emplastos, la colocaron un gorro frigio y la pasearon por la ciudad a golpe de pedrada, salivazos y correazos.

Es curioso que ese tipo de gorro frigio, acabado en punta, como si fuera un sombrero de bruja en tantas representaciones icónicas, con el tiempo se convirtió en un símbolo de la libertad, de la liberación de la opresión. Incluso en la revolución de 1830, en Francia, la segunda tras la de 1789, se usaba con la parte superior doblada hacia adelante sobre la parte superior de la cabeza.

¿Por qué la Agorera?

Tras salir de manera precipitada de Burgos, buscó refugio en otras ciudades castellanas y acabó en Madrid. La fama que precedía a María Mola hizo que en la capital del Reino nadie le diera posada. Así que, en aquella pequeña ciudad del siglo XVII, la burgalesa se tuvo que retirar a las afueras. Todo el mundo sabía que había sufrido destierra y deshonra en Burgos. Y que el tribunal de la Santa Inquisición la había condenado por practicar la brujería.

Madrid ya era una pequeña ciudad, no mucho mayor que Burgos, pero era capital del reino y a la Villa llegaban gentes de todos los pueblos cercanos para estar cerca de la autoridad real y la corte. Allí recompuso su vida y como tampoco tenía con que ganarse el pan, siguió realizando su trabajo de clarividente.

Es posible que a más de un incauto le engañara, pero en una gran mayoría, según cuenta la tradición, acertara. Su fama se extendió y dicen que hasta los cercanos a las corte y los nobles madrileños recurrían a sus predicciones que no siempre era noticias buenas, ni mucho menos.

Las masas, el pueblo sus vecinos la apodaron la 'Agorera', la que predice males o desdichas. El término también tiene su significado positivo, y quizá por ahí hay que tomarlo. El agüero es un procedimiento o práctica de adivinación utilizado en la antigüedad y en diversas épocas por pueblos supersticiosos, basado principalmente en la interpretación de señales como el canto o el vuelo de las aves o fenómenos meteorológicos. Su fama creció y se extendió.

El franciscano

Entre los clientes de María la Agorera se contaba un cura franciscano que acudía semanalmente a tomar un celemín de harina. Era una donación que la bruja hacía porque se consideraba cristiana vieja. A este franciscano, un recién ordenado cura le confesó sus dudas sobre la comunión y la misa, pensamientos que le atormentaban. Le convenció para acudir a la bruja.

María le hizo creer que se aparecería un ángel o un demonio para convencerle de la tentación de la increencia o de la revelación de la verdad; y que una lechuza sería el símbolo del poder que ella tenía. Miguel ángel Molina cuenta en 'Mis fotos de Madrid' que María le profetizó: «De arriba bajará la claridad a tus dudas. Cuando mañana celebres tu Misa al alba, ángel o demonio vendrá a ti, según tengas el estado de tu conciencia». Cuando a la madrugada siguiente el acongojado franciscano se disponía a celebrar la misa observó como un extraño ser trepaba por la cuerda de una lámpara. Tenía alas y cuernos, y emitía pavorosos ruidos.

Prosigue Molina diciendo que el franciscano, sugestionado por la agorera creyó que el mismísimo diablo le visitaba y cayó sin sentido junto al altar. A los pocos días el franciscano respiró aliviado: se había descubierto que María para no fallar en su adivinación había soltado una lechuza en la iglesia, y ésta atraída por la luz de la lámpara se dispuso a trepar por ella para cazar los insectos que a ella acudían.

María Mola fue condenada a la horca. A partir de entonces la calle en la que vivió comenzó a llamarse calle de la Agorera, nombre que, con el tiempo, y debido a la degeneración del vocablo, terminó conociéndose como calle de la Gorguera. Hoy día se llama Núñez de Arce. Los habitantes de la zona sintieron su presencia desde entonces todas las noches, su espíritu molestaba a todo el vecindario.

