Eran tal la afición de los madrileños por el teatro que se
representaba en las corralas, que se llenaban a diario desde que abrían sus
puertas, a las doce del mediodía, ya que los espectadores se apresuraban a
ocupar los mejores sitios, aunque los puestos privilegiados estaban reservados
a las clases altas. La función comenzaba a primera hora de la tarde y concluía
antes de ponerse el sol. En estos corrales se representaron las obras de los
mejores autores del siglo de Oro y en ellos actuaron los mejores artistas.
Los primeros corrales de comedias, o corralas, surgieron en
Madrid a finales del siglo XVI y ya durante el XVII los dos más famosos de
Madrid eran el del Príncipe y el de la Cruz, donde estrenaron la mayoría de sus
obras grandes autores, como Calderón de la Barca y Lope de Vega.
Barrio de las Letras
Los barrios junto a estas corralas se fueron ocupando por
gentes del teatro, comediantes, autores, músicos, representantes, arrendadores
de corrales, alquiladores de trajes… En concreto, en el barrio de Huertas (Barrio
de las Letras), entre la calle del mismo nombre y la calle Atocha, vivieron
Cervantes, Lope de Vega, Quevedo o Moratín.
En este barrio estaba el Corral del Príncipe, situado en la
actual plaza de Santa Ana, en el sitio que hoy ocupa el Teatro Español, y antes
lo había ocupado el corral de la Pacheca, llamado así porque era propiedad de
María Pacheco. El vecino Corral de la Cruz, inaugurado en 1579, estaba en la
confluencia de las calles de la Cruz y Núñez de Arce.
En el barrio de Huertas estaba también el famoso Mentidero
de Representantes, o de los Cómicos, en la calle de León, que hacia el mediodía
era el punto de encuentro de autores, artistas representantes y otros
personajes del mundillo, para tratar los asuntos de las compañías, comentar los
éxitos y fracasos de las obras, alabar a unos autores y criticar a otros.
Chorizos y polacos
Entre las compañías de ambos corrales de comedias y entre
sus respectivos públicos surgieron, principalmente en el siglo XVIII, disputas
y peleas, formándose dos bandas denominadas ‘chorizos’ y ‘polacos’. El
responsable de poner orden en sus habituales trifulcas era el alcalde de Casa y
Corte, ayudado por sus alguaciles.
Un sector importante del público era el de ‘los mosqueteros’
(comerciantes y artesanos, principalmente) liderado por el gremio de zapateros,
cuya opinión era temida por autores y empresarios, que procuraban tenerlos
contentos, ya que acudían a ver las obras provistos de carracas, cascabeles y
pitos para hacerlos sonar si la obra no les gustaba.
Las representaciones en los corrales de comedias se
realizaban sólo los días festivos, aunque más tarde se ampliaron a los jueves y
finalmente se hacían todos los días. La costumbre entonces era pagar en la
puerta y pagar al ocupar el sitio.
Las obras reflejaban el sistema de clases de la sociedad de
la época, en unos espacios, las corralas, cuadrados o rectangulares, formados
por el cerramiento de varios edificios. En un lado de este patio central se
disponía el escenario, enfrente la ‘cazuela’ o anfiteatro destinado a las
mujeres, y a los lados las gradas para
los hombres.
Los propietarios de las casas solían alquilar el derecho a
ver la obra desde sus casas al arrendador de la corrala, que a su vez vendía
las localidades, por ello los vecinos permitían el paso del público por su
vivienda hasta llegar a las ventanas, terrazas o corredores que a modo de
palcos utilizaban la gente más pudiente. Abajo, el patio empedrado estaba
dividido: una parte delantera con bancos y detrás una zona más amplia para
espectadores de pie.
Cosasdelosmadriles.
1 comentario:
Hola, te agradecería que al final del texto, donde indicas Cosasdelosmadriles, llevara un enlace hacia el blog de donde se ha copiado el texto o al menos indicar Fuente: Cosas de los Madriles. Gracias.
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