Pineda de la Sierra
Una de las primeras localidades que atraviesa es Pineda de
la Sierra, un pequeño pueblo serrano a 1200 metros de altura, enclavado en un espléndido valle rodeado de montañas
que superan los 2000, conocido como “El Valle del Sol”, que se puede considerar
como uno de los parajes más bellos de la Sierra de la Demanda. Fue repoblado
entre finales del siglo X y principios del XI, siéndole concedidos fueros por
el conde Sancho García, el de “Los Buenos Fueros”; ya en el 1136, el rey
Alfonso VII le concedió jurisdicción de realengo. En sus inmediaciones daba
comienzo una cañada que llegó a enlazar con la Cañada Real Segoviana, de ricos
y abundantes pastos, origen de su
importante cabaña de ovejas merinas, lo que propició su crecimiento, tanto
económico como demográfico, llegando a superar los cuatrocientos habitantes en
el siglo XIX.
El pueblo está formado por
dos barrios separados por el curso del río y unidos por un viejo puente de
piedra. En el del lado derecho se erigen algunas casas de piedra rojiza, con
blasones en sus fachadas, construidas entre los siglos XVII y XVIII, la mayoría
pertenecientes a ricos ganaderos. El resto de las casas también son de piedra
de sillería, con pequeñas ventanas y tejados de dos vertientes, para evitar l
acumulación de nieve, que suele ser temprana y abundante. En 1975 se montó la
estación de esquí “Valle del Sol” a la que acudían buen número de esquiadores y
aficionados a la nieve. Actualmente ha dejado de ser operativa, aunque se
siguen conservando los remontes. Según noticias del Ayuntamiento, se han
reiniciado gestiones oficiales para su reapertura. Desde aquí deseamos que
dicha iniciativa se vea coronada por el éxito.
El monumento más importante de Pineda es, sin duda, su
iglesia románica de San Esteban Protomártir, una bella muestra de la Escuela de
la Sierra. Construida posiblemente en el siglo XII, consta de una sola nave de
planta basilical, con muros de piedra rojiza de sillería y cubierta con una
bóveda de crucería, levantada en el siglo XVI para sustituir la primitiva de
madera, rematada por una torre campanario. Destaca la belleza de su galería
porticada, con cinco arquivoltas de medio punto a cada lado del arco de
entrada, todas rematadas con capiteles decorados con motivos vegetales,
destacando las hojas de palmera y acanto. La Iglesia ha sido declarada Bien de
Interés Cultural en la categoría de Monumentos Históricos en el año 1983.
También se pueden visitar las Ermitas del Santo Cristo y de San Pedro.
También hubo en Pineda algunas pequeñas explotaciones
mineras, en las que se extraía carbón principalmente, además de minerales de
cinc, cobre y plomo, que se agotaron muy rápidamente, pero que propiciaron la
construcción de una línea de ferrocarril que facilitó el acceso a diferentes
pueblos de la zona.
El atractivo turístico de este pintoresco pueblo se completa
con la incorporación al incomparable paisaje que ofrece la Sierra de la Demanda
y la cuenca del Arlanzón, de dos recientes embalses, el del Arlanzón, que se
empezó a construir en el año 1929, siendo inaugurado en el 1933, y el de
Urquiza, este más posterior, pues se inauguró a finales de los años ochenta,
comenzando a funcionar en 1989. Ambos se construyeron para optimizar el
abastecimiento de agua a Burgos y buena parte de su provincia. El de Urquiza,
el más grande, se construyó como consecuencia de la insuficiencia del primero,
tiene un dique de 56 m. de altura, una capacidad de 75 hm. cúbicos, ocupa una
superficie de 313 hectáreas y más de veinte kilómetros de ribera. Bajo sus
aguas permanecen sumergidos los restos de tres pueblos: Villorobe, que era el
municipio y Urquiza y Herramiel, las entidades menores. El 12 de abril de 1977
sus vecinos se vieron obligados a abandonar sus hogares y sus posesiones y
buscarse acomodo en otros lugares.
Naturalmente el impacto paisajístico ha sido enorme, pero
también se puede considera positivo. En las aguas de ambos embalses se puede
practicar la navegación a vela, así como los deportes acuáticos, la navegación
a vela y la pesca, y en sus riberas se han acondicionado zonas de ocio y de
recreo, a las que acuden muchas familias, sobre todo durante los suaves y
agradables meses del verano, a disfrutar de una plácida jornada campestre.
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