Se trata de la primera vez que los científicos encuentran
una asociación entre las bacterias del intestino y el párkinson. El estudio,
desarrollado por investigadores del Instituto de Tecnología de California
(EE.UU.) exponen que este hallazgo podría llevar a nuevas terapias de
tratamiento para una de las enfermedades neurodegenerativas más comunes en el
planeta, el párkinson.
Se había teorizado que el origen de la enfermedad de
Parkinson podría encontrarse en el intestino y de ahí pasar al cerebro, pero
nadie había conseguido pruebas certeras de este extraño proceso. Hasta ahora.
En el análisis de la microbiota intestinal a pacientes humanos, los
investigadores observaron que estos poseen una flora intestinal alterada,
problemas gastrointestinales y alteraciones como el estreñimiento, derivando
todo ello en contratiempos motores.
Los expertos realizaron experimentos con roedores
genéticamente predispuestos a la enfermedad, descubriendo que el microbioma
representaba una etapa clave para el deterioro motor típico de este trastorno
neurodegenerativo, esto es, relacionado con los trastornos del movimiento
asociados al párkinson (temblores, rigidez muscular, deterioro al caminar...).
Además, en los ratones, el tratamiento con antibióticos
redujo el déficit motor y las características moleculares de la patología; sin
embargo, el trasplante de microbios fecales no hizo sino acrecentar sus
síntomas.
“Por primera vez
hemos descubierto un vínculo entre el microbioma intestinal y el párkinson. El
descubrimiento de que los cambios en el microbioma pueden estar involucrados en
la enfermedad de Parkinson es un cambio de paradigma y abre nuevas
posibilidades para el tratamiento de los pacientes”, aclara Sarkis Mazmanian,
coautor del trabajo.
Según los investigadores, “la identificación de especies
microbianas o metabolitos alterados en la enfermedad de Parkinson puede servir
como biomarcador o incluso diana de posibles fármacos”.
Fuente: Muy Interesante
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