Durante la primera Guerra del Golfo (1991), la marina estadounidense puso en marcha otra iniciativa estrafalaria. Se trataba de la Operación Gallina de Campo Kuwaití –KFC, su acrónimo en inglés, que casualmente (o no) coincide con el de la cadena estadou- nidense de pollo frito Kentucky Fried Chicken–. El plan consistió en enviar desde Estados Unidos 43 gallinas para que fuesen a la batalla con los marines, quienes les denominaron “Artefactos Avícolas para la Confirmación de Elementos Químicos”.
Las aves son más sensibles que los seres humanos a las armas químicas y biológicas así que, si enfermaban súbitamente, los soldados sabrían que tenían que ponerse las máscaras de gas. No obstante, el plan fracasó estrepitosamente, ya que todas las gallinas, excepto dos, murieron nada más llegar a Kuwait, sin que se descubrieran las causas.
Las 41 aves fueron enterradas al lado del cuartel, con lápidas de madera en sus tumbas, sin que los marines olvidasen dedicar una al “Pollo Desconocido”.
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