jueves, 28 de julio de 2011

La bondad


El mendigo ciego:
—¡Una limosnita, por el amor de Dios!

Pero no es ciego porque ahora ha abierto un ojo.

La señora –enfurecida porque el ciego ve- no le da limosna.
—Me ha pretendido engañar,  ¡miserable!
—Pero, señora, cálmese usted —responde el limosnero—. ¿No es mucho mejor que haya pretendido engañarla que ser ciego verdaderamente?

2 comentarios:

ALMA dijo...

Jooo, hay que ser un pillastre para poder salir de todas, muy bueno, si señor, gracias papi..

besos

ALMA

Emilio Montero dijo...

jajajajjjja, pero se queda sin la limosna, claro.