 Burgos conecta.

domingo, 9 de febrero de 2025

CAMBIO CLIMATICO

 


Ya hemos sobrepasado los 1,5ºC, si el calentamiento global alcanza los 2 °C, las zonas de la Tierra donde el calor será letal para el cuerpo humano podrían triplicarse

El cuerpo humano necesita mantener una temperatura estable para sobrevivir, y cuando las condiciones externas superan ciertos umbrales de calor y humedad, la capacidad del organismo para enfriarse falla. Se habla de «umbral incompensable» cuando el cuerpo ya no puede disipar suficiente calor y su temperatura central comienza a aumentar de forma incontrolable. Si esto continúa, se alcanza el «umbral insuperable», donde la temperatura interna llega a 42 °C en pocas horas, causando un golpe de calor letal. En este contexto, el cambio climático está empujando cada vez más regiones del planeta a estas condiciones extremas.

Actualmente, las zonas más inhóspitas para el ser humano debido al calor extremo incluyen partes del Golfo Pérsico, el sur de Irán, Pakistán y la llanura del Indo, donde la combinación de temperaturas elevadas y alta humedad ocasionalmente supera los umbrales de supervivencia del cuerpo humano. También, regiones del Cuerno de África, el suroeste de Estados Unidos, el norte de México y el centro de Australia experimentan temperaturas extremas que dificultan la vida sin acceso a refrigeración artificial. Con el avance del cambio climático, áreas del Sahel, el norte de la India y el sureste asiático podrían volverse críticamente peligrosas, con olas de calor que superen los límites fisiológicos de resistencia humana.


Un estudio liderado por el King’s College London, publicado en Nature Reviews Earth & Environment, ha revelado que si el calentamiento global alcanza los 2 °C por encima de los niveles preindustriales, el área de la Tierra que será demasiado calurosa para la supervivencia humana se triplicará, alcanzando aproximadamente el 6% de la superficie terrestre. Esta extensión es casi equivalente al tamaño de Estados Unidos.

En estas condiciones, las personas mayores de 60 años enfrentarán un riesgo aún mayor: la proporción de tierra donde el calor será peligroso para ellos aumentará hasta el 35%. Esto se debe a que los adultos mayores son más vulnerables al estrés térmico, ya que su capacidad para regular la temperatura corporal disminuye con la edad.

El Dr. Tom Matthews, autor principal del estudio y profesor de Geografía Ambiental en King’s College London, advierte que si se supera el umbral de 2 °C, el mundo verá «un cambio drástico en el riesgo de mortalidad por calor». Hasta ahora, las temperaturas letales solo se han registrado brevemente en ciertas regiones para adultos mayores, pero con más calentamiento, incluso los adultos jóvenes estarán en peligro. En estas condiciones, estar al aire libre por períodos prolongados—aunque sea a la sombra, con brisa y bien hidratado—podría resultar en golpes de calor mortales.

Para llegar a estas conclusiones, el equipo de investigación analizó datos climáticos y estudios previos sobre el impacto del calor en la salud humana. Se centraron en los umbrales de temperatura y humedad más allá de los cuales el cuerpo no puede enfriarse de manera efectiva. Entre 1994 y 2023, se ha superado el umbral incompensable en el 2% de la superficie terrestre para adultos menores de 60 años y en más del 20% para adultos mayores.

Aunque los umbrales incompensables han sido alcanzados en varias zonas del mundo, los umbrales insuperables—que implican un riesgo inminente de muerte—han sido superados solo de forma breve y principalmente en adultos mayores. Sin embargo, si el calentamiento global alcanza entre 4 y 5 °C por encima de los niveles preindustriales, los adultos mayores enfrentarán calor incompensable en aproximadamente el 60% de la superficie terrestre durante eventos extremos. A este nivel de calentamiento, el calor insuperable también comenzará a amenazar a los adultos jóvenes en las regiones más calurosas del planeta, como el norte de África y el sur de Asia.

El Dr. Matthews subraya que anticipar la magnitud de los futuros extremos de calor es crucial no solo para comprender los costos de no frenar el cambio climático, sino también para dirigir los esfuerzos de adaptación a las comunidades más vulnerables. Según el estudio, con 4 °C de calentamiento, el 40% de la superficie terrestre experimentará calor incompensable para los adultos, dejando solo las latitudes altas y algunas zonas templadas como lugares seguros.

