El origen de este sabroso dulce se pierde en la noche de los
tiempos. Es casi seguro que se inventó en los conventos, como un modo de
aprovechar el pan que se empezaba a poner duro, convirtiéndolo en un calórico
postre. Posiblemente, las "poderosas" torrijas contribuían a nutrir bien
el cuerpo en una época, la Semana Santa, en que era preceptivo el ayuno y la
abstinencia de carne. En Madrid se convirtieron en uno de los postres más
populares. Es uno de los pocos dulces que, desde el siglo XIX, se servía en las tabernas, y solía
acompañarse con un vasito de vino dulce.
La receta madrileña.
Torrijas a la madrileña
Ingredientes:
4 rebanadas de pan, una taza de leche, 2 huevos, un limón,
una cucharada de canela en polvo, una taza de azúcar, una ramita de canela, una
taza de aceite de oliva.
Preparación:
Calentar la leche en un cazo con la piel de limón, la canela
y 1/3 del azúcar. Cocer a fuego suave 5 minutos. Apartar y dejar enfriar.
Colar y poner la leche en un plato hondo. Introducir las
rebanadas de pan en la leche y dejarlas empapar ligeramente, colocándolas a
continuación sobre una rejilla.
Batir los huevos en un cuenco hasta que estén bien
espumosos. Calentar abundante aceite en una sartén, pasar las rebanadas de pan
por los huevos batidos y echarlas en el aceite, procurando que no esté
demasiado caliente (si se forma espuma en la superficie de la sartén, quitarla
con una espumadera). Sacar y escurrir sobre papel absorbente.
Colocar en un plato el resto del azúcar con la canela molida
y mezclar bien ambas cosas. Cuando las torrijas estén escurridas espolvorearlas
por todos lados. Servirlas templadas o frías.
1 comentario:
Me encantan las torrijas...que recuerdos cuando mamá nos las hacía... Estaban tan buenaaaas...
Alma
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