En 1770, Carlos III aprobó la construcción del Real Canal
del Manzanares, un proyecto contemplado desde hacía dos siglos para hacer el
Manzanares navegable hasta el Tajo y desde allí hasta Sevilla.
El canal, que sólo se
construyó hasta la localidad madrileña de Rivas-Vaciamadrid, discurría paralelo
al río por su margen izquierda. Junto al puente de Praga estaba situado su
punto más importante, "el embarcadero", con dársenas, almacenes y
talleres.
En 1818 se hicieron
obras de ampliación, fundamentalmente estéticas, y se colocó en la cabecera
(junto al puente de Toledo) un león de mármol sobre un pedestal flanqueado por
sendas columnas de Hércules, mientras que dos escaleras de granito descendían
hasta los paseos que corrían junto al canal.
También se construyó
una puerta que daba al paseo de Santa María de la Cabeza con una verja de
hierro con alegorías del comercio y la navegación. Se mantuvo en funcionamiento
hasta 1830, y finalmente, abandonado y descuidado, se cegó en 1859 por ser un
foco continuo de epidemias.
Sobre él se abrieron
los paseos de Yeserías, de la Chopera y del Molino.
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