Las consecuencias del calor extremo ya son evidentes. Desde el año 2000, más de 260,000 personas han muerto en eventos de calor extremo. Los tres episodios más mortíferos del siglo XXI han causado casi 200,000 muertes: la ola de calor de 2003 en Europa mató a unas 72,000 personas, la de 2022 a 62,000 y la de 2010 en Rusia a alrededor de 56,000.

El estudio también contó con la participación de investigadores de la Universidad de California, la Universidad de Stanford, el Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, la Universidad de Columbia y la Universidad de Boston.

 Fuente: Quo

 

lunes, 27 de enero de 2025

Para los chimpancés, hacer pis es contagioso

 


Cuando un chimpancé orina, los demás parecen seguirle el «flow». Un curioso estudio revela la conexión social detrás de este comportamiento.

La sincronización de conductas en animales puede ayudar a entender dinámicas sociales y evolutivas. Fenómenos como el bostezo contagioso o la orina sincronizada demuestran cómo las interacciones aparentemente simples tienen raíces biológicas y sociales profundas.

Un nuevo estudio publicado el 20 de enero en la revista Current Biology describe por primera vez un fenómeno que los investigadores han llamado “micciones contagiosas”. En el santuario de chimpancés Kumamoto, en Japón, un grupo de 20 chimpancés mostró que, cuando uno orina, los demás tienen más probabilidades de hacer lo mismo.

“Incluso en humanos, orinar en compañía puede verse como un fenómeno social,” explica Ena Onishi de la Universidad de Kioto. “Por ejemplo, en Italia hay un proverbio que dice: ‘Quien no orina en compañía es un ladrón o un espía’. En Japón, esta práctica tiene un término propio: ‘Tsureshon’ (連れション). Nuestro estudio sugiere que este comportamiento podría tener raíces evolutivas profundas, ya que hemos encontrado que los chimpancés tienden a orinar al ver a otros hacerlo”.

La idea de investigar este comportamiento surgió cuando los investigadores notaron que los chimpancés del santuario parecían orinar al mismo tiempo. Esto les recordó al bostezo contagioso en humanos, una conducta bien estudiada, y despertó su curiosidad. Para comprobarlo, documentaron el comportamiento urinario de los chimpancés durante más de 600 horas, registrando un total de 1.328 episodios de micción. Luego analizaron los datos para determinar si las micciones estaban sincronizadas más allá de lo que se esperaría por puro azar. También evaluaron si este comportamiento estaba influido por factores sociales o por la proximidad física entre los individuos.

Los resultados mostraron que las micciones eran significativamente más sincronizadas de lo que se esperaría si ocurrieran al azar. Además, la probabilidad de que un chimpancé orinara aumentaba cuando estaba físicamente cerca del individuo que orinaba primero. Sorprendentemente, los chimpancés con rangos sociales más bajos eran más propensos a unirse a la “cadena” de micciones, lo que indica que el patrón de contagio está influido por la jerarquía social.

“Nos sorprendió descubrir que el rango social tenía un impacto en este comportamiento,” comenta Onishi. “Dado que no existían estudios previos sobre micciones contagiosas en ninguna especie, decidimos basarnos en paralelismos con el bostezo contagioso, otro comportamiento fisiológico semi-voluntario. Pensábamos que los efectos sociales serían similares, como una mayor contagiosidad entre individuos socialmente cercanos. Sin embargo, no encontramos evidencia de esto. En cambio, observamos que los individuos de menor rango eran los que más se contagiaban”.

Shinya Yamamoto, coautor del estudio, añade: “Esto abre múltiples interpretaciones. Podría ser una forma de liderazgo implícito en la sincronización de actividades grupales, un refuerzo de los lazos sociales o incluso un sesgo de atención en los individuos de rango inferior. Estos resultados plantean preguntas fascinantes sobre las funciones sociales de este comportamiento.”

