Un pescador estadounidense es la única persona de la que hay
registros que ha sido engullido por una ballena y escupido después
El pasado 11 de junio Michael Packard estaba buceando en
busca de langostas. Solía sumergirse en Massachusetts, en la costa este de
Estados Unidos, donde los buceadores bajan hasta 15 metros en busca de
langostas que vender a los restaurantes locales.
En sus propias palabras “de repente sentí un tirón enorme y
todo se volvió negro”. Sus primeros pensamientos fueron que había sido atacado
por un tiburón. Los grandes tiburones blancos frecuentas las aguas de
Massachusetts, pero Michael Packard pronto se dio cuenta de que no sentía los
dientes de ningún escualo.
Rápidamente entendió lo que pasaba. “¡Dios mío! Estoy en la
boca de una ballena… y está intentado tragarme”, fueron los pensamientos que le
vinieron a la cabeza según contó en un canal de televisión local.
Nuestro protagonista terminó en la boca de una ballena
jorobada, uno de los animales más grandes que existen, con un tamaño medio de
14 metros de largo y un peso aproximado de 36 toneladas. Normalmente viven mar
adentro, pero en ocasiones se acercan a la costa, lo que puede tener
consecuencias fatales para ellas.
En vez de dientes, como los tiburones, estas ballenas tienen
barbas. Son unos filamentos flexibles hechos de queratina, el material de
nuestro pelo y uñas. Las ballenas se alimentan con un rápido empujón de su
cola, abriendo la boca hasta casi 90 grados, absorbiendo una gran cantidad de
agua y todos los pequeños animales que contiene.
Precisamente por la forma en que se alimentan, es imposible
que una ballena se trague a un humano. Las ballenas buscan presas pequeñas que
pueden tragar más cómodamente. Su garganta solo tiene un diámetro de entre 10 y
20 centímetros, por lo que tendrían problemas para engullir incluso un balón de
fútbol.
Aun así, Michael Packard no estaba libre de peligro. Las
enormes lenguas de las ballenas pesan cuatro toneladas, y fácilmente podría
haberlo aplastado sin querer.
Tras 30 agónicos segundos en los que Michael Packard daba
todo por perdido, la ballena escupió a su invitado indeseado, que había estado
respirando dentro del animal gracias a la botella de aire que llevaba en su equipo
de inmersión.
Cuando se vio libre, Michael Packard subió hasta la
superficie, donde sus preocupados compañeros pudieron rescatarlo y llevarle
hasta el hospital, donde le trataron de su única herida, una rodilla dislocada.
Aunque hoy en día se siguen descubriendo especies de
ballena, todos los científicos marinos coinciden en que este suceso no ha sido
un ataque y que es algo extremadamente raro. Probablemente Michael Packard
estuviese nadando cerca de la verdadera presa de la ballena, como por ejemplo
un banco de sardinas, y fue absorbido por las enormes corrientes que produce el
cetáceo al abrir la boca y absorber decenas de toneladas de agua.
Si realmente buscásemos una ballena capaz de tragarse a una
persona por completo tendríamos que fijarnos en los cachalotes, la famosa
némesis del capitán Acab, el protagonista de Moby Dick. Estas parientes de las
ballenas jorobadas sí cazan presas enormes, como el calamar gigante. Para ellas
solo seríamos un aperitivo, pero fuera de la literatura no hay ninguna fuente
que indique que tengan apetito por la carne humana.
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