El vencejo es esa golondrina endiabladamente aerodinámica que, con sus alas de ballesta, sobrevuela de forma acrobática nuestras calles y plazas de primavera a verano. Muchos asocian su característico reclamo, un chirrido repetitivo y muy agudo que emiten en pleno vuelo, a la llegada del buen tiempo. Pero eso será a partir de marzo. Ahora, nuestros vencejos estarán surcando las estepas africanas al sur del Sáhara, donde tienen sus territorios de invernada. Dentro de unas semanas, estos pájaros de apenas 40 gramos de peso trazarán su ruta y cruzarán de una sola vez el gran desierto para llegar hasta nuestras ciudades. En su viaje, llegarán a cubrir distancias de más de 1.000 kilómetros en un solo día: insisto, con menos de 40 gramos de peso, por sus propios medios. Pero eso no es todo.
“Que cada vez veamos menos vencejos no es anecdótico, sino
una poderosa señal de alarma"
El comportamiento y la biología de estas aves hacen que los
ornitólogos aficionados sintamos auténtica fascinación por ellas. Uno de los
aspectos más sorprendentes es que los vencejos pasan el 90% de su vida en el
aire. Comen, beben, duermen y copulan en pleno vuelo. De hecho, solo tocan
tierra para nidificar y sacar adelante a sus pollos, resguardados en la
estrecha grieta de un edificio a la que los padres acceden a toda velocidad,
como una flecha: ¡zas! ¡Sin parada previa! Auténtico insecticida biológico,
este pariente mayor de la golondrina y el avión acumula los insectos voladores
que atrapa con el pico en una bolsa situada bajo la lengua. Se calcula que
pueden zamparse hasta nueve veces su propio peso en moscas, mosquitos y
avispas. ¿A que ya nos están empezando a caer bien a todos? Tal vez por ello,
este inquilino del aire, esta ave que jamás toma tierra para descansar, ha
resultado la ganadora en la votación popular puesta en marcha por SEO/BirdLife
para elegir el 'ave del año 2021'.
Pero no todo son buenas noticias. Esta prestigiosa oenegé
conservacionista quiere aprovechar la elección de esta especie como ave del año
para recordarnos que sus poblaciones han descendido en más de una cuarta parte
en los últimos 10 años, sumándose así a otras aves urbanas que, como los
gorriones o las golondrinas comunes, están en declive.
Para Asun Ruiz, directora de la organización conservacionista, “que cada vez veamos menos vencejos no es algo anecdótico, sino una poderosa señal de alarma que nos obliga a repensar nuestra relación con la naturaleza. El actual modelo de desarrollo no está preparado para afrontar los dos grandes desafíos que tenemos por delante: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad”. Según ella, “el retroceso de las aves más comunes de nuestros pueblos y ciudades [las poblaciones de gorrión han caído en más de un 20%] obliga a integrar la conservación de la naturaleza con el desarrollo de las actividades humanas y los lugares donde vivimos y trabajamos”.
El vencejo común es una especie protegida a escala estatal, eso
significa que al igual que sus nidos, pollos y huevos, no pueden ser molestados
ni agredidos. Incluida en el Listado de Especies en Régimen de Protección
Especial, la especie también está protegida a escala internacional por la
Directiva de Aves y el Convenio de Berna. Pero, pese a todo ello, los vencejos
están desapareciendo de nuestros cielos.
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