El estudio sugiere que esta conducta aparentemente trivial podría jugar un papel importante en la cohesión del grupo, facilitando la coordinación o reforzando los vínculos sociales. Aunque a simple vista puede parecer algo mundano, los investigadores creen que la micción contagiosa podría tener significados sociales más profundos de lo que se había considerado hasta ahora.

Para los científicos, este hallazgo es solo el comienzo. Quieren investigar más sobre las funciones y los mecanismos específicos detrás de este fenómeno en los chimpancés y explorar si ocurre en otras especies. Quizás en el reino animal, orinar juntos sea más que una necesidad fisiológica: un lenguaje social en toda regla.

 

 

jueves, 16 de enero de 2025

¿Son más inteligentes los perros o los gatos?



 La capacidad cognitiva de los animales viene marcada por cuestiones como la genética y las experiencias. Pero lo que más influye es la educación, por lo que es importante aportarles estímulos acordes a su especie

Una de las facetas que define la inteligencia de cualquier especie es la capacidad para resolver problemas. Con perros y gatos se puede caer en el error de humanizar esta capacidad cognitiva, que en el caso de las personas se aplica a cuestiones como manejar una máquina o ser creativos a la hora de pintar un cuadro. Sin embargo, por razones evidentes, estas no son las competencias específicas de canes y felinos, que están aplicadas a ámbitos como rastrear comida o cazar presas para alimentarse. Pero el hecho de que sus habilidades sean diferentes a las de los seres humanos, porque se aplican en otras áreas, no las convierte en menos importantes. “Si entendemos que la inteligencia implica la habilidad para resolver problemas, cada animal estáaclimatado a resolver los que son propios de su entorno. Por ello, perros y gatos evolucionaron de modo diferente para adaptarse a contextos diferentes”, explica Javier López-Cepero, psicólogo, profesor en la Universidad de Sevilla y director del grupo de trabajo HABIER (dedicado a impulsar estudios sobre la interacción humano-animal).

Si nos ceñimos a la capacidad de desenvolverse bien en el entorno humano, el perro tiene más destreza y adaptabilidad en ese terreno que el gato. De hecho, los canes llevan más milenios domesticados (alrededor de 40.000 años) que los felinos (5.000 años), lo que les ha permitido desarrollar una inteligencia muy bien adaptada para convivir con las personas. “Hemos tenido tiempo de moldearlos, seleccionando su genética, para potenciar determinadas características, como su carácter o su fisionomía, mientras que los gatos han conservado más su parte indómita y salvaje”, explica López-Cepero. El también autor del libro Un hocico prodigioso (Editorial Pinolia, 2024) destaca la desarrolladafaceta de la inteligencia de los canes para interactuar en grupo: “Sobre todo en lo que tiene que ver con los humanos, son más sociales que los gatos”.

 






lunes, 6 de enero de 2025

CURIOSIDADES


¿Sienten dolor los cangrejos, centollos, bogavantes y langostas?

 La idea de que los cangrejos y langostas no sienten dolor al hervirlos vivos porque carecen de las regiones cerebrales específicas está siendo discutida

Los nociceptores son receptores nerviosos que detectan daños en el cuerpo y envían señales al cerebro, generando la sensación de dolor. En humanos, estas señales nos alertan de posibles amenazas. Sin embargo, en animales como los cangrejos, aún se debate si estas señales equivalen a sentir dolor consciente o son meros reflejos automáticos.

Un estudio publicado en octubre en la revista Biology ha encontrado evidencia de que los cangrejos de orilla (Carcinus maenas) poseen nociceptores, estructuras nerviosas capaces de detectar daño corporal. Los investigadores probaron las respuestas de 20 cangrejos a estímulos dolorosos, como toques con instrumentos plásticos o pequeñas cantidades de vinagre aplicadas en sus ojos, antenas y tejidos blandos. Con la ayuda de electrodos, midieron las respuestas del sistema nervioso central de los cangrejos, observando reacciones consistentes con estímulos nociceptivos. Estas reacciones no se presentaron cuando se usaron sustancias no dañinas, como agua salada.

