El libro del profesor de la Universidad de Burgos Manuel Cámara 'El enigma de Pedro Barrantes' descubre aspectos inéditos del canónigo de la Catedral que merece loas de santidad
Para todos es conocido el Hospital de San Julián y San
Quirce, que se encuentra en la calle Barrantes a la que da nombre a este
canónigo. Como reconoce el propio autor, el «verdadero esfuerzo por conocer la
figura de Pedro Barrantes» lo hizo Narciso Correal que publicó en 1915 una
biografía sobre Barrantes. Este autor gallego data el nacimiento de Barrantes
en 1584 y su muerte en 1658
En su tareas pastorales y catedralicias, fue canónigo
durante 40 años, y académicas, dirigió el Seminario Conciliar; pero la tarea a
la que entregó sus 74 años, fue la vida de los pobres, los preferidos de Jesús;
en este esfuerzo, fundó el colegio de Mozos de Coro y la Casa de la Maternidad,
abrió un orfanato, puso en marcha el
hospital de San Julián y San Quirce, hoy residencia de Barrantes.
El secreto
Cámara glosa en su libro el enigma de Pedro Barrantes desde
la perspectiva de una vida de santidad. Desvela en el libro el misterio del
rescate de esta figura; y es que, durante muchos años, varios siglos, se
olvidaron «hasta de dónde estaba enterrado en la Catedral de Burgos».
Cuando finalmente se descubrió la ubicación del féretro,
cuenta Cámara que se desveló uno de los secretos más extraños del primer
templo. El cadáver de Barrantes estaba intacto. Incorrupto.
En el momento de su muerte, el cuerpo sin vida fue
depositado, de manera provisional, en uno de los arcos de la capilla de la
Virgen de los Remedios, sobre otro sepulcro. Cámara se basa en esta teoría de
Correal
Durante siglos «nadie se ha preguntado dónde estaba el
cadáver» de este hombre que por sus méritos merecía ser ejemplo de vida y subir
a los altares. Nadie recordaba qué había pasado. ¿Por qué cayó en el olvido?
¿Esto fue casual o provocado? ¿Es un santo por su vida o por su muerte? Muchas
preguntas y muy pocas respuestas.
Capilla del Santo Cristo
En un lateral de la
capilla del Santo Cristo de Burgos, antes de la Virgen de los Remedios,
está la tumba de Pedro Barrantes, canónigo de la Catedral. Manuel Cámara relata
que cuando se hizo «una reforma en esta capilla», en agosto de 1850, y gracias
a la «curiosidad del canónigo fabriquero», se abrió una tumba que escondía el
secreto. Era un féretro forrado «en terciopelo negro guarnecido con galón de
plata», dice Cámara, tomando palabras de Correal. Al alzar la tapa se vio el
cuerpo incorrupto de un sacerdote revestido de las vestiduras intactas. Una vez
abierta la cripta, el cadáver, según decía Eloy García de Quevedo, lejos de
producir el tradicional, miedo, maravilla por su compostura y su belleza se le
puso, una palma símbolo de la virtud que se le reconocía. Era Pedro Barrantes
Aldana.
Su sepulcro era una piedra desnuda, sin adorno exterior ni
inscripción, y quizá por ello, pasó totalmente desapercibida y con el paso del
tiempo, su figura fue olvidada. No fue hasta 1895 cuando fue abierta de nuevo
la tumba para descubrir como de manera invariable ahí seguía el cuerpo de
Barrantes. La segunda vez que se abre el sarcófago se halló toda la vestimenta
en buen estado y la palma colocada con su frescura natural, sin descomposición.
Sobre el cadáver, un cáliz y unas vinajeras de hoja de lata. Llamó la atención
no estar oxidadas y que conservaran el brillo del metal. Estuvo la caja abierta
como media hora y fue finalmente enterrado. Se le dio sepultura el 10 de
septiembre de 1895 en un recogido, pero elegante mausoleo obra de Vicente
Lampérez.
Un estudio del cuerpo
El 14 de mayo de 2025, día que se presentó en sociedad la
obra de Manuel Cámara, la doctora en Geografía e Historia por la Universidad de
Burgos, Pilar Alonso Abad explico las diferentes maneras que se podría estudiar
el cuerpo incorrupto de Pedro Barrantes. Mientras algunas teorías hablan del
grado de humedad y temperatura óptimo del templo burgalés para que se pueda
conservar un cuerpo, teoría plausible y posible, la doctora explicó las
diferentes formas no agresivas para obtener un resultado, no solo que se
acerque a alguna de estas teorías, sino que resuelva definitivamente las dudas
de porque esta conservado de esta manera, el cuerpo de Barrantes.
Aseguraba que «existen herramientas técnicas» que no son
invasivas ni destructivas, como como la Tomografía Axial Computarizada (TAC),
que toma «imágenes dimensionales que se utilizan, por ejemplo, conocer más las
momias». Para los cuerpos o los tejidos blancos, «imágenes muy detalladas de
estos tejidos es totalmente infalible el análisis con neutrones». No haría
falta abrir el sarcófago.
Con esta técnica se podría hacer una historia de «los
órganos, de los signos, las señales, de las enfermedades que había tenido».
Incluso, y esto es verdadera magia, posible de realizar, pero magia en el
sentido más sorprendente, y ya realizado en Londres con una figura egipcia,
«una reconstrucción de todo el tracto oral y con ello se pudo reconstruir
artificialmente el sonido en otras palabras, revivir la voz que tuvo una
persona de más de 3.000 años». No es ciencia ficción, es sencillamente ciencia.
Virtudes de santidad
El profesor Cámara ha confeccionado un texto sencillo de
leer y de entender, algo que para un escritor es muy complicado hacer. Y más
allá del triple enigma de Barrantes, el del silencio de los siglos y el del
cuerpo incorrupto y el de la palma, se abre otro enigma más humano pero que
toca la punta de los dedos: la santidad de un hombre, apunta Cámara a quien se
podría abrir causa de beatificación y posterior canonización de quien, por el
conocimiento de su vida, bien podría ser ya siervo de Dios.
Cámara da su visión sobre sus virtudes teologales y
cardinales que le colocarían como ejemplo de vida de amor a Jesús, a través de
los pobres, que es el verdadero mensaje evangélico, que eso es lo que
representa al fin y al cabo la santidad.
Fuente: burgos conecta