Suele ser conocido cómo “el río de Burgos”. Sin embargo ¿cómo es posible asimilar un río de 131 km a un sólo lugar? Visitemos la Sierra de la Demanda.
Y allí nace el río, cerca del pico de San Millán, el más
alto de la provincia burgalesa. Desde el pequeño manantial denominado fuente de
Tañuelos, dentro del término de Riocavado de la Sierra, inicia su vertiginoso
curso inicial con el nombre de arroyo de la Sierpe, embarrancado entre cerrados
brezales a unos 2.000 metros de altitud. Es tierra del ciervo y del jabalí que
nos evidencian su presencia, eso sí, de lejos. Hacen muy bien, en la distancia
se oyen disparos de monterías cercanas. Otros cazadores mas modestos buscan
pequeñas becadas con sus perros.
Al toparse con el Puerto del Manquillo,
el incipiente Arlanzón cambia de dirección hacia el noroeste
formando un precioso valle que separa las sierras de la Demanda y Mencilla. Se
le van uniendo arroyos que lo conforman como río ya al llegar a Pineda. El
valle es frondoso: hayedos, rebollares y pinares se explayan por ambas laderas.
Desde la vía verde del tren minero lo puedes observar bien de cerca, tocas el
río y pisas la hojarasca. Arriba en el puerto, lo que nos parece un enorme
buitre negro nos sorprende e impresiona levantando el vuelo justo sobre
nuestras cabezas.
Bajando desde el puerto, con la suave pendiente a nuestro
favor, disfrutando de un avanzado otoño. Aun se pueden observar tenadas
ruinosas y abandonadas. Imaginas como numerosos rebaños trashumantes, al paso
cansino de las ovejas preñadas, van abandonando el valle cómo antaño lo
hicieron durante siglos para volver en primavera.
Las minas
Apartándonos algo de la senda se puede visitar las minas
abandonadas Carmina, Cerracín y otras que no se puede identificar. Sus huellas
son inequívocas; viejos pozos, bocaminas y escombreras de un surtido pero
escaso mineral que dio al traste ilusiones de riqueza y progreso hace ya más de
un siglo. Gracias a ello ahora podemos disfrutar de la senda minera que nos
permite recorrer la sierra desde su intimidad y acercarnos tanto al río.
Nada mas cruzar la carretera que sube hacía el Valle del Sol
ya vemos Pineda de la Sierra. Aquí el río conoce a las gentes y los pueblos
dónde viven. Se le une el buen arroyo Malo y se engalana con puentes y azudes.
Aun así conserva su belleza natural y sobrepasa con mucha dignidad la bonita
población, impresionados por sus serranas construcciones
entre las que destaca su iglesia románica de San Esteban.
1 comentario:
Precioso el entorno de Pineda, el rió es algo importante para el pueblo y lo hace aun más espectacular si cabe.
gracias por las entradas tan buenas e interesante papi.
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