—Yo lo robé. ¿Hubiera robado ese dinero a sabiendas de que era falso?
Tras pensarlo, el juez decidió que la respuesta tenía sentido. Por lo tanto, lo absolvió del cargo de falsificación y le impuso un nuevo cargo: hurto.
—Claro que yo lo robé —admitió de buen grado el hombre—. Pero el dinero falsificado no tiene ningún valor legal. ¿Desde cuándo es un crimen robar nada?
Nadie pudo encontrar la menor falta en su razonamiento y el acusado fue absuelto.
2 comentarios:
Joooo que tipo más ingenioso, no se si a mí se me hubiera ocurido tan bellas contestaciones para salir absuelta jiijij, habrá que hacerse más ingeniosa, gracias por esta entrada tan creativa mooooola.
ALMA
jajaajjja, esa es buena. Pero el colega no sabia que no tenia valor, por tanto culpable.
Publicar un comentario