EL PAPAMOSCAS DE BURGOS

El Papamoscas es un curioso autómata de la Catedral de Burgos que todas las horas en punto abre la boca al tiempo que mueve su brazo derecho para accionar el badajo de una campana.

El Papamoscas está situado en lo alto de la nave mayor, como a 15 metros de altura, en el ventanal sobre el triforio, en el primer tramo de los pies de la basílica.

Se trata de una figura humana de medio cuerpo que se asoma sobre la esfera de un reloj. Aparece vestido al estilo cortesano, con una especie de casaca roja abotonada por delante y ceñida con cinturón verde, con amplio cuello terminado en puntas; con bocamangas y hombreras también verdes. Se cubre la cabeza con un peculiar tocado a modo de tricornio. Los rasgos de su mefistofélico rostro son grotescos y burlones; tiene el pelo y una barba puntiaguda de color rubio que resaltan su carácter misterioso e inquietante. Muestra una partitura en su mano derecha. Con esta misma mano empuña la cadena del badajo de una campana. Cada hora en punto se acciona un mecanismo que mueve el brazo que provoca las campanadas. La mejor hora para ver en marcha al autómata es, lógicamente, las doce del mediodía, cuando da doce golpes y abre y cierra doce veces la boca.

A la izquierda del Papamoscas, a menor altura y de menor tamaño, pero de cuerpo entero, se sitúa en un balconcillo otro autómata, llamado Martinillos, que se encarga de señalar los cuartos. En este caso, mueve ambos brazos y acciona con sendos martillos las campanas que le flanquean. Cada cuarto de hora está señalado por dos campanazos, más agudos que los del Papamoscas.

El Papamoscas toma su nombre de un pajarillo homónimo, que siempre está con la boca abierta consiguiendo con su peculiar postura que las moscas entren en ella, lo que constituye su principal alimento.