martes, 7 de marzo de 2023

LOS HUMANOS MONTARON A CABALLO POR PRIMERA VEZ HACE 5.000 AÑOS

 


Un nuevo estudio revela que es posible que el caballo se utilizara como montura mucho antes de lo que se pensaba, gracias a los restos encontrados en Europa del Este

 La foto superior muestra los restos de un jinete de entre 65 y 75 años que probablemente vivió en torno al año 3000 a.C. Su tumba fue descubierta por arqueólogos cerca de la frontera entre Rumanía y Hungría, cerca de la ciudad rumana de Malomirovo.

 El ser humano no puede llegar muy lejos en un tiempo razonable sin un medio de transporte adecuado. La domesticación del caballo supuso una ventaja decisiva: de repente, se podían recorrer largas distancias en poco tiempo. Simplificó la exploración del entorno, el intercambio cultural y las relaciones comerciales, aunque también las guerras y las migraciones.

 Sin embargo, la fecha exacta de cuándo se produjo esta domesticación y una persona montó y cabalgó por primera vez a caballo es difícil de determinadr. Un equipo de investigadores ha publicado en la revista Science Advances que los miembros de la cultura Jamnaja podrían haber empezado a utilizar caballos como montura hace ya unos 5.000 años. Así lo indican los restos de esqueletos humanos hallados en yacimientos arqueológicos de las actuales Rumanía, Bulgaria y Hungría.

 El equipo buscó fracturas en restos humanos, especialmente en el fémur, las vértebras y los huesos de la pelvis, que suelen darse en jinetes

Según los científicos, los primeros indicios de la domesticación de caballos, probablemente para la producción de carne y leche, datan de hace unos 5.500 años. Según los conocimientos actuales, los caballos se utilizaban para tirar de carros desde hace unos 4.000 años, y de esa época se conocen las primeras pruebas pictóricas de montar a caballo o en burro. Sin embargo, rara vez conservan los aperros como sillas o bridas, y las huellas en esqueletos de caballos son bastante controvertidas. Sin embargo, en un jinete a caballo hay dos seres vivos. Por eso los investigadores se fijaron en los humanos.

 El equipo de la Universidad de Helsinki buscó cambios y fracturas en restos humanos, especialmente en el fémur, las vértebras y los huesos de la pelvis, que suelen darse en jinetes. Establecieron un total de seis criterios de diagnóstico, entre ellos: la ubicación de los puntos de fijación de los músculos en la pelvis y el fémur, los cambios en la forma normalmente redonda del acetábulo y la degeneración de la columna vertebral causada por impactos verticales repetidos, así como los traumatismos típicamente causados por caídas, patadas o mordeduras de caballos.

 En total, 24 de los 156 individuos adultos estudiados podían clasificarse como posibles jinetes. Según el estudio, cinco individuos probablemente habían montado a caballo con mucha regularidad: presentaban al menos cinco de las seis características, y un esqueleto bien conservado de Strejnicu, en Rumanía, mostraba incluso los seis síntomas. Esto permitió a los científicos concluir que montar a caballo era una actividad común para algunas personas de Yamnaja ya hace unos 5.000 años.

 Los miembros de la cultura Yamnaja eran pastores móviles de ganado vacuno y ovino, que ahora se puede suponer que también montaban a caballo. La equitación parece haberse desarrollado poco después de la presunta domesticación de los caballos en las estepas de Eurasia occidental en el IV milenio a.e.c. Las regiones situadas al oeste del Mar Negro representaban una zona de contacto entre los grupos móviles de pastores de la cultura Yamnaya y las comunidades agrícolas establecidas desde hacía mucho tiempo en los periodos Neolítico Tardío y Calcolítico. Ahora es necesario investigar más a fondo si la equitación servía principalmente para la comodidad de una vida pastoril móvil, al permitir un pastoreo más eficaz del ganado, como medio para realizar incursiones rápidas y de largo alcance, o simplemente como símbolo de estatus.

Fuente: Quo

sábado, 4 de febrero de 2023

EL NÚCLEO DE LA TIERRA ESTÁ DETENIENDO SU GIRO, ¿QUÉ SIGNIFICA?

