domingo, 31 de marzo de 2019

Alimentos que nunca tomarías si supieses cómo están hechos


Hay cosas que tenemos en la nevera que “no son comida”

Ojos que no ven, corazón que no siente. Este refrán cobra más sentido que nunca en el mundo de la alimentación, un campo en el que somos especialmente aprensivos, ya que, según la dietista-nutricionista y tecnóloga de los alimentos Laura Saavedra, hay cosas que tenemos en la nevera que, directamente, “no son comida”. Aquí entrarían sobre todo, “bollería, galletas, snacks, barritas y otros alimentos que utilizan aditivos, ingredientes de mala calidad y que son, en definitiva, productos nuevos creados a partir de procesos industriales”.

Pero más allá de los ultraprocesados de sobras conocidos, sobre cuyos peligros para la salud se está haciendo mucho énfasis desde el mundo de la divulgación en los últimos tiempos, existen numerosos alimentos en el mercado que, bajo una apariencia saludable, nunca más volveríamos a tomar si supiésemos cómo y de qué están hechos. Estos son algunos de ellos.

Pavo o jamón York.

“Mucha gente cree que se está cuidando cuando toma pavo o jamón de York, dos productos que tienen una fama injustificada de saludables”, explica Saavedra, cuando en realidad “si miras los ingredientes de estos derivados cárnicos procesados, la mayoría tiene entre un 60% y un 80% de carne, lo que significa que el resto es relleno”.
Puede ser desde fécula de patata a almidones o harinas de mala calidad, que se utilizan, según la tecnóloga de los alimentos, “para engordar el producto y, por tanto, abaratarlo”. Saavedra recuerda, además, que comprar jamón de York y pavo en la charcutería, en lugar de optar por los envasados, no es sinónimo de comprar saludable. “Puede que no lleven los mismos aditivos que los envasados, pero al final el producto sigue siendo el mismo”. Para ella, estos alimentos deberían ser de consumo muy puntual, y deberíamos apostar por otros ingredientes para bocadillos: “desde una lata de atún a un hummus”.
En esta categoría, recuerda Saavedra, entrarían en mayor o menor medida todos los embutidos. “La OMS es concluyente: tanto las carnes como los derivados cárnicos podrían ser cancerígenos”. Aunque según Saavedra no es comparable un taco de jamón serrano a uno de mortadela o chopped, “que no es más que la peor carne de cerdo triturada, con grasa inyectada, sales y aditivos”, es conveniente evitar en la medida de lo posible cualquier derivado cárnico.

La mortadela, por ejemplo, se elabora a partir de carne magra de cerdo mezclada con grasas procedentes del tocino o hígado, y otros ingredientes que van desde los aromatizantes a los colorantes, fécula, sal, dextrosa y, en muchísimos casos, también leche en polvo.
Palitos de cangrejo.
La industria alimentaria, según Saavedra, “tiende a inventarse subproductos que no existían para dar salida a cualquier sobra”. Un buen ejemplo de ello son los populares palitos de cangrejo, elaborados con surimi, cuya composición consta de la carne de pescados con poca salida comercial a los que se extrae el agua para crear una pasta que se mezcla con azúcar, sal, harina, clara de huevo o fosfatos, entre otros.
Al igual que ocurre con salchichas y embutidos, “el surimi suele contener los pescados de peor calidad”, como el abadejo de Alaska, un pescado de discreto sabor al que se añaden saborizantes para imitar el gusto de otros de mayor calidad, desde el cangrejo a la langosta.
fuente: lavanguardia

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