martes, 17 de febrero de 2009

Recuerdos de infancia

Voy a recordar cosas que hacia de niño antes de cumplir los doce años, hace ya más de 55, otras cosas aparte de ir a la escuela y jugar con otros niños. Me refiero cuando estuve en Huerta de Arriba, en plena sierra de la Demanda en Burgos, un bonito pueblo con sus dehesas y sus pinares. Recuerdo que nos íbamos a coger fresas y arándanos a la dehesa cuando era el tiempo de ello. Con mi padre solíamos ir a recoger setas de cardo o de carrerilla por el campo, que por cierto, sabíamos bien donde se criaban y también donde estaban los famosos níscalos. Eso sí, cada cosa en su tiempo. Porque hablando del tiempo, en aquella época llovía cuando tenía que llover y nevaba cuando tenía que nevar, no como ahora. Recuerdo aquellos refranes de “por los santos, la nieve en los altos”, o por “San Andrés, la nieve en los pies", “Santa Catalina, la nieve en la cocina" y así sucesivamente. Jamás fallaba en aquella época.

Los inviernos nevaba tanto, que se estaba en algunas ocasiones hasta 20 días incomunicado. Entonces no había la tecnología de ahora con las famosas “quitanieves”. Había algunos años, que para salir de casa, tenías que hacer un túnel ya que la nieve subía hasta la ventana. Y para poder caminar por las calles, con la pala se hacia un camino para desplazarse, ya que la nieve solía pasar del metro de altura. Hoy, ya no nieva con esa intensidad ni en los meses que tiene que hacerlo.

Mi abuelo tenía un burro que era todo sabiduría. Cuando salíamos de casa y se dirigía a una finca del pueblo para hacer sus faenas, según la dirección o camino que tomábamos, sabía el burro a donde iba. No tenías que hacer nada, él te llevaba directamente a la finca. Muchas veces iba yo solo montado en el burro, y me decía mi abuelo: "No le digas al burro por donde tiene que ir. Tú déjale solo, que él te guíe. Te llevará a la finca". Dicho y hecho, me llevaba donde estaba mi abuelo esperándonos. Por cierto, yo solo no hubiese llegado porque lo desconocía.

Cuando se trillaba el trigo en aquellas famosas eras, para los niños como yo, era todo un acontecimiento. Para separar el grano de la paja se utilizaba un Trillo (un tablón ancho con trozos de pedernal en su parte inferior), que iba tirado normalmente por caballerías. Pues bien, los niños nos montábamos encima del trillo, que según las personas mayores decían era para que tuviese más peso y así triturase mejor la paja. Pero que para nosotros, era todo un acontecimiento, nos lo pasábamos bomba, dando vueltas en la era como si estuviésemos en un “Tío Vivo”. Cuánto se disfrutaba.

2 comentarios:

Beatriz Montero dijo...

Qué bonito. Cómo lo he disfrutado. Más recuerdos, por favor.

Emilio Montero dijo...

Que guay, que bonito oye.
Nunca me contaste nada del trillo, y mira que creia que solo era un ministro, y alli lo tienes montado en el trillo.

No tienes ninguna foto de entonces? estaria muy verte montado en el burro del abuelo, COÑE!!

A ver si pones alguna, mañana me paso por casa para que me des alguna para escanear en el trabajo...

Tu hijo