 


Un nuevo estudio ha descubierto que la rotación del núcleo interno de la Tierra se está ralentizando, como parte de un ciclo de 70 años en el que cambia su rotación

 En la escuela nos enseñaron que el núcleo interno de la Tierra era una bola de hierro sólido un poco más pequeña que la Luna y sometida a enormes presiones y temperaturas. Pero solo a mediados de los años 90 se descubrió que, además, esta esfera metálica en el corazón de nuestro planeta giraba independientemente. Un reciente estudio publicado en Nature Geoscience sugiere que alrededor de 2009, el núcleo de la Tierra empezó a girar más lentamente, durante un tiempo giró en sincronía con la corteza terrestre, y hora se está quedando atrás.

 El nucleo tiene 2.400 km de diámetro y se encuentra a 5.000 kilómetros de profundidad bajo la superficie. Está rodeado por un núcleo externo de hierro líquido sobrecalentado y otros materiales, que permite que gire libremente. Los geólogos creen que la energía liberada por el núcleo interno hace que el líquido del núcleo externo se mueva, generando corrientes eléctricas que a su vez engendran un campo magnético que rodea el planeta. Este escudo magnético protege a los organismos de la superficie de la radiación cósmica más dañina.

 QUE NO CUNDA EL PÁNICO

Entonces ¿si se detiene el giro del núcleo se extinguirá la vida en la Tierra? Que no cunda el pánico, porque se trata de un fenómeno que se repite cada 70 años, según los autores del estudio. Lo mismo parece haber ocurrido antes, a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970.

 Se trata de un tema controvertido, porque todavía no se entiende bien qué rige el comportamiento del núcleo. El autor principal del nuevo estudio, Xiaodong Song, geocientífico de la Universidad de Pekín, es el mismo que en 1996 aportó por primera vez pruebas del giro del núcleo terrestre.

A pesar de las muchas películas de ciencia ficción en las que se perfora hasta el núcleo de la Tierra, esto es imposible en la actualidad. ¿Cómo hemos conseguido entonces descubrir su composición y comportamiento? Los científicos utilizan las perturbaciones en las ondas sísmicas provocadas por los terremotos, que viajan atravesando el planeta, para deducir lo que ocurre en el interior. Las ondas sísmicas viajan a distintas velocidades en función de la densidad y la temperatura de la roca, y funcionan como una radiografía de la Tierra.

 QUÉ OCURRE CUANDO EL NÚCLEO SE FRENA

Una de las consecuencias de la ralentización del giro del núcleo terrestre puede ser un cambio en la duración del día, aunque estos cambios se miden en milisegundos. La duración del día ha ido aumentando en unos pocos milisegundos a lo largo de los siglos debido sobre todo a la atracción gravitatoria de la Luna sobre la Tierra, pero se han encontrado otras variaciones que no tenían explicación hasta ahora. Según Song, estas variaciones podrían coincidir con cambios en la rotación del núcleo.

 Aún así, otros geólogos discrepan, y sostienen que estas variaciones no tienen que ver con la velocidad de rotación sino con alteraciones en la superficie del núcleo. Los científicos de Pekín esperan ahora más terremotos que envíen ondas sísmicas a través del núcleo para seguir probando su teoría. La NASA también planea lanzar una misión para explorar lo que podría ser el núcleo metálico expuesto de un antiguo planeta destrozado, lo que podría arrojar luz sobre el funcionamiento interno de la Tierra y los demás mundos que pueblan nuestro sistema solar.

Fuente: Quo 


 

viernes, 6 de enero de 2023

La leyenda del Papamoscas de Burgos. Mal de amores

 


La historia del Papamoscas comienza en la Catedral y tiene como protagonistas a un rey y una doncella en plena edad media, a finales del siglo XIV. Pero no es una historia de amor. O sí, pero del amor que sufre y no resulta recompensado. Una historia triste que evidencia que ni el rey más poderoso manda sobre el corazón.

Este monarca fue Enrique III el Doliente, hombre de poco carisma, enfermizo y precoz. Nacido en 1879 se tuvo que casar en 1388 con su prima Constanza de Castilla, hija del duque de Lancaster, que tenía 14 años y él solamente 9 por lo que la consumación del matrimonio fue canónicamente postergada, aunque años después le dio tres hijos, pero se logró el objetivo deseado: la paz con Inglaterra. Pocos años después muere su padre en rey Juan I del que era primogénito y accedió al trono con 14 años.

 Pese a esa juventud y a los importantes asuntos de estado a los que debía permanecer atento, la leyenda asegura que el rey, nacido en Burgos y devoto cristiano, acudía cada día a la Catedral a escuchar misa y ensimismarse contemplando la belleza de la

Un buen día sus ojos repararon en una doncella de gran belleza de la que ya no pudo apartar la vista. Tal fue la impresión que todo un monarca castellano se comportó como un chiquillo espiando a hurtadillas a la simpar dama, siguiendo sus pasos hasta su casa para disfrutar de su belleza y conocer su casa y orígenes.

