Una de las guerras más vistas en muchas mesas gira en torno
a si debemos o no enfriar un vino. Un debate que se eterniza por los siglos y
en el que pocos están de acuerdo. Sin embargo es un error pensar que los vinos
han de beberse a temperatura ambiente.
De hecho, el peor enemigo de los productores es que esta
creencia haga al consumidor beberlo con una temperatura por encima de la
aconsejable.
Cuanto más alta es la temperatura de un vino, con más
rapidez se evaporan sus aromas. Es importante apuntar llegados a este punto que
la temperatura del vino aumenta en boca de 2 a 5 grados. Y lo hace en muy pocos
segundos. Es importante destacarlo porque cuanta más alta es la temperatura del
vino más notamos los sabores ácidos de éste.
El calor exalta además el exceso de azúcar y el alcohol.
Teniendo estas nociones claras no será difícil imaginar cual es la temperatura
ideal de cada vino. Los que admiten mayor temperatura son los tintos reserva y
gran reserva, que se pueden consumir entre los 16 y los 18 grados. Mientras que
los crianzas se beben perfectamente a una temperatura de entre 15 y 17 grados y
los tintos jóvenes entre los doce y los 15.
A partir de ahí, bajamos. Los rosados se consumen a
temperaturas entre los 9 grados y los 12. Los blancos secos a una temperatura
de entre 6 y 8 y los dulces a una temperatura algo inferior, desde los 4 grados.
1 comentario:
Toma ya, importante entrada, a veces no prestamos atencion a tomar el vino a la temperatura que lemcorresponde, con esta entrada es mas facil...
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