jueves, 27 de octubre de 2011

Ferrerías en la sierra de la demanda Burgalesa

                                                                  Ferreria de Barbadillo

El libro de Marta González Bueno editado por la Diputación de Burgos en 1997, que aborda esta actividad que se desarrolló en la sierra de la Demanda Burgalesa durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX.
El texto aborda de manera detallada aspectos como los procesos de producción, los diferentes oficios relacionados con la actividad y la evolución histórica de la misma, sin olvidar incluir una amplia referencia al ferrocarril minero, que nació con clara vinculación a esta industria.

La principal conclusión que se puede extraer es que, como en tantos otros casos, las expectativas de estos proyectos estaban basadas más en la ilusión que en expectativas económicas reales.
Europa se empieza a considerar poco rentable la producción de hierro con carbón vegetal hacia 1850; las ferrerías burgalesas, basadas todas en esta tecnología, se inauguran bastantes años después de esa fecha.

El caso burgalés se debió a que los filones fueron descubiertos justo en esta época, a la abundancia de bosques y a que la producción, en buena medida artesanal, estaba sustentada en el trabajo de centenares de personas dispuestas a suministrar y trabajar con los materiales por sueldos muy bajos. De hecho, muchos pobladores consideraron a las ferrerías como una vía de escape del eterno ciclo de marcha y regreso impuesto por la trashumancia. Barbadillo de Herreros, el principal centro productivo, experimenta un notable incremento de población durante esos años.

La zona siempre ha sido abundante en minas (de hecho existen estudios que aún revelan la existencia de yacimientos de plata, hierro y cobre), aunque su explotación se ha producido de forma altamente irregular. En su mayor parte el permiso de explotación se concedía a personas particulares de la provincia, normalmente de la zona, que las explotaban directamente o las delegaban a otros.

De esta manera, eran estos particulares los que se encargaban del transporte del material, a su costa y generalmente con burros y caballos, hasta las ferrerías, de forma muy similar a como se hacía con el carbón vegetal. La rentabilidad de este transporte caía con los kilómetros de distancia hasta la ferrería.

De entre las operaciones relacionadas con la producción, llama la atención la tarea de machacado del mineral, que era realizada fundamentalmente por mujeres, hasta dejarlo en trozos del tamaño de una avellana. Posteriormente, se depositaba en el horno el carbón y el mineral formando capas sucesivas. La combustión duraba 15 a 16 horas.

Pasado ese tiempo se procedía al "sangrado" del horno. Todos se arracimaban para ver este momento, incluso los niños. Según salía el liquido se depositaba en moldes de arena formando lingotes.
Estos lingotes luego se metían en otros hornos más pequeños que funcionaban con carbón de brezo, para transformarlos en acero. En esta parte también se trabajaba el material, elaborando rejas y utensilios caseros.
Actualmente nos quedan restos de dos ferrerías en Barbadillo de Herreros y en Huerta de Abajo y recuerdos de sendas ferrerías en Pineda de la Sierra y Monterrubio de la Demanda. La ferrería de Barbadillo es, de lejos, la mejor conservada, destacando su horno de casi nueve metros de altura. La tecnología de "altos hornos" se introdujo para elaborar mayor cantidad de material en cada operación




Ferreria de Huerta de Abajo

2 comentarios:

ALMA dijo...

Impresionante como una historia es tan reciente en el tiempo pero parece que hablamos de un tiempo arcaico..burros, machacar mineral etc impresionante no dejes de asombrarnos...

besos

ALMA

Emilio Montero dijo...

No tenia ni idea.
Pues el puente estuvimos en Navarra donde vimos unas de las fábricas de armas de la antiguedad mas grande una pasada...

Emilio