 Cada día, durante un largo periodo de tiempo que al rey parecería un suspiro, se complacía en la contemplación de la joven doncella, ponderando su recato y su candor. Tan es así, que la joven pese a la distancia desde la que el rey lanzaba sus tiernas miradas se había percatado de la admiración que despertaba. En cierta ocasión, venciendo su pudor quiso propiciar el contacto con el joven rey, tímido hasta la médulo e incapaz de dirigir a la joven más palabras que las que dibujaban sus pupilas enamoradas.

La joven dama, cual doncella en un cuento, dejó caer su perfumado pañuelo a sus pies al pasar junto al rey y éste al recogerlo lo apretó contra su pecho, arrobado. No fue capaz, sin embargo, de cruzar unas palabras galantes con la dama ni siquiera abrió la boca. Pero torpemente le entregó a la joven su propio pañuelo. Su timidez, su falta de gallardía y sus pocos años disiparon un momento romántico que hubiera dado para cánticos de juglares y leyendas de alcoba.

La joven, descorazonada, salió con prisas de la Catedral no sin antes proferir un hondo y doliente sollozo que retumbó por los altos muros como un alma rota al abandonar el cuerpo. El eco de un lamento que se sumó a los cánticos de los ángeles en las bóvedas de la Catedral.

 Pasaron los días, los meses y los años y el rey no volvió a saber nada de la joven, aunque en secreto seguía adorándola, recorriendo con su mirada toda la Catedral para encontrarla vacía. Hasta que no pudo más y desandó el camino hacia la casa en la que ella moraba para encontrarla vacía.

 Murieron de peste, le espetó un vecino como una puñalada en un corazón indefenso.

 El rey, desconcertado, absorto en una pena infinita, se recluyó en su castillo burgalés. Un pelele doliente cuyo mal nadie conocía. Sus médicos le recetaron

aire puro y agotamiento físico para despejar la sesera abatida y el corazón afligido. Así lo hizo, dócil como siempre, y cuando caminaba sin rumbo, absorto en el recuerdo, leguas y leguas de desazón bajo las botas, se dio cuenta de que estaba perdido en medio de un profundo bosque.

 La leyenda, que no sería leyenda sin algún acto heróico contra un gran peligro, asegura que el rey se vio rodeado de una manada de grandes lobos, cuyos ardientes ojos refulgían en la oscuridad del atardecer. En rey Enrique desenvainó su espada, presto a defenderse y pudo herir a alguno de los seis lobos, pero sus fuerzas flaquearon. Cuando se daba por perdido, de repente el compungido lamento que atormentaba su memoria se materializó en lo profundo del bosque.

 Tan penoso, tan doliente y sincero que los lobos, asustados, huyeron a la vez que de las sombras aparecía la joven doncella que cada día admiraba en la Catedral. Fue ella quien habló con estas palabras que recoge la leyenda: «Te amo porque eres noble y generoso; en ti amé el recuerdo gallardo y heroico de Fernán González y el Cid. Pero no puedo ofrecerte ya mi amor. Sacrifícate como yo lo hago…».

 Y cayó, inerte a sus pies, con la mano en el corazón asiendo fuertemente el pañuelo del rey. Al amanecer Enrique fue capaz de volver a Burgos, conmocionado aún. Quiso inmortalizar a la joven y se le ocurrió que un artesano morisco ideara una figura que habría de colocar en la Catedral sobre un reloj veneciano para ser vista al elevar los ojos. Quiso, además, que profiriera unlamento como el que retumbaba en los recuerdos del monarca, sollozo postrero de su amada, cada vez que marcase las horas. El moro no tenía ni práctica ni arte para llevar a cabo semejante encargo y en vez de una joven y bella doncella se presentó ante el rey con el feo monigote que hoy conocemos como Papamoscas, que no emitía sollozo alguno sino un ronco graznido que espantó a los fieles y fue objeto de burlas.

 

Porque, pese a todo, el monarca mandó colgar el muñeco y el reloj, y lo dejó dando las horas y lamentándose hasta que fue enmudecido. Y allí cuelga, viendo pasar los siglos. Abre poco la boca porque el mecanismo le falla y tampoco hay necesidad de gastar fuerzas en asombrar a turistas que no se asombran de nada.