España se está enchilando. Sin apenas cultura del picante
–nos trajimos de Sudamérica los pimientos más suavecitos–, en pocos años
nuestra cocina se ha abierto sin miedo a una condimentación más aguerrida. Uno
de los tradicionales atractivos de la capsaicina, la oleorresina responsable de
que el chile pique y repique, es que pone a prueba nuestra valentía al
castigarnos sin misericordia con su ardor.
Pero hay más: añade mucho sabor y,
en la cantidad justa, es un elixir con múltiples propiedades saludables. Según
los últimos estudios, todo indica que
alarga la esperanza de vida y ayuda a prevenir determinados tipos de
cáncer. Comprobado está que adelgaza, alivia ciertos dolores y nos hace más
felices al provocar la liberación de endorfinas.
Acusado injustamente de dinamitar nuestros estómagos, el
picante alarga la vida, previene el cáncer, adelgaza y nos hace más felices.
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