Bosques en muchos casos con más edad que algunos de los
monumentos en piedra más emblemáticos de la comunidad
Con raíces, centenario y muchas hojas. Sin ir más lejos,
podríamos estar hablando de los cien números de este suplemento. Pero no, como
lo nuestro es viajar hemos pensado en partir en busca de otros centenarios. En
este caso, seres vivos de porte excepcional y mucha vida a cuestas. Hacemos
repaso aquí de algunos de los árboles y bosques singulares de los que podemos
disfrutar en Castilla y León. Árboles y bosques en muchos casos con más edad
que algunos de nuestros monumentos en piedra más emblemáticos. Seres vivos
dignos de admiración, respeto y toda la protección de la que seamos capaces.
Desde Degusta Castilla y León brindamos también por ellos.
1 EL ALCORNOCAL DE VALDELOSA (Salamanca).
2 LA CERVATINA (León).
3 ENCINAR DE VALDERROMÁN (Soria).
5 FRESNEDA DE AÑE (Segovia).
4 EL ROBLE DE LA LAGUNA DE LA CANTERA en Huerta de Arriba (Burgos).
El Roble de la Laguna de la Cantera era bellota cuando
Alfonso X el Sabio componía sus primeras Cantigas. Más o menos. Y Gonzalo de
Berceo le daba caña a sus Milagros de Nuestra Señora. Mientras, en Burgos
colocaban las primeras piedras de su catedral pensando en un estilo
constructivo moderno y atrevido llamado gótico. Y es que a este roble, que
encontramos en el interior de la dehesa boyal de Huerta de Arriba, se le calculan
más de 800 años. Es, por tanto, uno de los robles más longevos de la provincia
de Burgos –si no el que más–, y a buen seguro, uno de los más viejos de España.
Quienes lo han medido hablan de un perímetro de casi 12 metros y una altura
hasta la copa de quince metros y medio. Para conocerlo hay que salir de Huerta
de Arriba por la carretera que, tras pasar por delante del Ayuntamiento, enfila
hacia La Rioja. A los tres kilómetros, justo antes del límite con esa comunidad
autónoma, se abre por la izquierda de la carretera una pista forestal a la que
se accede por un paso canadiense. Puede ser este el punto para dejar el
vehículo. Mil trescientos metros más adelante, y tras dejar por el camino un
largo puñado de robles centenarios, la pista alcanza un pequeño claro
presidido, al borde mismo del sendero, por el Roble de la Laguna de la Cantera,
inconfundible por la enormidad de un tronco que aparece quemado en una de sus
caras.
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