Los nociceptores también están presentes en los humanos y muchos mamíferos, donde son responsables de generar la sensación de dolor para alertar al organismo de posibles daños. Sin embargo, como explicó Eleftherios Kasiouras, biólogo de la Universidad de Gotemburgo y coautor del estudio, la existencia de nociceptores no necesariamente prueba que los cangrejos sientan dolor. En los humanos, la sensación de dolor se procesa en el cerebro, mientras que en los cangrejos podría ser solo una reacción refleja.

A pesar de estas limitaciones, la combinación de respuestas conductuales y nerviosas en los cangrejos refuerza la posibilidad de que puedan sentir dolor. Investigaciones anteriores han demostrado que los cangrejos y las langostas exhiben comportamientos relacionados con el dolor, como evitar estímulos dañinos. Por ejemplo, un estudio de 2016 publicado en Behavioural Processes mostró que los cangrejos ermitaños abandonan sus conchas para evitar descargas eléctricas, a menos que detecten la presencia de un depredador. Este comportamiento sugiere un proceso consciente de toma de decisiones entre evitar el dolor y protegerse de un depredador.

¿Sienten dolor los cangrejos, centollos, bogavantes y langostas? El nuevo estudio de cangrejos de orilla cumple otro de los criterios establecidos para determinar si un animal siente dolor, añadiendo peso a la evidencia existente. Estos criterios incluyen la presencia de nociceptores, regiones cerebrales relacionadas con el dolor, conexiones entre estas estructuras y comportamientos de autodefensa ante lesiones o amenazas.

Las implicaciones de estos hallazgos son significativas. En países como Suiza, Noruega y Nueva Zelanda, ya existen leyes que prohíben hervir cangrejos y langostas vivos, una práctica considerada inhumana. En el Reino Unido, esta prohibición ha sido debatida, aunque aún no se implementa. Los investigadores también están estudiando si otros animales marinos, como calamares, almejas y mejillones, cumplen con los criterios de percepción del dolor. Aunque poseen nociceptores y algunos muestran comportamientos de evitación del dolor, la comprensión de sus cerebros es aún limitada en comparación con la de los mamíferos.

 Según Kasiouras, «los humanos usamos animales para alimentación, investigación de laboratorio y muchos otros fines. Si estos animales experimentan dolor, debemos establecer leyes que aseguren un trato humanitario y minimicen su sufrimiento a lo largo de sus vidas.

viernes, 20 de diciembre de 2024

FELIZ NAVIDAD



 A tod@s los que pasáis por el blog “El Burgalés” quiero agradeceros vuestra entrada en el blog y haceros llegar, mis mejores deseos de felicidad para esta Navidad y Año Nuevo. Que el 2025 sea un año lleno de paz y bien-estar para tod@s y poder seguir navegando juntos por este pequeño espacio virtual.

viernes, 29 de noviembre de 2024

El sueño de los Ratones

 


Un nuevo estudio en ratones muestra que machos y hembras tienen patrones de sueño profundamente diferentes

 Las hembras duermen menos, se despiertan más a menudo y tienen un sueño menos reparador que los machos, según un nuevo estudio en animales realizado por investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder.

Los resultados, publicados en la revista Scientific Reports, arrojan nueva luz sobre lo que puede subyacer a las diferencias de sueño entre hombres y mujeres y podrían tener amplias implicaciones para la investigación biomédica, que durante décadas se ha centrado principalmente en los machos.

«En los seres humanos, hombres y mujeres presentan patrones de sueño distintos, a menudo atribuidos a factores relacionados con el estilo de vida y las funciones de cuidado», afirma Rachel Rowe, autora principal y profesora adjunta de Fisiología Integrativa. «Nuestros resultados sugieren que los factores biológicos pueden desempeñar un papel más sustancial en la conducción de estas diferencias de sueño de lo que se reconocía anteriormente».

La investigación sobre el sueño se ha disparado en los últimos años, con miles de estudios con animales en los que se estudia el impacto del sueño insuficiente en el riesgo de enfermedades como la diabetes, la obesidad, el Alzheimer y los trastornos inmunitarios, así como el impacto de estas enfermedades en el sueño. Mientras tanto, los ratones han sido a menudo los primeros en ser probados para ver si los nuevos fármacos, incluidos los medicamentos para el sueño, funcionan y cuáles son sus efectos secundarios.

