En efecto. Concretamente, son muy peligrosos los llamados
caracoles cono (del género Conus), unos gasterópodos marinos tropicales
aparentemente inofensivos que clavan sus dientes como arpones en sus presas y
les inyectan venenos paralizantes compuestos por una mezcla potente de cien a
doscientas neurotoxinas diferentes. Además, se ha comprobado que estos
predadores cambian y refinan constantemente sus venenos para atacar de manera
cada vez más precisa los sistemas neuromusculares de sus presas.
Dos biólogos
evolutivos de la Universidad de Michigan (EE UU) demostraron hace poco que el
veneno de estos animales cambia aceleradamente gracias a una duplicación rápida
y continua de genes a lo largo de los últimos once millones de años. Así evitan
que sus presas se vuelvan resistentes con el paso del tiempo.
La especie más letal es el cono geógrafo (Conus geographus),
oriundo de los arrecifes del Índico y del Pacífico. Su veneno no tiene
antídoto. Paradójicamente, entre sus toxinas se han encontrado proteínas que,
una vez aisladas, tienen un enorme potencial analgésico, hasta 10.000 veces más
potente que la morfina.
2 comentarios:
Con esta entrada me queda más claro que no como ni comeré caracoles jijji
no me gustaban y aunque estos no se comerán no me convencen naaaada jiiji, pedazo de mocosos...
besos
ALMA
Todo dicho, pues nada de comerselosssssssssssssssss
Que te conozco.
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