En Burgos, desde luego, la afición a degustar tortillas es muy grande y viene de muy antiguo. Están muy lejanos aquellos tiempos en que, cuando el verano se dignaba instalarse en nuestra ciudad para calentar los ateridos huesos de los burgaleses, los domingos y días de fiesta numerosas familias al completo se desparramaban por los vecinos y acogedores alrededores, (me vienen a la memoria sitios como La Quinta, Fuentes Blancas, Fuente del Prior, Capiscol, Castañares, El Parral, el Castillo, las Fuentecillas, etc.), dispuestas a disfrutar de una feliz jornada campestre. Iban en el coche de San Fernando, es decir: un ratito a pie y otro andando y no llevaban GPS, ni transistores, ni móviles, ni cámaras digitales, o cosas parecidas, tan en boga actualmente, (si acaso, alguna baraja de “Heraclio Fournier“, para echar la apacible partida de tute, que a veces no resultaba tan apacible).
Pero sí llevaban hermosas cestas de mimbre repletas de apetecibles viandas, preparadas con esmero y cariño por el ama de casa y que constituían, junto con la bota de vino, el auténtico “leitmotiv” de la excursión. Desde luego la tortilla, en alguna de sus variantes, constituía uno de los elementos más importantes del contenido de la cesta. La receta que transcribo a continuación se conoce como “Tortilla burgalesa”, y solía condimentarse en ocasiones señaladas.
Receta: En una sartén con aceite de oliva freiremos el chorizo cortado en trocitos, el jamón picado bien fino, el pimiento morrón, igualmente bien picado, junto con los guisantes. Cuando todo esté bien rehogado lo escurriremos y reservaremos. Batiremos bien los huevos y los mezclaremos con el sofrito, añadiendo los trozos de bonito en escabeche bien desmenuzados, friéndolo todo por los dos lados en una sartén a fuego un poco lento, hasta que la tortilla quede bien cuajada.
Echaremos la tortilla en una cazuela de barro con la salsa de tomate, dejando que se vaya haciendo lentamente durante unos quince minutos. Como acompañante y para adornarla utilizaremos unos espárragos de buena calidad, procedentes, por ejemplo, de la vecina Rioja.
Un postre: En esta ocasión, (la tortilla se lo merece), voy a ofrecer un postre genuinamente burgalés, tan genuino que lo creó un notable pastelero burgalés a mediados de los años treinta. Estoy hablando de Jesús Pinedo, propietario de la “Confitería Pinedo”, de la capital burgalesa, (actualmente desaparecida), quien tuvo la genial idea de preparar unos hermosos pasteles, elaborados con pasta de levadura trabajada con aceite y rellena de nata, o crema, recubiertos de almendra y azúcar “glassé”, a los que dio el nombre, posiblemente en honor al famoso cantante francés Maurice Chevalier, de “chevalieres”.
¡Buen provecho!
3 comentarios:
Estupenda entrada. La historia y gastronomia unidas, uy que hambre más tonta me ha entrado. Un saludo.
Impresionante la entrada, me ha encantado y como lo detallas y vives,unir gastronomía ye historia no es fácil y tú lo has conseguido y de una forma muy amena..braaavo...
pd por cierto popular es un montón, pero nada fácil hacerla, me encanta ....que haaambre
besos
ALMA
Hay señor señor señor que bueno. Ya nos lo estas haciendo al regreso que lo sepas.
Pero esto es de Mama o tuyo...
Besos
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