La ermita de Santa Julita, en la localidad burgalesa de Barbadillo del Pez, es uno de los ejemplos de la entrega y el compromiso de las gentes de este bellísimo municipio por la recuperación y conservación de su patrimonio cultural e histórico.
Este símbolo local, que se sitúa en lo alto de una ladera desde la que se puede observar un magnífico entorno natural donde parece como si la vista no tuviera final alguno, fue reconstruida en dos ocasiones en su historia.
Su mal estado de conservación obligó cuando Celestino Pereita, un vecino de la localidad, era muy joven a que se tomarán cartas en el asunto para evitar su derrumbe. “La primera vez que la reconstruyeron traían las vigas de árboles de chopo con mercaderías. La Virgen que estaba aquí, que era de madera, desapareció. Se habla de que se quemó”, explica Celestino.
Con el paso del tiempo esta ermita volvió a abandonarse quedando en un estado casi ruinoso. “Esta ermita es románica y tiene un gran valor histórico. La Diputación quiso llevarse los dos arcos para exponerlos en Burgos, y con la noticia la gente empezó a removerse. Nadie quería eso y entre mucha gente se consiguió restaurar de nuevo”, añade Celestino.
En este momento, corría el año 1977 aproximadamente, Celestino fue uno de los protagonistas principales y así pasará a la historia de la localidad. “Yo me dije: me encargo de hacer la Virgen. Nunca antes había hecho yo nada artístico, ni esculturas, ni nada. Fue como una inspiración divina, pero busqué piedra arenisca e indagué en qué localidad podría haber alguna imagen de Santa Julita y San Quirico para tener una foto de referencia. Una vez quise entrar en una iglesia para fotografiar la imagen y no me dejaron, a lo mejor se pensaban que la iba a robar (dice el artista entre risas). Un día me comentaron que en Tolbaños de Arriba había una escultura de Santa Julita y me fui hasta allí. Así conseguí una foto para guiarme”, explica Celestino.
Un puntero y un martillo fueron las herramientas que necesitó este artista autodidacta para comenzar a crear la imagen de Santa Julita y San Quirico. “Todas las tardes después de trabajar cogía mi puntero y mi martillo y a trabajar en la escultura. Yo no tenía ni idea de cómo hacerla, (incluso el cura de broma me dijo que a ver si lo que iba a hacer se iba a parecer a un burro), pero no me confundí en ninguno de los golpes que di y el resultado fue magnífico. Hasta yo quedé sorprendido, si no la hago yo no me lo creo”, añade.
Desde entonces estas dos esculturas descansan en esta ermita tan especial para el pueblo de Barbadillo del Pez. “Creo que tardé unos dos años porque solo trabajaba en ellas por las tardes. En 1979 las subí a la ermita y desde entonces allí están. Las doné al pueblo con mucho orgullo”.
Para este hombre noble que ahora cuenta con 72 años, su mayor ilusión es “que cuando pasen cien años recuerden que esas esculturas de Santa Julita y San Quirico las hice yo. Con eso me doy por satisfecho”. Un deseo que sin duda se cumplirá.
La voz de pinares.
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2 comentarios:
Increíble, qué impresionante lo de este hombre.
Ahora, que con lo millonaria que es la iglesia mira que es tacaña.
Besos,
JOOimpresionante pero pq l iglesia no da ayudas?
besos
ALMA
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