Jaramillo de los Caballeros cambió su nombre un fatídico día
de hace unos cinco siglos en el que el pueblo ardió. Desde entonces se llama
Jaramillo Quemado. En el censo figuran nueve habitantes, pero los que allí
viven día sí y día también no suelen ser muchos más de cuatro. Este pueblo
burgalés de casas desperdigadas que hacen que se vea más grande, es el más
pequeño de la provincia. Aunque ha perdido muchos habitantes con el paso del
tiempo (en los años 70 eran casi 200), lo que no ha perdido ha sido encanto.
Sus calles lo saben y Burgos también.
En la cima de un montículo se erige la iglesia parroquial de
San Martín de Tours, que data del siglo X; época de la que solo se conserva la
torre, el resto es de estilo gótico de principios del XVI. La villa crece en
verano, pues muchas de las casas que hay son vacacionales, pero los habitantes
reciben a los viajeros con los brazos abiertos. Cada primer domingo de julio se
sube en romería hasta la ermita de Valpeñoso, tradición que siguen con orgullo
sus escasos habitantes fijos y los temporales veraneantes.
A 45 kilómetros de la capital, por esta aldea de casas de
piedra y tejados rojos pasan varios recorridos de la Vía Verde de la Sierra de
la Demanda (tierra de dinosaurios), que sigue el curso del río Arlanzón y une
los municipios Monterrubio de la Demanda y Arlanzón. La villa descansa próxima
a la Sierra de Mencilla, desde donde también se puede recorrer la Ruta de los
Jaramillos. Al final del sendero hay una extensa dehesa de roble que antaño fue
una importante zona de trashumancia. El prado al que se arriba está coronado
por dos especies arbóreas oriundas de la zona: el Roble de la Verruga y el
Queijo de Belbibimbre.
Cuna de insignes hidalgos, reposo para ovejas y cama
temporal de los pastores, Jaramillo (de los Caballeros) Quemado se agazapa bajo
la larga sombra de grandes ciudades y pueblos que lo rodean, que se eligen para
vivir y visitar por encima de esta población. Craso error, sin embargo, por
parte de los viajeros, que se pierden las infinitas maravillas de una diminuta
aldea burgalesa con solo 9 habitantes pero infinitos encantos que ofrecer.
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