miércoles, 24 de febrero de 2010

Ladrones irreverentes

Hace 25 años, los habitantes de Urrez (Burgos) fueron encerrados en la iglesia mientras asistían al funeral de una vecina por un par de ladrones que, sin embargo, no se llevaron botín alguno.
Presen y Enrique, hija y nieto de la difunta, sentados en los bancos de la iglesia; de pie, Ángel Conde (d.), actual alcalde, y Esteban García.
Aquel 11 de febrero de 1985 era un frío día de invierno, más o menos como el que ayer se vivía en este pequeño pueblo del municipio de Villasur de Herreros; un día de esos que ni los perros se atreven a sacar el hocico a la calle, y que las chimeneas echan humo mientras los vecinos se resguardan al calor del fuego. Aquel lunes, sin embargo, tocaba arreglarse y acudir a la iglesia para despedir a María de los Santos García, fallecida el día anterior. A eso de las 12 todos los habitantes ocupaban los bancos del templo. Solo Domingo, que entonces regentaba la cantina, se quedó tras la barra, por si alguien llegaba al pueblo. Y claro que llegaron, pero no a tomar un café precisamente.

Ángel Conde, el actual alcalde, Esteban García y Enrique Díez, éste nieto de María de los Santos, fueron testigos de lo que parece una historia sacada de un guión cinematográfico de suspense. Aún hoy siguen haciéndose las mismas preguntas que entonces, preguntas que nunca han tenido respuesta: ¿Llegaron los ladrones a Urrez porque sabían que ese día todo el pueblo estaba en la iglesia? ¿Fue casualidad? ¿Por qué cerraron la puerta de madera con llave, pero dejaron abierta la verja exterior? ¿Qué buscaban exactamente en las casas?
Fueran las que fueran sus intenciones, lo cierto es que salieron de Urrez por patas; no, por patas no, en una furgoneta que los vecinos tuvieron tiempo de ver que llevaba matrícula de Vitoria. Los ladrones, recuerdan 25 años después los tres urrezanos, no dieron muestras de profesionalidad o se fiaron mucho de que cerrando la puerta iban a tener tiempo suficiente para entrar en las viviendas. Pero la realidad fue otra. Y es que al poco de comenzar la ceremonia, los vecinos que se encontraban en los bancos traseros, junto al coro y la puerta de entrada, oyeron cómo desde fuera se manipulaba la cerradura. Primero creyeron que era alguien que llegaba tarde al funeral, pero cuando intentaron abrir la puerta, se encontraron con que estaba cerrada.

Teodoro Conde, padre del alcalde, estaba entre ellos, recuerda ahora su hijo; sin armar demasiado jaleo, éste y otros asistentes al acto, comenzaron a hurgar en la cerradura hasta conseguir desbloquear los herrajes y abrir la puerta. No fue tarea difícil, por lo que cuando salieron a la calle, pudieron ver cómo un par de individuos montaban en una furgoneta, comenzaban a tocar el claxon y salían pitando del pueblo por el camino que había venido, es decir, dirección Burgos.
La mitad de la iglesia ni se enteró de lo que estaba pasando. De hecho, dicen Enrique y su tía Presentación, hija precisamente de la difunta, que ellos ocupaban los primeros bancos con el resto de la familia y apenas se enteraron. El nieto, que tenía entonces 33 años, recuerda algún murmullo, pero Presen dice que ella bastante tenía con el dolor de haber perdido a su madre. La misa, que celebraba don Jesús, el párroco, transcurrió con normalidad y tras el traslado al cementerio, los vecinos fueron conociendo el ‘incidente’.
Nadie echó nada en falta de sus casas, por lo que no hubo denuncias, ni siquiera una llamada a la Guardia Civil, tampoco Teodoro y los vecinos que lograron abrir la puerta ‘persiguieron’ a los ladrones. El pueblo quedó convencido de que éstos no hicieron bien los cálculos y no tuvieron ni tiempo de entrar ni siquiera en las viviendas más próximas a la iglesia. La psicosis porque se repitiera algo similar se adueñó de los vecinos, que, a partir de entonces, no dejaban las puertas de casa abiertas.
Fuente:D.de Burgos.

3 comentarios:

ALMA dijo...

Menudos son los ladrones.....joo hasta en un entierro nise lo piensan,q poco humanos..pero...me pregunto yo...nadie habria dado aviso del acontecimiento que se iba a celebrar?es mucha casualidad...


ALMA

Beatriz Montero dijo...

Pensé que ibas a decir cuando hablas del pánico se adueñó de los habitantes del pueblo que ya no quieren volver a la iglesia por miedo a quedarse encerrados.

Emilio Montero dijo...

La madre que los trajo, mira que eso no es respeto nipor los muertos la leche que los trajo, pobre gente.
Encima en un pueblo que la gente no suele ser rica...

Bueno espero que no pase de nuevo, xq como les pille les mato.

Emilio