Pero muchos de esos resultados pueden haber sido sesgados debido a la falta de representación femenina, sugiere el estudio.

Esencialmente, hemos descubierto que la cepa de ratones más utilizada en la investigación biomédica tiene un comportamiento del sueño específico según el sexo y que no tener en cuenta adecuadamente estas diferencias sexuales puede llevar fácilmente a interpretaciones erróneas de los datos», afirma el primer autor Grant Mannino, licenciado en psicología y neurociencia y nombrado estudiante sobresaliente de la Facultad de Artes y Ciencias en mayo.

Cómo duermen los ratones

Para el estudio no invasivo, los autores utilizaron jaulas especializadas revestidas con sensores de movimiento ultrasensibles para evaluar los patrones de sueño de 267 ratones «C57BL/6J».

Los machos dormían unos 670 minutos en total por cada periodo de 24 horas, aproximadamente una hora más que las hembras. Ese sueño extra era sueño sin movimientos oculares rápidos (NREM), el sueño reparador en el que el cuerpo trabaja para repararse.

Los ratones son nocturnos y «polifásicos», es decir, duermen unos minutos antes de despertarse brevemente para observar su entorno y reanudar el sueño. Según el estudio, el sueño de las hembras es aún más breve y fragmentado.

Se han observado diferencias de sexo similares en otros animales, como moscas de la fruta, ratas, peces cebra y aves. Evolutivamente, tiene sentido.

«Desde un punto de vista biológico, podría ser que las hembras estén diseñadas para ser más sensibles a su entorno y estar excitadas cuando lo necesitan, porque suelen ser las que cuidan de las crías», explica Rowe. «Si durmiéramos tanto como los machos, no avanzaríamos como especie, ¿verdad?».

Es probable que las hormonas del estrés, como el cortisol (que favorece la vigilia) y las hormonas sexuales, desempeñen un papel. Por ejemplo, las mujeres suelen dormir peor durante el ciclo menstrual, cuando los niveles de estrógeno y progesterona son más bajos.

Algunos han planteado la hipótesis de que las mujeres necesitan dormir menos por naturaleza. «Para mí, la pregunta es: ¿Nos estamos creando demasiado estrés porque no dormimos tanto como nuestro marido o pareja y pensamos que dormimos mal cuando en realidad es un perfil de sueño normal para nosotras?».

Los autores esperan que sus hallazgos inspiren más investigaciones sobre las diferencias biológicas subyacentes. Y lo que es más importante, esperan que el estudio lleve a los científicos a reevaluar su forma de investigar.

La influencia de sexo en el sueño

En 2016, los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos comenzaron a exigir a los científicos que solicitan financiación para estudios con animales que consideren «el sexo como una variable biológica». Se han hecho progresos, pero la investigación ha demostrado que el sesgo sexual sigue existiendo. Y puede tener consecuencias reales, descubrieron los autores.

Cuando simularon un tratamiento del sueño que funcionaba mejor en las hembras, descubrieron que sólo se reflejaba con exactitud si el tamaño de la muestra estaba compuesto por igual de machos y hembras.

Conclusión: Si las mujeres están infrarrepresentadas, los fármacos que mejor funcionan para ellas pueden parecer ineficaces, o los efectos secundarios que más les afectan pueden pasar desapercibidos.

«El camino que lleva de la mesa de laboratorio a la cama del paciente dura décadas, y a menudo los fármacos que funcionan en animales fracasan cuando llegan a los ensayos clínicos. ¿Se tarda tanto porque no se tiene suficientemente en cuenta el sexo?», afirma Rowe.

Los autores animan a los investigadores a incluir a ambos sexos por igual siempre que sea posible, a analizar los datos de machos y hembras por separado y a reevaluar los estudios anteriores en los que las hembras estaban infrarrepresentadas.

«El hallazgo más sorprendente no es que los ratones machos y hembras duerman de forma diferente. Es que nadie lo había demostrado hasta ahora», afirma Rowe. «Deberíamos haberlo sabido mucho antes de 2024».