lunes, 8 de abril de 2019

Los árboles más centenarios de Castilla y León



Bosques en muchos casos con más edad que algunos de los monumentos en piedra más emblemáticos de la comunidad

Con raíces, centenario y muchas hojas. Sin ir más lejos, podríamos estar hablando de los cien números de este suplemento. Pero no, como lo nuestro es viajar hemos pensado en partir en busca de otros centenarios. En este caso, seres vivos de porte excepcional y mucha vida a cuestas. Hacemos repaso aquí de algunos de los árboles y bosques singulares de los que podemos disfrutar en Castilla y León. Árboles y bosques en muchos casos con más edad que algunos de nuestros monumentos en piedra más emblemáticos. Seres vivos dignos de admiración, respeto y toda la protección de la que seamos capaces. Desde Degusta Castilla y León brindamos también por ellos.

1 EL ALCORNOCAL DE VALDELOSA (Salamanca).
2 LA CERVATINA (León).
3 ENCINAR DE VALDERROMÁN (Soria).
5 FRESNEDA DE AÑE (Segovia).

4 EL ROBLE DE LA LAGUNA DE LA CANTERA  en Huerta de Arriba (Burgos).

El Roble de la Laguna de la Cantera era bellota cuando Alfonso X el Sabio componía sus primeras Cantigas. Más o menos. Y Gonzalo de Berceo le daba caña a sus Milagros de Nuestra Señora. Mientras, en Burgos colocaban las primeras piedras de su catedral pensando en un estilo constructivo moderno y atrevido llamado gótico. Y es que a este roble, que encontramos en el interior de la dehesa boyal de Huerta de Arriba, se le calculan más de 800 años. Es, por tanto, uno de los robles más longevos de la provincia de Burgos –si no el que más–, y a buen seguro, uno de los más viejos de España. Quienes lo han medido hablan de un perímetro de casi 12 metros y una altura hasta la copa de quince metros y medio. Para conocerlo hay que salir de Huerta de Arriba por la carretera que, tras pasar por delante del Ayuntamiento, enfila hacia La Rioja. A los tres kilómetros, justo antes del límite con esa comunidad autónoma, se abre por la izquierda de la carretera una pista forestal a la que se accede por un paso canadiense. Puede ser este el punto para dejar el vehículo. Mil trescientos metros más adelante, y tras dejar por el camino un largo puñado de robles centenarios, la pista alcanza un pequeño claro presidido, al borde mismo del sendero, por el Roble de la Laguna de la Cantera, inconfundible por la enormidad de un tronco que aparece quemado en una de sus caras.


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